lunes, 14 de mayo de 2012

CARLOS TRILLO: BUENOS AIRES COMICS, por Buenos Aires Turismo


BAT:¿Qué historietas conociste primero (de acá o de afuera)?
CT: Me acuerdo mucho del Pato Donald y de la ansiedad con la que hojeaba la revista, que salía los martes, donde trabajaba un guionista maravilloso, que se llamaba Carl Barks. Muy poco después de Pato Donald, me atrajeron Patoruzito y Misterix, y allí lo más importante era de origen argentino, como el Langostino de Ferro, aquel marinero que empezaba siempre sus aventuras en el Riachuelo, o el Vito Nervio de Wadel y Breccia que tomaba mate en la catacumbas de París. Y el sargento Kirk, de Oesterheld y Pratt, sin duda el gran comienzo de la moderna historieta argentina. Y acompañando el crecimiento de una generación, a Oesterheld se le ocurrió hacer Hora Cero y [la editorial] Frontera cuando yo ya tenía doce años y en esas publicaciones pudimos leer El Eternauta, Sherlock Time, Rolo, todas esas historias que privilegiaban a Buenos Aires como lugar aventurable. Era para nosotros sorprendente darse cuenta que nuestra ciudad, como Tokio o Nueva York, podía ser el lugar donde empezaban fines del mundo, viajes al espacio o que la invasión de los marcianos se iniciaba acá, en casa.

BAT: ¿Qué guionistas, locales y extranjeros, te inspiraron en tu carrera?
CT: Las inspiraciones, es probable, se pueden encontrar más en la literatura y en el cine. Pero no hay dudas de que la de Carl Barks –el del viejo Pato Donald– fue una lectura reveladora, como la de mis empecinadas lecturas de John Stanley, el de La Pequeña Lulú. Y sin duda me tiene que haber marcado Oesterheld, un verdadero innovador del género, que nos llenó de inolvidables personajes argentinos.

BAT: ¿Qué te gusta en el género de la historieta urbana?
CT: Por ejemplo, Monsieur Jean, de Dupuy y Berberian, dos franceses de París. Oesterheld y Solano López construyeron la mejor historieta que haya pasado en Buenos Aires. Nadie se puede olvidar de Puente Saavedra, de la Cancha de River, de la batalla en el Congreso de la Nación. Pero si la miramos atentamente, la documentación es poca. A Solano, que es un genio, le bastó mostrar con gran intensidad unos poquísimos cuadros de referencia documentada para que esas escenas quedaran en nuestra memoria para siempre. Después hay historietas en las que la ciudad donde transcurren puede elegirla el lector. Por ejemplo, hace más de 15 años, con Maicas y Jordi Bernet hacemos todas las semanas Clara de Noche, que se publica en el semanario español El Jueves, en una revista de fumetti italiana llamada Skorpio y en el diario Página/12 de Buenos Aires.

BAT: ¿Y como retratos de Buenos Aires?
CT: A lo mejor el gran poeta de un Buenos Aires que ya no existe haya sido Calé, con su “Buenos Aires en camiseta”. Una ciudad no es sólo el dibujo caligráfico de sus edificios sino cómo se ríen sus gentes, como se visten, cómo se paran en una esquina. Y para eso Calé no tiene igual.
Otro gran ejemplo es “El Eternauta”, claro, con nuestra ciudad metida en una invasión extraterrestre que incluía una nevada fatal inolvidable para quien vive acá y sabe que las nieves, como no sean las del tiempo, son más bien escasas.
Entre las cosas de época, y ésta corresponde a la época del sainete en el teatro, está “El conventillo de Don Nicola”, una gran muestra de los tiempos de la gran inmigración y aquel invento, el conventillo, que hacinaba a muchas familias en unas pocas habitaciones. Y en definitiva, Mafalda es un producto de esta ciudad.

BAT: ¿Cómo trabajaban en El Loco Chávez con Horacio Altuna?
CT: Yo en esos años me ganaba la vida como redactor en una agencia de publicidad, así que los guiones, muchas veces los escribía charlando con Altuna en los bares, o se los contaba por teléfono. Después la cosa se complicó porque el dibujante se fue a vivir a España en una época en que no había Internet y teníamos que depender de las incertidumbres de los correos de allá y de acá.

BAT: ¿Cómo decidían con Altuna la manera de mostrar Buenos Aires?
CT: El diario [Clarín] nos permitía utilizar fotógrafos para tener escenas de calles y recorridos de la ciudad. Altuna acompañaba al fotógrafo y le decía que ángulos, qué esquinas le interesaban para mostrar.

BAT: ¿Cómo puede un turista (o un porteño que ignore el tema) conocer la historieta local?
CT: No es muy fácil pero algo hay recopilado en libros y álbumes. Por suerte El Eternauta se encuentra en librerías, en comiquerías y en kioscos y es un clásico de esos que nunca dejan de venderse. De El Loco Chávez está apareciendo una colección de libros que intentará poner al alcance del lector interesado los tramos más interesantes de la historia. Pero, por desgracia, al papel viejo se lo comieron las polillas y no hay recopilaciones de muchos autores de gran calibre (Ferro, Battaglia, Torino, etc.). En Internet se encuentran algunas cosas: por ejemplo hay un sitio que recopila dibujos de Guillermo Divito, y he visto muchas páginas de Don Pascual y de Langostino en blogs de fanáticos.

BAT: ¿Qué autores le recomendarías al turista del comic nacional, de los viejos y de los nuevos (guionistas y dibujantes)?
CT: Hay que leer a Oesterheld, hay que mirar a Solano López, hay algunas cosas más experimentales en un sitio de Internet que se llama Historietas Reales, tenemos a los ganadores del premio Planeta deAgostini de novela gráfica, Diego Agrimbau y Gabriel Ippoliti, que pronto publicarán por ese sello una historieta con camioneros en el espacio al que sólo le falta un tango de De Angelis de fondo. Hay muchas cosas, no es fácil encontrarlas. A veces es más fácil encontrar cómics argentinos en una Fnac de París que en una Yenny de Buenos Aires…

Publicado originalmente en el portal Turismo Buenos Aires en 2008.

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