sábado, 18 de febrero de 2012

PARQUE CHAS, por Carlos Trillo

BREVE INTRODUCCION AL LABERINTO
Los límites precisos de este misterio urbano están configurados por la avenida de los Constituyentes, la calle La Pampa y las avenidas Triunvirato, de los Incas, Victorica y de los Constituyentes. ¿Por qué al señor Chas se le ocurrió encomendar, en 1925, a los ingenieros Frehner y Guerrico el diseño de ese barrio donde la calle Dublín de repente se podía llamar Londres? ¿Les dio alguna indicación esotérica o el dibujo de sus intersecciones imposibles fue una iluminación dictada por algún ser todopoderoso, capaz de influir en las decisiones de los sugestionables mortales? ¿Será posible, como dicen algunos escépticos que reniegan de la magia, que sus inacabables círculos sean el producto de una noche regada con demasiado champán? ¿Hubo, como insinuó aquel poeta del tango, el intento de enviar un mensaje que solo una persona, mirando los planos, iba a poder desentrañar? ¿Y será, como agregó el cantor, esa persona una fantasmal y bellísima señora, probablemente inmortal y de tez morena? Nunca lo sabremos. Por suerte, porque asì habrá que seguir buscando una razón al acertijo imposible que propone este barrio de Buenos Aires que se llama Parque Chas. Ricardo Barreiro y Eduardo Risso se enfrentaron, a partir del número 36 de la revista Fierro, con sus insondables misterios.

Barreiro inventó ventanas clausuradas, sueños de esclavitud, metáforas de la por entonces reciente dictadura militar, un túnel por el que un tren subterráneo hubiera permitido a Perón escapar de las acechanzas de la revolución libertadora. Y el protagonista de los muchos cuentos que hilvanaban la historia hasta tuvo que pedirle ayuda al Corto Maltés, al Eternauta, al Giuseppe Bergman de Manara y hasta al Negro Dolina, tan denso era el misterio y tantos los peligros que había que enfrentar. Risso, por su parte, debió desviarse por un rato del camino que lo llevaba inexorablemente a su incandescente blanco y negro para incorporar interminables grises a esas noches, a esos amaneceres, a esas nieblas. Juntos, los autores encontraron un tono violento, preciso y melancólico que unió la poesía que necesitaba la descripción del enigma a la violencia brutal con que ese enigma se debía resolver. Dividido en dos partes, el relato expuso la peripecia de un guionista de historietas que nos contaba su obstinada búsqueda de quién sabe qué verdad y sus encuentros y desencuentros con Aitana, mujer ideal que en una de esas ni siquiera es una mujer.

Hay una novela de Kurt Vonnegut, Las Sirenas de Titán, donde se explican las pirámides egipcias, la muralla china, la perspectiva Nevsky de San Petersburgo, los rascacielos de Nueva York, el puente de Londres, el Coliseo romano, el Arco de Triunfo y el castillo de Praga como partes del texto de un mensaje enviado por los tripulantes de una nave espacial varada en una luna de Júpiter. Cada creación monumental para el hombre es, así, una letra. El mensaje completo pide el urgente envío de un repuesto que permita seguir viaje hacia la constelación de Orión. La civilización humana ha sido inventada por aquellos extraterrestres para que estos viajeros puedan conseguir el carburador que se les vino a romper, justo, en ese arrabal del Universo. En Parque Chas, de Barreiro y Risso, también se juega con la infinitesimal escala humana en colisión con el Gran Concierto Cósmico. Pero desde lo pequeño hacia lo grande se construye una aventura consistente. Por eso, en la página que viene, el protagonista de la historia va a tener que salir a buscar un departamentito porque acaban de rescindirle el contrato por falta de pago…

(prólogo a la edición argentina de Parque Chas, Puro Comic, 2004)

No hay comentarios:

Publicar un comentario