jueves, 31 de mayo de 2012

ELE, por Trillo, Maicas y Varela

Hoy, un nuevo episodio de Ele realizado para la revista Genios por Carlos Trillo, con la colaboración autoral de Eduardo Maicas y los dibujos de Lucas Varela.

miércoles, 30 de mayo de 2012

COSECHA VERDE, por Oscar De Majo

A la hora de reseñar la obra que nos ocupa, más que nunca hay que recordar el verdadero significado de la palabra “reseña”: una reseña es un testimonio de un crítico en el que se describe una obra, y necesariamente debe reflejar la interpretación y evaluación de quien la realiza, con el objeto de despertar el interés de acercamiento al original. Yo agregaría, además, que sería recomendable que reflejara, de alguna manera, un panorama del entorno en el que esa obra fue creada o dada a conocer.
Este primer párrafo tiene como objetivo principal echar por tierra las expectativas de quienes esperen leer un resumen de Cosecha Verde. Reseñar no es, de ninguna manera, resumir un argumento. Y resumir el argumento de la obra maestra del binomio Trillo-Mandrafina sería una falta de respeto (otra). Casi una herejía... Una gran patraña...
No obstante, a modo de introducción, va un comentario –casi resumen, más bien síntesis apretada- del argumento, para entrar en clima... La historia se desarrolla en La Colonia, un país de América del Sur gobernado –es una forma de decir- por una eterna dictadura (cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia...). El tirano tiene al pueblo de su país engañado con una gran mentira (no patraña): que su sobrina, con la que tiene relaciones sexuales, es una virgen impoluta y milagrera, engaño que sostiene con la complicidad de un escritor, y que de paso le sirve para fomentar la castidad como virtud, a fin de evitar la multiplicación de un proletariado que no le conviene. Solamente unos guerrilleros misteriosos, perdidos en la montaña, conocen la verdad... Y hasta aquí llegamos, porque el atractivo de un verdadero resumen es nunca concluirlo...
Después de esta brevísima introducción, lo primero que debo hacer, partiendo de “la gran patraña”, es desmentir versiones tejidas en España sobre su título. Dice Francisco J. Ortiz[1]: “Pero esta, La gran patraña -que en un principio iba a llamarse Cosecha verde en homenaje a la fundacional Cosecha Roja de Hammett- es una obra mucho anterior, publicada por la editorial vasca Ikusager a comienzos de los 90, y que consideramos digna de recuperar para el fan del género.” Dice también el Diario Digital Independiente de Villena, en su edición del 10 de marzo de 2009: “el tebeo se tituló en principio Cosecha verde, como rendido homenaje al padre del género...”.
Ediciones distintas de esta obra en diferentes países: la española, titulada La gran patraña, la francesa titulada La grande arnaque, la alemana titulada en inglés The Big Hoax e, incluida al comienzo de esta reseña, la italiana, ésta con un título diferente de todas los demás: Frutto Acerbo.
Cuánta soberbia la de algunos editores al cambiar un título original de una obra de arte por uno falso, en el mismo idioma, simplemente porque les gusta más o porque consideran, menospreciando a sus lectores, que no van a saber apreciarlo... O peor: por pensar que el único buen español que se habla en el mundo es el de España... Y cuánta soberbia y falta de información la de algunos críticos al creer que una historieta argentina vio la luz en España, simplemente porque fue la primera vez que se recopiló completa en un volumen; y que “se iba a llamar” o “tuvo en principio” otro título, suponiendo que el que sus compatriotas incrustaron de manera arbitraria es el verdadero o definitivo...
Es una irrespetuosidad decir que Cosecha Verde es un título “provisorio” de La Gran Patraña y descalificarlo como título original y único. Primero, porque no es verdad; segundo, porque estamos omitiendo el expreso homenaje a Hammett que los autores quisieron dejar expreso en el título; y tercero, porque Trillo y Mandrafina jamás hubieran elegido un título tan vulgar, tan obvio y vacío de significado, tan “gil”, como dice el propio Cacho. Que quede claro: Cosecha Verde no se llamó ni se llamará nunca La Gran Patraña. La verdadera y única patraña es la esos trasnochados editores que perpetraron tal engaño. Y la de los que lo mantuvieron en nombre de quién sabe qué...
También es una falta de respeto decir que la obra fue publicada por primera vez en España por una editorial vasca, simplemente porque la versión de Ikusager precedió un par de años a la recopilación definitiva de Colihue (1995), dentro de la excelente colección “Narrativa Dibujada”, serie “Sobrevivientes” (a pesar e todo...).
Y la versión francesa (La Grande Arnaque, 1998) y la inglesa (The Big Hoax, 2001), ayudaron a perpetrar esta gran patraña en otras latitudes. Injusticias que se cometen porque hay países que tienen mejor prensa que otros...
La pura y gran verdad es que Cosecha Verde, una obra maestra en su género -el negro-, y en su medio -el cómic-, la novela gráfica que se erige como la irrupción del boom latinoamericano literario de los sesenta (el realismo mágico) en la historieta, se gestó entre fines de 1989 y principios de 1991 en Buenos Aires. En principio, fue pensada para ser publicada en Italia por la editorial Nerea, que la tituló Frutto Acerbo –“Fruto verde”- respetando casi al pie de la letra el título con el que fue concebida. Sin embargo, en forma casi simultánea, vio la luz, por entregas, a partir del número 7 de Puertitas (una de las mejores revistas de historietas y humor de los últimos tiempos, fundada y dirigida por Carlos Trillo), en septiembre de 1990, con su título original y único, como puede verse en la portada que se encuentra a la derecha de este texto.
En resumen, la publicación de “Cosecha Verde” en Puertitas es la primera en español, y este es, sin discusión, su título original.
Pasada la rabieta inicial, cambiemos el enfoque y vayamos al análisis. Dice Juan Sasturain, en la introducción al tomo recopilatorio de Cosecha Verde[2]: “Aunque antes, desde los ´70, habían trabajado mucho y bien juntos [Trillo y Mandrafina], es de suponer que en algún momento habrán sentido lo mismo que experimentamos todos sus lectores: con Cosecha Verde habían conseguido una obra maestra definitiva”. Y efectivamente, aunque fueron equipo en El Husmeante, Piñón Fijo, Peter Kampf lo sabía, los geniales Fratelli Centobucchi, El mago, Dragger, en esta obra alcanzan una perfección que los convierte en un clásico de la historieta de los 80/90 (me atrevería a decir de todos los tiempos), gracias a su extraña combinación, amalgama entre: un maravilloso, exuberante y terrible sabor tropical (mezcla de una deformada historia argentina reciente y de republiqueta bananera), elementos de historia de amor (más precisamente de radioteatro, telenovela o folletín), la novela negra, al estilo Hammett, el “bolero” (como la llama Trillo), la fábula política descarnada, el realismo mágico latinoamericano, al estilo de El Señor Presidente, de Miguel Ángel Asturias, de Yo el Supremo de Augusto Roa Bastos, el esperpento hispánico de El Tirano Banderas, de Ramón del Valle Inclán.
Sigue Sasturain (vale la pena transcribirlo, y hacer nuestras sus palabras): “Como siempre, ni Trillo ni Mandrafina se permitieron la tentación ´realista´ ni la solemnidad de la moraleja o el mensaje. Desde el principio, imponen la soberanía del relato y hacen de La Colonia un espacio y un tiempo levemente desrealizados [...]. Así, durante la metafórica noche interminable de la dictadura conviven, son posibles y verosímiles, los autos del treinta y del cuarenta con un dictador tipo fin de siglo y guerrilleros sesentistas”.
De todas formas, prefiero no ahondar en datos que posiblemente se repitan en esta misma revista virtual, en las muchas entrevistas y notas dedicadas a Trillo y a Mandrafina. El objetivo central de esta reseña es rescatar el título único y real de esta maravillosa obra, y su aparición “por entregas” en Puertitas. Y también destacar detalles que la novela gráfica no podrá nunca reflejar.
A las pruebas me remito: en cada una de las entregas, la pluma de Trillo pone un número y un título al “capítulo” y hace una maravillosa presentación (en la primera) y un resumen de lo ya publicado (en las siguientes), que son imperdibles. En la “Splash Page” de la presentación (además de verse, con letras muy grandes, el título Cosecha Verde) podemos leer:
“Capítulo 1: La Virgen Intocada: Presentamos una aventura de aliento espeso, de diálogos barrocos, de calores tediosos, de siestas prolongadas. Un largo bolero que, en 126 páginas, contará la verdadera historia de Donaldo Reynoso, ese fracasado ex policía, que tuvo la desgracia (entre otras desgracias) de conocer a Malinche Centurión, la Virgen Intocada, creación cumbre debida a la pluma de Melitón Bates, el genio del radioteatro. Casi todo es falso en La Colonia: el poder del Gran Títere, la piedad del Obispo, la virginidad de la heroína. Sin embargo el cuento respira –cuando lo dejan respirar- toda su verdad...”
Otras entregas nos deleitan con títulos como “Vuela, vuela, tierna avecilla”, o “La noche más larga del mundo”, o con resúmenes folletinescos como este: “Convertida por obra y gracia de Melitón Bates en la comehombres de Guayana, Margot Ardor, Malinche Centurión logra engañar al Iguana [...]. El frío asesino de piel de reptil y lengua bífida vaga ahora por las calles con el deseo ardiendo en sus entrañas: ´¡Serás mía, Margot Ardor!`, exclama mientras destripa una flor [...]. Y el sol que se niega a terminar con esa larga noche que se ha abatido como un terrible presagio sobre nuestros protagonistas...”. Si solamente existieran los resúmenes de cada capítulo y sus títulos, estaríamos igual en presencia de una obra maestra...
Como cierre, me gustaría copiar la semblanza (o “pincelada”, como él la llama) que Trillo hace de “Cacho” Mandrafina antes del inicio del primer capítulo:
“De Mandrafina se dicen muchas cosas. Que nació en el 45, que ha dibujado Savarese, Los Misterios de Ulises Boedo, las Historias Mudas, El Husmeante, Morgan, Meter Kampf; que es un dibujante teatral para oponerse a tanto preocupado por la secuencia cinematográfica, que maneja el pincel como nadie, que pone las sombras de una forma inquietante, que finge ser un clásico, que sus personajes se mueven casi quietos, que nadie hace los primeros planos como él, que en un detalle (un botón, un cigarrillo, un par de pies subiendo por una escalera, un sombrero con una flor, una mano crispada) cuenta más cosas que en una carga de la caballería ligera... Produce un poco de picazón que todas las cosas que dicen de Mandrafina sean ciertas...”

Publicado originalmente en el sitio Tebeósfera en Diciembre de 2009.

martes, 29 de mayo de 2012

CARLOS TRILLO RESPONDE A LOS LECTORES DE FIERROBLOG

Ultima parte de la "entrevista colectiva" a Trillo realizada en Diciembre de 2010 en el blog de Fierro.

Valle: ¿Cómo era tu vida a los 17 años? ¿Te arrepentís de alguna decisión que tomaste? Con respecto a tu trabajo, ¿sentiste miedo de algo alguna vez?
CT: El año de mis 17 fue 1960. Estaba por terminar el secundario, vi Psicosis, de Hitchcock falsificando la cédula de identidad porque me faltaban meses para cumplir los 18 y era prohibida para menores, pasé la mitad de mi tiempo en el bar Tolón de Santa Fe y Coronel Díaz hablando de la revolución, di un beso en un zaguán que me acuerdo a cada rato, escuché bastante a Elvis Presley, me impresioné con Marjorie Morningstar, una película con Natalie Wood que, sospecho a la distancia, debía ser medio bodrio, me hice socio del cineclub Núcleo y escuché mucho y con devoción las presentaciones de Salvador Sammaritano, leí a Vasco Pratolini mientras Frondizi gobernaba para 20 millones de argentinos. Y yo tenía 17 años.
Solo el trabajo que no te gusta te puede hacer sentir miedo, Valle.

Saki: ¿A qué se debe que no haya una edición nacional o española de Cybersix? ¿Cómo era laburar con el maestro de Meglia?
CT: Antes hablé de Meglia. Qué ideas tenía y qué desordenadas estaban en su cabeza. Si uno se sentaba a escucharlo con una caña de pescar se iba con el carrito lleno de ideas. Cybersix fue una producción bastante demente. Hicimos 48 libros de cien páginas en cuatro años, a razón de 1200 páginas por año. De esa cantidad de revistitas italianas de quiosco rescatamos 12 libros lujosos para la edición francesa. Se hizo una serie de dibujos animados. Meglia se dio el gusto de indicar en Vancouver cómo había que hacerlos. La gente de la Disney de Europa considera que hay un antes y un después de Cybersix. Al parecer, nuestra historieta cambió el devenir de patos y ratones, cuac. O cuic. Hicimos Irish Coffee, también un montón de páginas y hasta una página dominical en Clarín durante un año, creo que en 1990. Meglia tenía una gran capacidad organizativa, trabajaba con enormes fondos de los que en cada viñeta usaba un pedacito. Fotocopias, miles de fotocopias, y ayudantes, muchos, pero muchos ayudantes. La factoría Meglia, una genialidad para la producción. Ya lo dije pero lo repito: lo mejor que hicimos juntos fue Red Song, proyecto pensado inicialmente para la Disney que finalmente empezó a serializar Soleil de Francia. Pero solo hicimos una historia porque el Meglia se murió, qué cagada.

Felipe Ávila: Hace años le pregunté por qué no siguió Ulises Boedo y su respuesta fue que era la única que no podía vender afuera porque que los europeos no la entendían. Hace pocos años, Cacho Mandrafina me confió que a él le encantaría dibujar la continuación de Ulises Boedo… entonces y en razón del tiempo actual, si se quiere un tanto más jauretcheano y Marechaliano… ¿no reconsideraría volver a escribirla y brindarnos esa ansiada-en serio- muy esperada segunda parte?
CT: No creo que hagamos Ulises Boedo II pero la historia nos gustaba mucho. Tampoco me parece que estos sean tiempos Marechalianos o Jauretcheanos.

Felipe Ávila: ¿Conserva alguna grabación de aquellos jingles publicitarios que hicieron junto a Dolina?
CT: Me impresiona que sepan, o que recuerden tantas cosas. ¿Los jingles de Dolina para comerciales que pensaba yo? No tengo nada de todo eso. Había uno que fue muy popular en su momento (1971, creo), El Che Pibe, que dibujó Jorge Sanzol y que empezaba con la frase cantada “si me mandan al banco voy contento…”. Hace unos días, en Youtube vi Casimiro, un buenas noches que salía por Canal 11 del que –a medias con mi mujer– escribí la canción que musicalizaron Jorge Navarro y Ricardo Lew.

Pablo: ¿Cómo ve Ud. la adaptación del comic a los nuevos dispositivos de lecturas (por ejemplo iPad )? ¿Utiliza Ud. esta tecnología para leer comics? ¿Cree Ud. que los bajoscostos de implementar esta tecnología a este medio puede ayudar a fomentar el crecimiento de nuevo autores sin tener que tratar con la los clásicos intermediarios como las editoriales?
CT: No, yo leo sólo en papel, pero ya hay ofertas, nos llegan contratos tipo y esas cosas para los soportes de Apple. Los comics americanos ya están a full con esas cosas. No sé cómo sigue, iremos viendo. Es medio nueva la cosa.

Pablo: ¿Le sucede de comenzar alguna de sus sagas, perder el interés en algún punto y verse obligado a continuar con el puro oficio? ¿o siempre encuentra el modo de mantenerse a flote e interesado? ¿Cómo lo hace?
CT: Creo que lo mejor es, si no te interesa mucho lo que estás por contar, no empezar. Estamos ante otra pregunta para la perplejidad y el qué se yo. El oficio ayuda mucho. Los días de cierre son un repentino motor fuera de borda. Pero en estos tiempos en que uno trabaja y, muchas veces, después, con suerte, vende sus cosas, no creo que se pueda ir adelante sin legítimo interés en lo que estás haciendo.

Mati: ¿Elegiste ser guionista de historietas (y no de cine o novelista, por ejemplo) o se dio así? ¿Qué ventajas (y desventajas) narrativas pensás que tiene el género de la historieta con respecto al cine, la novela, el cuento?
CT: Me gusta hacer historietas. Es mucho más libre que el cine, donde si en el guión quieren romper un auto la producción tiene que presupuestarlo a ver si lo hacen o no. De novelas y de cuentos prefiero quedarme como lector.

Pedro Sanna. ¿Pensó en retomar alguna vez Alvar Mayor? O ¿encararlo por el lado de la juventud?
CT: No, no retomaría casi ninguna cosa que ya se terminó. Y menos si se terminó hace tantos años, casi treinta, en este caso.

Martin: ¿Qué es una novela gráfica y cómo se diferencia de una historieta? ¿Considera relevante diferenciarlas?
CT: ¿No es lo mismo? Le dicen NOVELA gráfica para darle prestigio y hacerle un lugar en la góndola de la librería.

Javier: ¿Qué dibujantes/autores de la actual Fierro le gustan y por qué?
CT: Creo que ya lo dije, pero hace un montón de páginas: de Santis, Max Cachimba, Lucas Varela cuando hace Paolo Pinocchio, el impredecible y tonante Gustavo Sala, Minaverry, Salvador Sanz. Tienen algo que decir, son personales, están muy seguros de lo que hacen.

Lucas: ¿Puede ser que Argentina sea un país con más tradición de dibujantes
historietisticos que de guionistas del medio?
CT: La Argentina tiene tradición de historietas. Aquí se han leído muchas, muchísimas historietas. Hubo una época, los ´40, los ´50, en que las revistas de historietas ocupaban la mitad del total de la venta de revistas. Todas tenían quien las dibujara y quien las escribiera. Guionistas hubo y hay a montones. Oesterheld se lleva el primer premio, pero Leonardo Wadel, Julio Almada (Julio Aníbal Portas), Ray Collins (Eugenio Zappietro), Mark Shane (Edgardo da Mommio), los talentos de Editorial Abril de la década del ´50 (Boris Spivacov, Pedro Orgambide, la inconmensurable Beatriz Ferro). Más los Robin Wood, los Morhain, los Cristóbal María Paz, los Álvarez Cao de Columba, los Carlos Albiac y los Emilio Balcarce de Record, los Marcelo Birmajer, los De Santis, los Agrimbau de Fierro. Y los autores de dibujos que escribían y escriben sus propios textos como Mazzone, como Quinterno, como García Ferré, como ese genio que se llamó Héctor Torino y que retrató en historieta una forma de vida barrial que ya no existe. O los actuales Rep, Sendra, Liniers, Max Aguirre y siguen las firmas. ¿De dónde sacás que no hay guionistas?

Lucas: ¿Qué opina del la relevancia de las historias autobiográficas que se dio a comienzos de esta década?
CT: No tengo nada pensado acerca de la historieta autobiográfica. Algunas son sólo para mirarse el ombligo. Otras tienen tintas de historia personal pero sirven para contar otra cosa. Esas me gustan más.

Pablo: ¿cómo hace para entenderse con distintos dibujantes? ¿Estudia sus estilos y escribe para ellos?
CT: Me gusta mirar dibujos. Yo no sé dibujar pero creo que sé cuando están bien hechos y tienen personalidad. Escribo con esos dibujos en la cabeza y cuando voy viendo resultados se va afianzando la cosa.

Javier: Ya teniendo la idea y la historia de los personajes, a la hora de comenzar a escribir la historia, ¿escribe todo el guión como si fuera una novela y luego lo divide en viñetas? ¿O escribe directamente en escenas por viñetas?
CT: Cuando uno escribe una historia breve, un papelito basta para contar en diez palabras quién es el protagonista, qué busca, qué obtiene. Cuando se escribe una sinopsis tiene que contar todo brevemente, lugares, personajes, situación, conflictos. Y el final, claro.

Javier: Cuando le propone una historia a un editor, en la sinopsis de la misma ¿le cuenta al editor toda la historia incluyendo el final, o no revela los finales en las sinopsis?
CT: El final es el golpe de gracia, es lo último que leerá el editor, debe estar y, además, es importante que se lo narre con toda la gracia que uno pueda ponerle.

Javier: ¿Registra sus historias antes de enviarlas a las editoriales?
CT: Nunca registré una historia. Se registra con la publicación. El mundo de la historieta no es la televisión ni el cine donde hay bandadas de gente alrededor. Es uno y su editor, nomás.

El Chelo: Hace un par de años me contaste algunos pasajes de un proyecto en que estabas trabajando, que tenía que ver con el cadáver de Evita y que iba a dibujar Risso… Quedé muy entusiasmado con esa historia… ¿Se hará? ¿Se
hizo? ¿Se está haciendo? ¿Se desechó?
CT: De ese proyecto hay escritas una treintena de páginas y dibujadas más de 20. Risso empezó a hacerla con un estilo trabajoso, con color directo, sin negros, algo que no suele encarar. Pero está tapado de trabajo y habrá que esperar…

lunes, 28 de mayo de 2012

EL ULTIMO TREN, por Trillo, Dolina y Fernández

Hoy tenemos para compartir otra de las historietas más antiguas de Carlos Trillo, anteriores a Un Tal Daneri y El Loco Chávez.
Esta fue escrita en colaboración con Alejandro Dolina y dibujada por el maestro Lito Fernández. Se publicó una sóla vez, en 1974, en el Suplemento de Humor Chancho de Satiricón.
Además de una hábil sátira al género romántico, la historieta tiene un truquito muy atractivo, bastante usado a mediados de los ´70: el narrador que habla en segunda persona, o sea, que le habla a uno de los protagonistas.



domingo, 27 de mayo de 2012

CARLOS TRILLO RESPONDE A LOS LECTORES DE FIERROBLOG

Cuarta parte de la “entrevista colectiva” realizada a Trillo en Diciembre de 2010 por los lectores de Fierro.

Juan Finn: ¿Cómo te documentas antes de realizar un guión? ¿Películas, libros, la vida misma…? ¿Los dibujantes modifican partes del guión (o bien les das alguna libertad interpretativa), o directamente tratan de respetar cada detalle? ¿Quiénes fueron los más colaboradores en ese sentido?

CT: La documentación, una vez que tenés atrapada la idea general, pasa por cosas aburridísimas como cómo se llamaba la avenida Leandro Nicéforo Alem antes de llamarse así. O si el tranvía subía o bajaba por la calle Suipacha en 1930. O cómo hizo Bartolomé Mitre no solo para casi tener que rendirse en una guerra (la del Paraguay) sino para perder un desfile. O cómo se hablaba cuando se fundó Buenos Aires por primera vez. Y una vez que uno sabe, por ejemplo, esto último, cómo hacer para que un lector de hoy pueda digerir ese lenguaje. Los dibujantes tienen que tener documentación o por lo menos hacer parecer que la tienen. Digamos: seguridad para la mentira hay que tener.

Juan Finn: ¿Qué planes hay para el futuro? ¿Te gustaría escribir la biografía (para ser dibujada o publicada como libro) de alguna personalidad (de la literatura, la cinematografía, la humanidad etc.) o algún personaje? En tal caso ¿De quién?
CT: Sobre los planes para el futuro te puedo decir que tengo unos cuantos. Algunos se producirán, otros no, pero planes nunca faltan.
No me interesan las biografías. Por ahí, poner un personaje de la vida real, conocido, en un relato inventado, eso sí me gusta. En Simón, una aventura americana aparece el general San Martín, el contexto del episodio que se cuenta está investigado, pero los demás personajes son todos inventados.

Juan Finn: ¿Tenés un referente fuera del ámbito de la historieta y la literatura?
CT: ¿Referentes? ¿Tipo Albert Schweitzer o Madame Curie? ¿Carlos Marx, Perón, ese tipo de gente? ¿Referentes para qué? ¿Para parecerme a ellos? ¿Para que guien mis lecturas? (En este ítem hay una: Mariana Enriquez, porque todo libro que recomienda en Radar me gusta mucho).

Juan Finn: ¿Quién es tu autor favorito? ¿Qué música te inspira o te hace sentir inspirado?
CT: No tengo autor favorito, creo que no se puede tenerlo, por ahí por un ratito, pero uno para siempre me parece exagerado. Los tipos van pasando a medida que los leés. Valle Inclán, el de los esperpentos, me dio vuelta el coco con una novela que se llama, me recoparon los autores del boom latinoamericano, sobre todo García Márquez. Felisberto Hernández e Italo Calvino son tipos a los que vuelvo siempre. Los brasileños Mario de Andrade, el de Macunaíma, y Guimaraes Rosa (el de Gran Sertón Veredas) son grandes de veras. Las primeras cosas de los ingleses Ian Mc Ewan y Martin Amis me parecieron formidables (Primer amor, últimos ritos, Jardín
de Cemento, Campos de Londres), pero después siguieron escribiendo y me fueron dejando de gustar. Me sorprendí a mi mismo leyendo de un tirón los tres libros de Stieg Larsson (de 700 páginas cada uno) y me gustaría entender por qué algunos escritores producen semejante adicción. Bajo mis anteojos – últimamente multifocales – pasaron Bradbury, Stendhal, Boris Vian, Raymond Queneau (sobre todo Zazie en el metro), Chandler y Hammett, Borges una y otra vez. Osvaldo Soriano, el Negro Fontanarrosa, Pablo de Santis. Últimamente estuve copadísimo con los autores de serie negra escandinavos, sobre todo con Arnaldur Indridason y Arto Paasilinna. Y hoy (5 de diciembre de 2010) ando por la mitad de una novela que me gusta mucho, El arte de llorar a coro, de Eling Jepsen. Y basta que ya parezco un catálogo de la Librería Santa Fe.

Oenlao: El escritor Belgrano Rawson en un reportaje decía que el escribía guiones para Columba, en sus comienzos, con seudónimo, y que vos también o que los escribían entre los dos. ¿Es cierto? y ¿con que seudónimo?
CT: Belgrano Rawson escribió bastante para Columba con el nombre de Eduardo Cilento. Yo firmé unas poquitas cosas como Carlos Cartago en la Misterix de Editorial Yago. Creo recordar que con Eduardo escribimos algo a medias en la época en que hacíamos el programa en Radio Municipal, pero supongo que no habrá pasado de ser un proyecto.
Ah, para los historiadores: en Misterix escribí una historia de la que se hicieron varios episodios, Wapiti, el cazador de castores, dibujada por Caramuta, uno de los argentinos que emigró a Italia y trabajó mucho para la Sergio Bonelli Editore.

Javier Suppa: Una vez en una charla vos dijiste que el guionista es como que tiene que ponerse un traje para cada dibujante, vos has trabajado con muchísimos en toda tu carrera y tu traje le queda bien a cualquier dibujante. Lo increíble es que a cada dibujante le sacás el jugo gráfico al máximo, es tu guión tan minucioso o les das libertad a todos de trabajar la viñeta o el diseño de página a su gusto, previamente charlado todo eso? o ¿sólo ves el resultado final al terminar el dibujante?
CT: Cuando se hacen dúos hay que tocar de acuerdo porque si no el conjunto desafina. El guionista arranca primero y tiene que tener en cuenta cómo dibuja su compañero de trabajo. Uno tiene que tener ideas que estimulen a su coequiper, que no lo achanchen, que lo obliguen a concentrarse, que saquen partido de su estilo, que lo hagar lucir bien. Miro mucho lo que va resultando del dúo, me interesan los dibujos – ya lo dije – porque son una fuente de nuevas y mejores ideas para la continuación de la historia.

Javier Suppa: Hay una frase que dice "lo difícil no es llegar si no mantenerse”. Vos te has mantenido en auge creo que desde que empezaste y por muchísimo años y hasta ahora inclusive y tus guiones siguen estando a la altura de las épocas y tanto en el mercado argentino como el europeo. ¿De dónde viene tu huracán narrativo para estar tan firme al paso del tiempo? ¿Crees que hubo épocas mejores que estas para la creación? o ¿sólo historias cotidianas ves que son las que siempre permanecen como protagonistas?
CT: Las épocas cambian, es cierto, y uno tiene que irse adecuando a metrajes distintos, a pasar de historias autoconclusivas de ocho páginas a historias que terminan en la página 64 sin cortes parciales para rematar episodios intermedios.
No hay épocas mejores ni peores, son distintas, por ahí, pero uno escribe lo que sabe escribir y lo que no le sale no lo escribe. Me sigo divirtiendo con estas cosas y no tomo ningún tónico para que me salgan las cosas mejor (si hay alguno avisen, ¿eh?).

LWG: ¿Realiza algún boceto ó esquema para diagramar las páginas que tenga que seguir el dibujante?
CT: No, nada de boceto. Hay que escribir y saber transmitir solo con lo que se escribe, me parece.

Mati: ¿Qué influencia tiene usted en la narración visual de la historia? Quiero decir, al ser el guionista, necesariamente influye, a lo que me refiero es si al escribir ya tiene algún (o algunos cuadros) en la cabeza que comunica al dibujante. Y viceversa ¿cuánto influye el dibujante con el que trabaja en la confección del guión final? ¿Qué será de aquello del sueño de Truffaut? (Me intriga DEMASIADO desde que lo escuché en la conferencia que dio aquí en Rosario.)
CT: Voy a la última parte, porque lo demás creo que ya lo contesté todo. En octubre de 1984 estaba en Roma por un trabajo. Además de algunos editores tengo amigos entrañables allí. Así que por las noches, en general me iba a cenar con alguno de ellos. Hay uno, Roberto dal Prá, que es guionista. Con Roberto hablamos siempre de la commedia all´ italiana y sobre Mario Monicelli, su director más importante (del que también hablé más arriba). Hay otro, un psiquiatra muy conocido que me proporciona bibliografía memorable. Y está Francesco Coniglio, entrañable editor de ensayos y de libros de música y también de algunas revistas y novelas gráficas, con el que siempre recordamos pormenores de las películas de Truffaut: Antoine Doinel diciendo su nombre ante el espejo de su dormitorio, Antoine Doinel detective intentando averiguar por qué todos odian al zapatero (el impresionante Michael Londsdale), el primer plano de dedo de Charles Aznavour a punto de tocar el timbre, la escena de amor casual de la script girl en La Noche Americana, la voz de Charles Trenet cantando mientras pasan los títulos de Besos Robados, aquel gesto de Fanny Ardant en La mujer de la puerta de al lado. Huevadas que disfrutamos cuando nos vemos, bah.
Aquel dia de octubre en que teníamos que cenar juntos se acababa de morir Truffaut y él me llamó al hotel para contármelo con voz temblona. Decidimos cenar juntos. “Así, si alguno de los dos llora, el otro va a saber por qué”, me dijo. Es un gordo emotivo, mi amigo. Y contagia. Creo que fue la cena más melancólica de mi vida. Hablamos de qué iba a ser de Jean Pierre Leaud, el actor de la serie de Antoine Doinel, ahora que no tenía más quién le hiciera vivir su vida año a año. De lo bella que debía verse Fanny Ardant llorando a su amor muerto. De peleas entre Truffaut y Godard, del libro que Truffaut había escrito sobre Hitchcock. Volví al hotel tarde, después de tomar muchos digestivos tipo Averna, o grappa Giulia, que en cantidad son fuertes y uno camina tambaleando. Dormí. Y soñé que me llamaba un amigo de París, un argentino de esos que siempre tienen un alambre para abrir la puerta de Cineccitá o que consiguen un pasaje en un avión lleno con mentiras escalofriantes a la empleada de la ventanilla de preembarque. Me decía, agitado, que había una película de Truffaut que nunca se iba a estrenar a causa de un litigio por los derechos entre los herederos. Había una copia en Roma y sólo se podría ver hoy u hoy. Le pregunto si podía ir con un amigo. Me dice que sí, me da una dirección en Roma, llamo a Francesco Coniglio, le digo que lo paso a buscar con un taxi, me está esperando en una esquina, llegamos a la via Michele de Lardo, en Piazza Bologna, bajamos una escalera, entramos a una sala a oscuras donde se divisan algunas caras conocidas ¿Fellini? ¿Qué hace acá?. ¿John Cassavettes? Está viejo, ¿no? ¡Uh! Y se vino con Gena Rowlands. ¿Che, esa no es Jeanne Moreau? Fichá a ese barbeta, ¿no es Spielberg? Así hasta que se apaga la luz. Y me vi, entera, nueva, inédita, una película de Truffaut que jamás había visto. Y era de Truffaut, se notaba en el estilo, en la manera deshilachada de contar como al descuido. El tema era la enfermedad. Y trabajaba Antoine Doinel.
Siempre tengo arriba del escritorio el texto que escribí con una birome azul cuando me desperté de madrugada empecinado en no olvidar el sueño. Una parte que en la película está contada por Doinel a su propia imagen en el espejo y no tiene actores ni escenas propias porque es solo un relato ya la usé en una historieta, esa que Fierro no quiso publicar y que dibujó Bobillo: Chocolate con papas fritas. Yo le puse imágenes y personajes, pero en mi película de Truffaut estaba, como les dije, contada, a la manera de aquel cuento que dice a cámara Harvey Keitel en esa película de Wayne Wang y Paul Auster, Cigarros. Keitel cuenta un cuento de Auster: La navidad de Auggie Wren. Pero yo lo soñé antes y el cuento era otro. Si Chocolate con Papas Fritas es una historieta que nos salió tan linda, ¿Te imaginás cómo va a salir la última película de Truffaut dibujada por …? (El martes, la quinta parte)

sábado, 26 de mayo de 2012

CARLOS TRILLO RESPONDE A LOS LECTORES DE FIERROBLOG

Tercera parte de la “entrevista colectiva” realizada a Trillo en Diciembre de 2010 por los lectores de Fierro.

Viktor: Me gustaría que comente cómo surgió la idea de Simón con impecables dibujos de Risso y cómo fue llevar adelante ese original proyecto.
CT: Antes de la había pasado esto: antes de colaborar con él – poco - en el guión de Las Puertitas del Señor López para el cine, yo había trabajado en un tratamiento cinematográfico con Alberto Fischerman. Se trataba de una adaptación de Gaspar Ruiz, la novela corta de Joseph Conrad que cuenta la peripecia de la guerra sucia contra indios y pobres que libró el ejército del General San Martín en Chile. Leímos, investigamos, tratamos de ver si Conrad macaneaba, pero no, el polaco que escribió en el mejor inglés que se recuerde, sabía todo sobre el tema. Llegamos a hacer un guión literario y hasta a escribir largas secuencias de la película. Que nunca se hizo.
Quedaron, pues, libros de consulta y una línea interesante para contar otra historia. Y, minimizados a telón de fondo los elementos de la novela de Conrad apareció Simón, una historia larga, autoconclusiva, bien apoyada sobre los acontecimientos de la campaña chilena de San Martín. Se publicó por entregas en Italia, en un libro de gran formato en Francia y hace poco, casi veinte años después, apareció en Argentina.

Oh matías: De chico me tope con “Los Misterios de la Luna Roja” y aunque ya tenía algo de lucky luke y otras cosas, tu laburo me voló la peluca (junto a Risso claro) de esto se desprenden algunas preguntas ¿Es conseguible en castellano?
CT: Los Misterios de la Luna Roja se publicó por primera vez en el semanario infantil Genios y hay una edición española que, creo, a esos precios que llegan las historietas desde España, se puede conseguir en comiquerías acá. Espero que salga una edición argentina pero por ahora no se ve editor a la vista.

Oh matías: ¿Es posible que el género aventura/fantástico sea el género que en el que te sentís más cómodo?
CT: Es cierto, utilizo recursos fantásticos muchas veces. Con Risso tenemos una historia de detectives, Video Noir, en la que en medio de la investigación aparece el mismísimo demonio. Hyter de Flok, dibujada por Horacio Domingues, está protagonizada por una rockera drogona que se cae en el mundo de las hadas. El Boggart, también dibujada por Domingues, tiene un gnomo investigando asesinatos de hadas para utilizar ciertas sustancias que tienen en las hadas para vender a los humanos una droga que otra que la heroína. Hay más, pero también escribí muchas historias realistas sin intervención de la magia o lo fantástico, qué se yo, Spaghetti Brothers, Viejos Canallas, Chicanos, El Negro Blanco.

Oh matías: Seguramente la complejidad del proceso de escritura es variable, pero para desarrollar un guion ¿existe algún tipo de método que sirva a modo de disparador en el proceso de escritura?
CT: No hay métodos para pensar historias. Los hay para desarrollarlas mejor, seguramente. Todo sirve para hacer venir las ideas: lo que te dicen, lo que te hacen, lo que hacés, lo que lamentás, lo que te enoja, lo que te hace reir. Se disparan (las ideas) mirando fotos, leyendo novelas, estudiando anatomía o zoología, escuchando hablar a tu abuelita. Gianni Rodari escribió bellos cuentos infantiles y también una Gramática de la Fantasía, maravilloso libro en el que propone que además de enseñar gramática, historia y matemáticas, en la escuela hay que enseñar fantasía. Y dice que hay métodos para que los chicos aprendan a pensar historias. Pone el ejemplo del binomio fantástico, que se podría explicar con este ejemplo: si tenemos un perro acostado en la alfombra no hay historia. Pero si ponemos un perro acostado en el bolsillo de un sobretodo sí la hay.

Valentín: En el prólogo a la reedición de “El Síndrome Guastavino”, Juan Sasturain señala con insistencia (y con bastante razón) el inequívoco aliento novelístico de esa obra. Por otro lado, creo haber leído por ahí que estás trabajando junto a Pablo Túnica en una historieta inspirada en un material netamente literario como es “Un Tango pour Monsieur Lautrec”, un viejo laburo en colaboración entre Julio Cortázar y el Menchi Sábat. La relación entre “Cosecha Verde” y la corriente del realismo mágico, con Gabo García Márquez a la cabeza, es un hecho que vos mismo has destacado. Y más recientemente, “Sasha Despierta” tiene mucho de thriller psicológico novelado, donde te das el lujo de largas secuencias de pura conversa, profundizando situaciones dramáticas y conflictos como no se acostumbra, en general, en un medio como la historieta. Mi pregunta es la siguiente: ¿consideraste la posibilidad de escribir una novela, de volcarte de lleno a la literatura? ¿Qué es lo que te seduce de la historieta en particular como medio creativo, en oposición o alternativa a la literatura o (por caso) el cine?
CT: ¿Quién te contó eso que decís que estamos haciendo con Túnica? ¿Dónde leen estas cosas? ¿Salen en la Pronto? Con Túnica estamos haciendo una historia ambientada en la Buenos Aires de 1925. Incluye pobres muchachas francesas (eran carísimas, las baratas eran las polacas) y también a una leyenda del corresponsal viajero, Albert Londres, que hizo una investigación acá sobre el camino de la prostitución de las europeas que venían a trabajar de putas. Tiene una gran investigación bibliográfica, muchos tangos, mucho bar Tortoni y Los 36 Billares, sífilis, chinos de Dock Sur como esos que contaba Pedro Blomberg y hasta periodista del diario Crítica con labio leporino enamorado de la rubia Mireya. Son todos elementos novelescos, Londres investiga una muerte pero no incluye esa historia en su famoso – y real - libro (que fuera traducido nada menos que por Bernardo Kordon). Son dos tomos de 54 páginas y lo va a publicar Delcourt en Francia por primera vez el año que viene.
Sasha tiene una historia sórdida y terrible pero está contada con bastante humor (espero). Me divierten mucho el detective chino que Varela dibuja con traje negro y ojotas y la chinita que lo persigue diciéndole que la embarazó. Y no, no pienso escribir novelas, amo a los buenos escritores, quiero leerlos a todos, pero yo escribo historietas. Me va a llevar la vida averiguar hasta dónde se puede llegar en esto como para pensar en otras cosas.

Román Moreno: ¿Hace modificaciones mientras escribe? ¿Utiliza algún tipo de estructura para armar el relato? ¿Qué elementos tiene en cuenta al hacer historieta infantil? A modo más personal, ¿le gusta su trabajo o lo hace por oficio? ¿Cuál le gusta más de sus trabajos?
-Esta es, nuevamente, la pregunta o andanada de preguntas que me llena (n) de perplejidad. Lo primero que me viene es contestar “Qué se yo”.
Pero sí, hago modificaciones mientras escribo, a veces cambio los globos de cuadros que ya están dibujados. No pienso en la estructura, siempre tengo la sensación de que hay una manera sola de contar cada historia. Y las historietas infantiles tiene los mismos elementos que las que son para más grandes. Simplemente, hay que tener en cuenta la información con la que cuenta un chico de diez años, por ejemplo, para no meterlo a leer cosas que no va a entender o va a entender mal. Uno acumula oficio trabajando, sin duda. Y lo usa. Pero me parece que hay algo más que oficio en un autor o está frito.

Marcelo: ¿Cómo fue su trabajo con García Ferré? ¿Cómo era hacer un guión para la editorial? ¿Cómo hizo para despegarse (si es que lo hizo) de esos trabajos dedicados al público infantil o los que provienen de la publicidad?
CT: Mi trabajo en García Ferré fue un gran aprendizaje. Yo en 1966 tenía un programa de radio en lo que entonces se llamaba Radio Municipal, que era la encargada de las transmisiones del Colón y pasaba mucha música clásica. Pero en los huecos de esa programación metía audiciones experimentales, conversaciones literarias, cosas así con alguna elasticidad. Allí con Carlos Marcucci, Eduardo Belgrano Rawson, Alberto Broccoli, participé en varias cosas. Una era un espacio semanal de media hora donde se hacían reportajes. Primero le hice uno, el primero, a Oesterheld. Y después se me ocurrió ir a golpear la puerta en Producciones García Ferré, pedí hablar con él y le propuse una lista de preguntas para que contestara Hijitus con esa voz medio electrónica que le habían inventado. Lo divirtieron las preguntas y me ofreció trabajo. Me puso bajo la supervisión de Alberto Heredia, jefe de redacción y factótum de un mensuario de historietas que se llamaba Antifaz, que aprovechaba los personajes secundarios de Anteojito como héroes de aventuras más o menos infantiles. Heredia, tipo sabio, paciente y didáctico me enseñó a construir un guión y, sobre todo, a trabajar para la editorial. Escribí pues guiones de Antifaz y Zanzibar Joe, de La Familia Panconara, del Topo Gigio, de Súper Hijitus, ¡y hasta inventé un personaje para el Club de Hijitus de Canal 9 que se llamaba Patíbula e interpretaba Chela Ruiz!
No me parece que me haya despegado de ninguna de las cosas que decís. La publicidad tiene comerciales en los que uno tiene que contar una historia en 40 segundos, cosa útil para no irse por las ramas. Y una historieta infantil es una historieta, para qué me la voy a despegar, ni que fuera una leprosa...

Marcelo: ¿Qué guionistas de la actualidad reconoce y cree que tienen meritos propios? ¿En qué se parecen y diferencian de su trayectoria?
CT: Guionistas que me gustan mucho hay varios. Los italianos Tiziano Sclavi y Alfredo Castelli. Los franceses Pierre Christin, que está cada vez mejor, y la banda de Joann Sfar, Trondheim, Christophe Blain, Manu Larcenet, todos autores integrales que están haciendo una revolución en la historieta europea. Otra que es notable y también escribe y dibuja es la israelí Rutu Modan. Y acá, para mí, De Santis es Gardel.

Francisco López: Quisiera saber su opinión, sobre la historieta argentina en estos momentos y su proyección.
CT: Esta sí que no la sé, Francisco. No tengo opinión ni conozco la proyección. Hay cosas que me gustan mucho, como los guiones de Pablo De Santis, los dibujos de Max Cachimba, las ideas de Diego Agrimbau y de Luciano Saracino, la iluminada cabeza de Rep, el mundo que va organizando Minaverry, los extraños señores con bigote de Decur, las tiras de Liniers. Eso, todo sumado, crea una proyección, por ahí, si te parece. (Mañana, la cuarta parte)

viernes, 25 de mayo de 2012

ELE, por Trillo, Maicas y Varela

Hoy, un nuevo episodio de Ele, publicado originalmente en la revista Genios, escrito por Carlos Trillo con la colaboración de Eduardo Maicas y dibujado por Lucas Varela.

jueves, 24 de mayo de 2012

CARLOS TRILLO RESPONDE A LOS LECTORES DE FIERROBLOG

Segunda parte de la “entrevista colectiva” realizada a Trillo en Diciembre de 2010 por los lectores de Fierro.

Jorge: ¿Cuál es tu fuente de inspiración para realizar guiones? ¿Tenés formulas? ¿Cómo es tu proceso creativo?
CT: Este tipo de pregunta me llena siempre de perplejidad. Uno está a la pesca. Aparece un carozo que dice “una nena encuentra un elefante prófugo de un circo y lo esconde en su casa sin que sus papás se den cuenta”. Si tenés esa punta, seguro que hacés una historieta como Ele, que con Maicas y Varela hicimos hasta llegar a casi las doscientas páginas.
Uno lee novelas, ensayo, ve películas, se mira un cacho para adentro, le pasan cosas y escucha lo que le cuentan la familia, los amigos, los compañeros. Y algo de todo eso se va cocinando adentro para seguir construyendo historias.

Fernando: Hace poco descubrí una veta suya que no conocía: el guionista crítico. Los reportajes a Breccia y a Oesterheld, los artículos del Club de la Historieta y lo que hacía con Saccomanno. Mi pregunta es ¿por qué se interesó por la crítica de historietas y por qué dejo ese papel?
CT: Me parece que con Saccomanno escribimos bastante a fines de los ´70, sobre todo, porque nadie lo hacía, o sólo estaban Oscar Steimberg, en refinadísimas publicaciones para pocos, y Sasturain, en otras revistas que no eran las que nos publicaban a nosotros. Oesterheld y Breccia eran mitos de nuestra infancia y estaban ahí nomás, no solo para laburar con o a partir de ellos sino para preguntarles cosas. Los aprovechamos. Ahora hay gente haciendo mejor que nosotros la tarea de analistas, comentaristas, críticos. Y yo, la verdad, lo que quise siempre es escribir historietas, no ponerme a escribir sobre ellas.

Ivan Riskin: ¿Alguna vez ilustró un guión de su autoría?
CT: No, Iván. No sé dibujar nada que se pueda mostrar públicamente.

Damián: ¿A qué edad decidió dedicarse de lleno a la historieta? ¿Cuáles son los consejos básicos que usted le daría a quienes todavía no son autores conocidos?
CT: Leí muchas historietas en la infancia. Trabajé en medios afines como el Patoruzú Semanal y Producciones García Ferré, hice algún guión para Misterix cuando Misterix estaba en las últimas, escribí historietas en los suplementos de Satiricón (de Humor Negro, de Humor Chancho, de Humor No Sé Qué). Fui entrando lentamente y como actividad secundaria porque años y años trabajé en agencias de publicidad para pagar la cuota de la casa y las milanesas para los chicos. En ese período de “doble vida” escribí mis primeras cosas para que dibujara Alberto Breccia, empecé El Loco Chávez, participé en Skorpio y en Hum® y derivados. Un dia, en 1986, a mis más de 40 años, dejé la publicidad para hacer solamente historietas.
Es un largo camino, con sus bifurcaciones y rutas cortadas, qué consejo te voy a dar. Sólo que lean mucho, que sean curiosos, que miren, que escuchen, que anoten las huevadas que les vengan a la cabeza, que le den bola a los sueños. Y que escriban bien, en castellano, poniendo bien las comas, relatando con gracia y precisión. Para hacer una historieta no sólo hay que llenar globitos con alguna gracia porque todo, las descripciones, el clima, todo tiene que sugerir, señalar, estar bien contado.

Rodrigo: Me gustaría que comente “Custer”, el trabajo con Jordi Bernet, que considero, fuera de todo lo hecho con Altuna, uno de sus más altos logros. ¿Cómo surgió? ¿Cómo fue la relación con Bernet?
CT: Durante años dije, cuando me preguntaban, que mi historieta favorita era Custer. Es de 1985, creo. Yo no conocía a Bernet personalmente y nos mandamos un par de cartas (mail no había), y él manifestaba sus dudas sobre sus posibilidades de dibujar una historia con naves espaciales y alienígenas. La revista española que la iba a publicar se llamaba Zona 84 y era, justamente, de ciencia ficción. Yo acababa de leer Crash, de J. G Ballard y había quedado impresionado por el prólogo. Ballard decía – y lo cuento a lo bestia - que en el siglo XIX la realidad estaba fuera de uno y la fantasía dentro. Pero que ahora, en la recta final del siglo XX, la televisión, los noticieros, las posibilidades cada vez más ricas del montaje hacían que la realidad ya no estuviera ahí afuera ya que, de tanto ser manipulada, se estaba convirtiendo en fantasía. Quedaba entonces, decía Ballard, para la realidad, el interior de cada uno.
Eso, la vida real como ficción, fue el disparador. Y el leve corrimiento temporal – Custer parecía un detective de los años ´50, con sombrero y todo – que tranquilizaba a mi dibujante, a la vez llenaba la historia de sugestión. Incluso el último capítulo, en el que trabajé con tijera y goma de pegar porque se trataba de contar “otra cosa” con las imágenes que ya habíamos visto a lo largo del relato, redondeó las cosas con mucha fuerza expositiva.

Marina dice: ¿Cómo se hace para conseguir dibujar un guión suyo? ¿Cómo es el proceso para encontrar un dibujante? ¿Es algo personal o tiene que ver con las habilidades de cada uno?
CT: Las historietas se pueden ir viendo a medida que son dibujadas. Ese es un gran motivador para seguir escribiendo. Lo que uno, como guionista, ve dibujado, va completando el relato, lo modifica, si está bien hecho lo enriquece. Por eso es bueno trabajar cerca, ver los resultados, escuchar al que dibuja. Tiene que crearse un equipo que funcione bien y eso se consigue a) leyendo el guión que otro ha escrito, b) dibujándolo sin dejar de agregar relato a cada cuadrito, c) mirando el resultado para seguir escribiendo. Muchas veces, un personaje secundario afortunado en el trazo que le tocó lo hace crecer en lo que sigue del cuento, por ejemplo.

Marcelo dice: Quería saber si alguna vez uno de los tantos dibujantes con los que laburaste te dijo que no a un guión tuyo. ¿Podés contar los motivos? Y si una historieta llega terminada a las manos del editor o si en algún caso necesitaste de la aprobación del guión por parte de la editorial antes de encarar el trabajo con el dibujante. Supongo que en Fierro con la libertad que suele dar será el primer caso, pero no sé cómo será en otros casos.
CT: Me acuerdo de un sólo caso de negativa del dibujante. La primera historia muda que dibujó Mandrafina yo se la había dado a otro, que se negó a hacerla. Creo que, viendo el resultado, fue una suerte.
A veces uno presenta al editor la historieta terminada. Otras veces, sobre todo si estamos tratando de conseguir un buen adelanto sobre el precio que nos permita trabajar sin sobresaltos (eso pasa mucho si uno trabaja para el mercado francés), se presenta un resúmen bien contado de la historia, se escriben y se dibujan unas pocas páginas, tres, cinco. De esa manera, el editor se asegura que el tema y los dibujos tienen que ver con tal o cual colección de su editorial y los autores se aseguran la paga anticipada.
Con Fierro, la primera historia que voy a hacer porque me la pidieron es Bolita, que está dibujando Risso. Todo lo anterior que publicaron fue parte de lo que les mostré o les mostraron los dibujantes. El Síndrome Guastavino ya estaba terminada y a punto de publicarse en Francia cuando se decidieron a comprarla, porque en principio les parecía demasiado fuerte. Tuvimos la suerte que les gustara Varela, porque eso empujó la publicación, me parece.
Historias breves les mostré algunas más de las que publicaron (me acuerdo una que dibujó Cecilia Fernández que ya se publicó tres veces en Europa y la piden como serie, pero que Fierro no la quiso “porque a los dibujos les falta”). Otra historia larga, dibujada por Bobillo, Chocolate con Fritas, que me gusta tanto, tampoco la quisieron. Ojo, esto no es una crítica a Fierro: un editor tiene necesidades, gustos, tendencias, va en alguna dirección. Y a veces coincidimos autores y editor y otras veces no.
Tengo una historia llamada Mariposas de Colores y otra que se titula tentativamente Marian Robinson, que ya han pasado por varios editores franceses. O no les gusta el dibujo o les da asco el guión. Pero en los dos casos ya estamos encaminados para conseguir dónde publicarlas.

Juan Ignacio dice: Me encantaba El Negro Blanco, ¿porque dejo de un día para el otro la tira? Y después de haber trabajado con Ernesto García Seijas con el Negro Blanco, ¿volviste a hacer algo más con él? ¿Le dabas muchas indicaciones de cómo tenía que ser el departamento del Negro, o como tenía que ser Flopi, o todo el entorno más los personajes? ¿O le dabas libertad?
CT: En Clarín nos echaron en Septiembre del ´93 para poner otra cosa y, después de eso estuve varios años sin trabajar allí. Con Ernesto había hecho antes una historia que publicó Skorpio antes de 1980, El Pequeño Rey. Yo no conocía al dibujante porque así se trabajaba por regla general en esos tiempos. Uno entregaba el guión, lo cobraba y se iba a casa. Un día, el editor Alfredo Scutti me dijo que la terminara rápido porque a García Seijas no le gustaba. No era cierto, supe después que le gustaba y mucho, pero había sido la manera de “liberarlo” para que hiciera otra cosa que a él y a un comprador secreto que tenía en Italia les interesaba más.
Cuando terminó El Loco Chávez porque Altuna se iba a quedar a vivir en España y sólo le interesaba el mercado europeo, propuse hacer una nueva tira con Ernesto. Me pareció que era un realista que iba a andar bien en la contratapa del diario. Hicimos unas muestras, nos rebotaron algunas caras y compraron por fin al barbeta. Ernesto es un dibujante muy apegado a la documentación. La primera chica que apareció, Chispa, se la pasé de una revista de modas, una rubia casi albina peladita. La segunda la eligió él a partir de una modelo argentina, Araceli González. Yo le dije que hiciera a Cococha parecida a la Olivia de Popeye y me reí mucho con el resultado. Tenía la libertad que tienen siempre los dibujantes con los que trabajo. Pero lo conflictuaba mucho la verosimilitud y eso, de alguna manera enriqueció nuestra historia. Nadie dibujó el Villa Freud de Palermo, el bar La Paz, la calle Florida y el Florida Garden como Ernesto.
Con él hicimos también largas sagas de Flopi para un editor italiano, Piel de Lobo, que era una larga historia con indios urbanos y algunas muestras que nunca prosperaron para publicar en Francia. (El sábado, la tercera parte)

miércoles, 23 de mayo de 2012

CARLOS TRILLO RESPONDE A LOS LECTORES DE FIERROBLOG

En Diciembre de 2010, los lectores de Fierro tuvieron la oportunidad de hacer llegar al blog de la revista todas las preguntas que quisieran y Trillo las respondió, una por una.
Hoy, la primera parte de esta jugosa “entrevista colectiva”.

Pablo Zambrano: Me llamaron la atención dos historias publicadas en Fierro con Túnica y Bobillo como dibujantes… ¿qué tanto hay de autobiográfico en ellas?
CT: La cosa empezó en una reunión en la que había algunos compañeros de mis años en la publicidad. Yo trabajé como creativo de agencias entre 1968 y 1972. Ahí fue cuando salió Satiricón y me ofrecieron trabajar en la redacción. En 1974 pasé a otra revista, Mengano. Y en marzo de 1976, la dictadura de Videla la clausuró (antes, Isabelita había clausurado Satiricón) y se acabaron por un rato las revistas de humor y sátira política para mí. Volví, pues, a las agencias de publicidad donde estuve empleado como creativo durante todo el período militar.
En esta reunión que te decía nos preguntamos cosas sobre nosotros mismos en esos tiempos de mierda. Y ejercitamos un poco la memoria. Vos viste que hay como un aire de no dejar que el olvido se apropie de aquella parte siniestra de nuestra historia, y por ahí eso despertó alguna de las neuronas que se me encienden cuando hay algo para contar cerca del lugar. O fue porque nos acordamos de anécdotas entre divertidas y siniestras, o porque digerir lo que
vivimos sigue siendo difícil treinta años después. La cosa es que me metí a garabatear estas historias. Tienen algo, poco, de autobiográfico. Y por ahora escribí esos dos que decís, que salieron en Fierro y en una revista italiana que se llama Animals. Los de Animals piden más y en el número de noviembre 2010 dijeron, en la presentación de la que dibujó Bobillo que “seguramente” esperé la justa distancia de la tragedia para contar estos “brevi racconti”. Pero el disparador fue esa reunión que empecé contando. Ahora, si me preguntás por qué ahora salió ese tema en una reunión, empezamos de nuevo y podemos estar hasta mañana divagando sobre el tema.

Pablo Zambrano: ¿Había algo de autobiográfico en algunos capítulos del Loco Chávez?
CT: El Loco Chávez tiene poco de autobiográfico. No soy hincha de Racing, un elemento que le vino tan bien a la historia, ni conocí a Pampita, que solo flotaba en la imaginación del dibujante. Malone, el amigo del Loco, era una especie de caricatura de Guillermo Saccomanno y decía, como él cuando se ponía nervioso: “¡Soy una albóndiga de napalm!”. Tenía, seguramente, gestos de mucha gente, formas de pensar, de moverse. Dicen los que estudian el alma que es más fácil mirar a los demás que a uno mismo.

Pablo Zambrano: Hace años leí de su (justificado) enojo por lo que robaba la serie Dark Angel de Cybersix ¿llegó a haber juicio?
CT: Dark Angel fue una copia de Cybersix, sin duda. No pudimos hacer un juicio porque había que iniciar la demanda en Los Angeles y nos hubiera costado lo que no teníamos llevarlo adelante.

Brrs: ¿Cuáles son tus películas favoritas?
CT: Desde hace una semana o así, estoy enamorado de una idea de Nanni Moretti. No vi la película y ni siquiera se estrenó todavía pero se trata de un papa que tiene una crisis de fe y Moretti protagoniza al psicoanalista que llaman los del Vaticano medio en secreto para ver qué le pasa al pobre viejo. ¿Sabés la historia maravillosa que se puede escribir con esa consigna?
Me gusta Nanni Moretti, me encantó Palombella Rossa y me gustaron CaroDiario y Abril. Lo que me lleva a decirte que amo el cine italiano. Nunca me voy a olvidar la cara de Alberto Sordi cuando lo están por fusilar en La Grande Guerra. Lo que, a su vez, me lleva a Mario Monicelli, el viejito observador y directo que se suicidó el otro día en Roma. La Armada Brancaleone, Amici Miei, Los desconocidos de siempre, I Compagni, el documental sobre Nino Rota. Siempre me gustó mucho la commedia all´italiana y, de todos, siempre preferí a Monicelli.
Bueno, podría estar horas con este tema y, por lo que veo, el cuestionario es largo. Por eso te voy a nombrar películas de las que siempre me acuerdo: Cuando huye el día, de Ingmar Bergman, Pajaritos y pajarracos, de Pasolini, El Cochecito, de Marco Ferreri (¡con guión de Rafael Azcona!), todo el ciclo de Antoine Doinel de Francois Truffaut, Muerte en Venecia, de Luchino Visconti, esa preciosura llamada Daddy Nostalgia, de Tavernier, también con Dirk Bogarde (como Muerte en Venecia), El Muerto, que fue la última de John Huston. Y como ven, me salteé algunos años y no llegué ni al ´90.
Termino: en los últimos años las que más me gustaron son películas de Michael Haneke: La Profesora de Piano, que es del 2002, y Caché (Escondido), del 2005.

Matías: Quería preguntarle sobre la antigua dupla Trillo/Altuna. ¿Por qué no hizo más nada con Horacio Altuna, hubo alguna discusión de por medio? Con Las Puertitas del Sr. López, Merdichesky, El Loco Chávez, Charlie Moon o El Ultimo Recreo, ¿fueron todas ideas suyas o Altuna también aportaba ideas a sus guiones?
CT: Altuna dibujó guiones míos que se publicaron en diarios y revistas de mucha venta. En un momento se fue a vivir a España y al tiempo decidió que ya no quería dibujar más el Loco Chávez. Con lo que dejé de escribirle los guiones y él empezó a escribir sus propias historias.

Matías: De todos los dibujantes que han trabajado durante toda su carrera, a su criterio personal, ¿con cuál de todos se quedaría?
CT: Trabajé y trabajo con varios dibujantes. Sería incapaz, en serio, de elegir uno como mi favorito.
Desde tiempos inmemoriales me divierto trabajando con Mandrafina y con Bernet. Los entiendo, me entienden, llegamos a formar tándems muy sólidos.
Bernet dice que no le gusta la ciencia ficción pero juntos hicimos Custer. Es capaz de ironizar, de caricaturizar su propio dibujo hasta límites increíbles. Puede hacer un tipito que parece sacado de un dibujo de Ianiro y ensamblarlo a la perfección con las figuras realistas que tiene alrededor.
Mandrafina es uno que la tiene reclara. Sin duda es uno de los dibujantes que mejor cuenta su “teoría de qué carajo estamos haciendo con estas figuritas”. A Cacho hay que escucharlo, siempre. Y si le pedís que dibuje un tipo con cara de culo o a un cura que le pega con un crucifijo a su hermano para que le entre la palabra del Señor, sentáte y esperá un rato el resultado. Te va a dejar con la boca abierta, vas a ver.
Me gustó siempre mucho trabajar con Meglia porque los encuentros de trabajo con él me despertaban cosas que yo no suelo desarrollar, más fantásticas, con trompeta en vez de con guitarra. Red Song, la última historia que hicimos juntos, es de lo que más me gustaría que se vea por acá.
Con Risso estamos volviendo a trabajar juntos y sigue siendo un placer enorme. ¡No le hace asco a ningún tema, el tipo! Siglo XVII, guerra de la Independencia, ciencia ficción trash, policial con elemento sobrenatural, boliviana villera (ahora). Le contás una historia que te está viniendo, dice siempre que sí. Y le pone esos negros mágicos, qué se yo, y esas expresiones llenas de calidez, casi inconcebibles en un estilo que a golpe de vista parece frío y al final de frio no tiene nada.Bolita, que es el nombre de la historieta que se empieza a publicar en la Fierro de diciembre, ya tratamos de usarlo una vez. Nuestro editor italiano de entonces, interesado pero con dudas, nos dijo que el único problema era que en Europa nadie sabía que en Argentina esa palabra es un despectivo por boliviano. Y nos sugirió hacer una chica turca en Alemania porque esa discriminación la tenían clara. Pero como nosotros no, decidimos hacer algo más clásico: una detective mexicana (chicana) en Nueva York. No es la misma historia. Nuestra bolita no es detective sino que limpia casas por hora. Pero tiene una gran curiosidad y se mete en algunos líos que van a ver.
Desde hace menos tiempo me entiendo muy bien con tipos de la edad de mis hijos. Como Bobillo, que discute todo y se entusiasma como un nene y vuela por su estudio y está lleno de chichones porque se pega la cabeza contra el techo. O como Varela, más circunspecto, de estilo detallista y cerrado pero de ideas abiertas como pocas veces había visto.
Y están los más chicos: Saenz Valiente y Túnica, que dibujaron sus primeros álbumes sobre guiones míos y son dos talentos que van a dar que hablar, van a ver.
Hay más, ¿eh? ¿Cómo pensás que voy a preferir a uno solo, Matías?

Matías: ¿Puertitas nunca más va a volver?
CT: Puertitas no va a volver, no, por favor, fue un quilombo hacerla. No quiero ser editor otra vez.

Matías: ¿No hay posibilidad de que se edite acá Spaghetti Bross? Porque no la consigo y solo tengo un tomo, pero en francés y son carísimos, cada tomo arriba de los 110 pesos...
CT: Spaghetti Brothers tiene casi dos mil páginas a las que se suma una suerte de “veinte años después” que fue Viejos Canallas. Sería bueno encontrar un editor que la publique entera y no un pedacito. ¿Hay alguno en la sala?

Matías: Usted tiene un montón de cosas buenísimas que hace para afuera que acá nadie las edita ¿En eso tiene que ver que no hay publico o no porque no se pone de acuerdo con un editor?
CT: Yo no hago cosas “para afuera”. Pero “afuera” se publican muchas historietas, en Estados Unidos, en Japón, en Francia y en Italia, que son los dos que más compran las cosas que yo escribo. Acá, en cambio, se publican muy pocas y no se pagan bien. Sin embargo, todos los autores locales queremos ver nuestras cosas publicadas en argentino. Y así y todo hay montañas de materiales inéditos en el país, lástima. Si querés ser editor y te interesa publicarme llamáme. Seguro que nos ponemos de acuerdo. (Mañana, la segunda parte)

martes, 22 de mayo de 2012

MEMORIA DEL VIEJO MUNDO, por Carlos Trillo y Alberto Dose

Hoy, la tercera y última de las historietas que componen este ciclo de unitarios, realizados a principios de los ´80 para la revista Tiras de Cuero.



jueves, 17 de mayo de 2012

HASTA EL MARTES

Empieza la temporada de eventos de historieta fuera de Buenos Aires, y el primero al que asistiremos es Montevideo Comics, en la hermana República Oriental del Uruguay.
Por ese motivo, el blog no tendrá nuevas entradas hasta el próximo martes, en que retomaremos nuestro contacto diario.

miércoles, 16 de mayo de 2012

ELE, por Carlos Trillo

Hoy ofrecemos el guión de la historieta que vimos ayer, escrito por Trillo con la colaboración de Eduardo Maicas, tal como lo recibió Lucas Varela. Fíjense que el primer cuadro del guión fue convertido por Varela en dos cuadros distintos. Incluso el final no coincide con lo que vimos ayer, ya que este fue modificado por el dibujante. Con este y otros pequeños cambios, un guión de 11 viñetas se convirtió en una historieta de 19 viñetas.

ELE 14
1.- VEMOS A ELE POR LA CALLE CON UNA GORRA DE VISERA, UNA BUFANDA, UNA PIPA APAGADA, CUATRO BOTAS DE LLUVIA Y UN IMPERMEABLE QUE ESTA ENTERO, CON MANGAS Y TODO, SOBRE SU LOMO ENORME.
ELE: (Se supone que no tengo que salir de la casa, pero me aburro. Espero que funcione este disfraz de primo de la vecina de al lado.)
VOZ DE ABAJO: ¡Pst, señor!

2.- MIRA PARA TODOS LADOS MUY CONTENTO.
ELE: (¡Dio resultado! ¡Me dijeron señor!)
ELE: ¿Quièn me llama?
GLOBO DE ABAJO: Yo, acá abajo.

3.- ES UNA RANA ALLA ABAJO LA QUE LE HABLA MUY COMPUNGIDA.
RANA: Mire, no se guìe por las apariencias, en realidad soy una princesa que sufrió un hechizo.
RANA: Sólo puedo recuperar mis formas si un hombre bello y altivo me da un beso. Si usted fuera tan amable…
ELE: ¡Caramba!

4.- ELE HINCHADO DE GUSTO ESTIRA LA TROMPA PARA BESAR A LA RANA.
ELE: (No solo me confundió con una persona, encima se cree que soy Brad Pitt.)
ELE: Pero encantado, dulzura.

5.- LA BESA.
SMACK!

6.- NO PASA NADA. LA RANA SE MIRA Y SE ENTRISTECE.
RANA: Qué raro, no funciona.
ELE: (Claro, pobre, es porque pese a lo perfecto de mi disfraz, no soy un hombre.)

7.- SE ALEJA UN POCO AVERGONZADO. LA RANA SE MIRA Y LANZA ALGUNAS LAGRIMAS.
ELE: Igual ha sido una experiencia maravillosa besarte, nena.
ELE: (Mejor me voy antes de que me mire bien y se de cuenta del engaño.)

8.- VEMOS LA RANA ATRÁS SOLLOZANDO. ELE MIRA ALGO EN EL PISO CON GRAN SUSTO.
ELE: (Pero… ¿què ven mis ojos?)
ELE: (¡Ahì hay una hormiga!)
9.- ELE ATERRADO.
ELE: (¡Y me vio besando a la rana!)
ELE: (¡Seguro que ahora vuelve al hormiguero y le cuenta todo a mi novia, con lo celosa que es!)
ELE: (¡Debo hacer algo!)

10.- DA UN FEROZ PISOTON EN EL PISO QUE RETUMBA.
TUMP.
PONE CARA DE PREOCUPACION.
ELE: Ay, disculpe, no la vi.

11.- SE ALEJA MEDIO CULPOSO POR LO OCURRIDO.
ELE: (SILBA PARA DISIMULAR)

FIN

martes, 15 de mayo de 2012

ELE, por Trillo, Maicas y Varela

A pedido de los lectores vuelve Ele, la historieta que durante varios años realizaron a razón de dos páginas por semana Carlos Trillo, Eduardo Maicas y Lucas Varela para la revista Genios.

lunes, 14 de mayo de 2012

CARLOS TRILLO: BUENOS AIRES COMICS, por Buenos Aires Turismo


BAT:¿Qué historietas conociste primero (de acá o de afuera)?
CT: Me acuerdo mucho del Pato Donald y de la ansiedad con la que hojeaba la revista, que salía los martes, donde trabajaba un guionista maravilloso, que se llamaba Carl Barks. Muy poco después de Pato Donald, me atrajeron Patoruzito y Misterix, y allí lo más importante era de origen argentino, como el Langostino de Ferro, aquel marinero que empezaba siempre sus aventuras en el Riachuelo, o el Vito Nervio de Wadel y Breccia que tomaba mate en la catacumbas de París. Y el sargento Kirk, de Oesterheld y Pratt, sin duda el gran comienzo de la moderna historieta argentina. Y acompañando el crecimiento de una generación, a Oesterheld se le ocurrió hacer Hora Cero y [la editorial] Frontera cuando yo ya tenía doce años y en esas publicaciones pudimos leer El Eternauta, Sherlock Time, Rolo, todas esas historias que privilegiaban a Buenos Aires como lugar aventurable. Era para nosotros sorprendente darse cuenta que nuestra ciudad, como Tokio o Nueva York, podía ser el lugar donde empezaban fines del mundo, viajes al espacio o que la invasión de los marcianos se iniciaba acá, en casa.

BAT: ¿Qué guionistas, locales y extranjeros, te inspiraron en tu carrera?
CT: Las inspiraciones, es probable, se pueden encontrar más en la literatura y en el cine. Pero no hay dudas de que la de Carl Barks –el del viejo Pato Donald– fue una lectura reveladora, como la de mis empecinadas lecturas de John Stanley, el de La Pequeña Lulú. Y sin duda me tiene que haber marcado Oesterheld, un verdadero innovador del género, que nos llenó de inolvidables personajes argentinos.

BAT: ¿Qué te gusta en el género de la historieta urbana?
CT: Por ejemplo, Monsieur Jean, de Dupuy y Berberian, dos franceses de París. Oesterheld y Solano López construyeron la mejor historieta que haya pasado en Buenos Aires. Nadie se puede olvidar de Puente Saavedra, de la Cancha de River, de la batalla en el Congreso de la Nación. Pero si la miramos atentamente, la documentación es poca. A Solano, que es un genio, le bastó mostrar con gran intensidad unos poquísimos cuadros de referencia documentada para que esas escenas quedaran en nuestra memoria para siempre. Después hay historietas en las que la ciudad donde transcurren puede elegirla el lector. Por ejemplo, hace más de 15 años, con Maicas y Jordi Bernet hacemos todas las semanas Clara de Noche, que se publica en el semanario español El Jueves, en una revista de fumetti italiana llamada Skorpio y en el diario Página/12 de Buenos Aires.

BAT: ¿Y como retratos de Buenos Aires?
CT: A lo mejor el gran poeta de un Buenos Aires que ya no existe haya sido Calé, con su “Buenos Aires en camiseta”. Una ciudad no es sólo el dibujo caligráfico de sus edificios sino cómo se ríen sus gentes, como se visten, cómo se paran en una esquina. Y para eso Calé no tiene igual.
Otro gran ejemplo es “El Eternauta”, claro, con nuestra ciudad metida en una invasión extraterrestre que incluía una nevada fatal inolvidable para quien vive acá y sabe que las nieves, como no sean las del tiempo, son más bien escasas.
Entre las cosas de época, y ésta corresponde a la época del sainete en el teatro, está “El conventillo de Don Nicola”, una gran muestra de los tiempos de la gran inmigración y aquel invento, el conventillo, que hacinaba a muchas familias en unas pocas habitaciones. Y en definitiva, Mafalda es un producto de esta ciudad.

BAT: ¿Cómo trabajaban en El Loco Chávez con Horacio Altuna?
CT: Yo en esos años me ganaba la vida como redactor en una agencia de publicidad, así que los guiones, muchas veces los escribía charlando con Altuna en los bares, o se los contaba por teléfono. Después la cosa se complicó porque el dibujante se fue a vivir a España en una época en que no había Internet y teníamos que depender de las incertidumbres de los correos de allá y de acá.

BAT: ¿Cómo decidían con Altuna la manera de mostrar Buenos Aires?
CT: El diario [Clarín] nos permitía utilizar fotógrafos para tener escenas de calles y recorridos de la ciudad. Altuna acompañaba al fotógrafo y le decía que ángulos, qué esquinas le interesaban para mostrar.

BAT: ¿Cómo puede un turista (o un porteño que ignore el tema) conocer la historieta local?
CT: No es muy fácil pero algo hay recopilado en libros y álbumes. Por suerte El Eternauta se encuentra en librerías, en comiquerías y en kioscos y es un clásico de esos que nunca dejan de venderse. De El Loco Chávez está apareciendo una colección de libros que intentará poner al alcance del lector interesado los tramos más interesantes de la historia. Pero, por desgracia, al papel viejo se lo comieron las polillas y no hay recopilaciones de muchos autores de gran calibre (Ferro, Battaglia, Torino, etc.). En Internet se encuentran algunas cosas: por ejemplo hay un sitio que recopila dibujos de Guillermo Divito, y he visto muchas páginas de Don Pascual y de Langostino en blogs de fanáticos.

BAT: ¿Qué autores le recomendarías al turista del comic nacional, de los viejos y de los nuevos (guionistas y dibujantes)?
CT: Hay que leer a Oesterheld, hay que mirar a Solano López, hay algunas cosas más experimentales en un sitio de Internet que se llama Historietas Reales, tenemos a los ganadores del premio Planeta deAgostini de novela gráfica, Diego Agrimbau y Gabriel Ippoliti, que pronto publicarán por ese sello una historieta con camioneros en el espacio al que sólo le falta un tango de De Angelis de fondo. Hay muchas cosas, no es fácil encontrarlas. A veces es más fácil encontrar cómics argentinos en una Fnac de París que en una Yenny de Buenos Aires…

Publicado originalmente en el portal Turismo Buenos Aires en 2008.