Tercera parte de la “entrevista colectiva” realizada a Trillo en Diciembre de 2010 por los lectores de Fierro.
Viktor: Me gustaría que comente cómo surgió la idea de Simón con impecables dibujos de Risso y cómo fue llevar adelante ese original proyecto.
CT: Antes de la había pasado esto: antes de colaborar con él – poco - en el guión de Las Puertitas del Señor López para el cine, yo había trabajado en un tratamiento cinematográfico con Alberto Fischerman. Se trataba de una adaptación de Gaspar Ruiz, la novela corta de Joseph Conrad que cuenta la peripecia de la guerra sucia contra indios y pobres que libró el ejército del General San Martín en Chile. Leímos, investigamos, tratamos de ver si Conrad macaneaba, pero no, el polaco que escribió en el mejor inglés que se recuerde, sabía todo sobre el tema. Llegamos a hacer un guión literario y hasta a escribir largas secuencias de la película. Que nunca se hizo.
Quedaron, pues, libros de consulta y una línea interesante para contar otra historia. Y, minimizados a telón de fondo los elementos de la novela de Conrad apareció Simón, una historia larga, autoconclusiva, bien apoyada sobre los acontecimientos de la campaña chilena de San Martín. Se publicó por entregas en Italia, en un libro de gran formato en Francia y hace poco, casi veinte años después, apareció en Argentina.
Oh matías: De chico me tope con “Los Misterios de la Luna Roja” y aunque ya tenía algo de lucky luke y otras cosas, tu laburo me voló la peluca (junto a Risso claro) de esto se desprenden algunas preguntas ¿Es conseguible en castellano?
CT: Los Misterios de la Luna Roja se publicó por primera vez en el semanario infantil Genios y hay una edición española que, creo, a esos precios que llegan las historietas desde España, se puede conseguir en comiquerías acá. Espero que salga una edición argentina pero por ahora no se ve editor a la vista.
Oh matías: ¿Es posible que el género aventura/fantástico sea el género que en el que te sentís más cómodo?
CT: Es cierto, utilizo recursos fantásticos muchas veces. Con Risso tenemos una historia de detectives, Video Noir, en la que en medio de la investigación aparece el mismísimo demonio. Hyter de Flok, dibujada por Horacio Domingues, está protagonizada por una rockera drogona que se cae en el mundo de las hadas. El Boggart, también dibujada por Domingues, tiene un gnomo investigando asesinatos de hadas para utilizar ciertas sustancias que tienen en las hadas para vender a los humanos una droga que otra que la heroína. Hay más, pero también escribí muchas historias realistas sin intervención de la magia o lo fantástico, qué se yo, Spaghetti Brothers, Viejos Canallas, Chicanos, El Negro Blanco.
Oh matías: Seguramente la complejidad del proceso de escritura es variable, pero para desarrollar un guion ¿existe algún tipo de método que sirva a modo de disparador en el proceso de escritura?
CT: No hay métodos para pensar historias. Los hay para desarrollarlas mejor, seguramente. Todo sirve para hacer venir las ideas: lo que te dicen, lo que te hacen, lo que hacés, lo que lamentás, lo que te enoja, lo que te hace reir. Se disparan (las ideas) mirando fotos, leyendo novelas, estudiando anatomía o zoología, escuchando hablar a tu abuelita. Gianni Rodari escribió bellos cuentos infantiles y también una Gramática de la Fantasía, maravilloso libro en el que propone que además de enseñar gramática, historia y matemáticas, en la escuela hay que enseñar fantasía. Y dice que hay métodos para que los chicos aprendan a pensar historias. Pone el ejemplo del binomio fantástico, que se podría explicar con este ejemplo: si tenemos un perro acostado en la alfombra no hay historia. Pero si ponemos un perro acostado en el bolsillo de un sobretodo sí la hay.
Valentín: En el prólogo a la reedición de “El Síndrome Guastavino”, Juan Sasturain señala con insistencia (y con bastante razón) el inequívoco aliento novelístico de esa obra. Por otro lado, creo haber leído por ahí que estás trabajando junto a Pablo Túnica en una historieta inspirada en un material netamente literario como es “Un Tango pour Monsieur Lautrec”, un viejo laburo en colaboración entre Julio Cortázar y el Menchi Sábat. La relación entre “Cosecha Verde” y la corriente del realismo mágico, con Gabo García Márquez a la cabeza, es un hecho que vos mismo has destacado. Y más recientemente, “Sasha Despierta” tiene mucho de thriller psicológico novelado, donde te das el lujo de largas secuencias de pura conversa, profundizando situaciones dramáticas y conflictos como no se acostumbra, en general, en un medio como la historieta. Mi pregunta es la siguiente: ¿consideraste la posibilidad de escribir una novela, de volcarte de lleno a la literatura? ¿Qué es lo que te seduce de la historieta en particular como medio creativo, en oposición o alternativa a la literatura o (por caso) el cine?
CT: ¿Quién te contó eso que decís que estamos haciendo con Túnica? ¿Dónde leen estas cosas? ¿Salen en la Pronto? Con Túnica estamos haciendo una historia ambientada en la Buenos Aires de 1925. Incluye pobres muchachas francesas (eran carísimas, las baratas eran las polacas) y también a una leyenda del corresponsal viajero, Albert Londres, que hizo una investigación acá sobre el camino de la prostitución de las europeas que venían a trabajar de putas. Tiene una gran investigación bibliográfica, muchos tangos, mucho bar Tortoni y Los 36 Billares, sífilis, chinos de Dock Sur como esos que contaba Pedro Blomberg y hasta periodista del diario Crítica con labio leporino enamorado de la rubia Mireya. Son todos elementos novelescos, Londres investiga una muerte pero no incluye esa historia en su famoso – y real - libro (que fuera traducido nada menos que por Bernardo Kordon). Son dos tomos de 54 páginas y lo va a publicar Delcourt en Francia por primera vez el año que viene.
Sasha tiene una historia sórdida y terrible pero está contada con bastante humor (espero). Me divierten mucho el detective chino que Varela dibuja con traje negro y ojotas y la chinita que lo persigue diciéndole que la embarazó. Y no, no pienso escribir novelas, amo a los buenos escritores, quiero leerlos a todos, pero yo escribo historietas. Me va a llevar la vida averiguar hasta dónde se puede llegar en esto como para pensar en otras cosas.
Román Moreno: ¿Hace modificaciones mientras escribe? ¿Utiliza algún tipo de estructura para armar el relato? ¿Qué elementos tiene en cuenta al hacer historieta infantil? A modo más personal, ¿le gusta su trabajo o lo hace por oficio? ¿Cuál le gusta más de sus trabajos?
-Esta es, nuevamente, la pregunta o andanada de preguntas que me llena (n) de perplejidad. Lo primero que me viene es contestar “Qué se yo”.
Pero sí, hago modificaciones mientras escribo, a veces cambio los globos de cuadros que ya están dibujados. No pienso en la estructura, siempre tengo la sensación de que hay una manera sola de contar cada historia. Y las historietas infantiles tiene los mismos elementos que las que son para más grandes. Simplemente, hay que tener en cuenta la información con la que cuenta un chico de diez años, por ejemplo, para no meterlo a leer cosas que no va a entender o va a entender mal. Uno acumula oficio trabajando, sin duda. Y lo usa. Pero me parece que hay algo más que oficio en un autor o está frito.
Marcelo: ¿Cómo fue su trabajo con García Ferré? ¿Cómo era hacer un guión para la editorial? ¿Cómo hizo para despegarse (si es que lo hizo) de esos trabajos dedicados al público infantil o los que provienen de la publicidad?
CT: Mi trabajo en García Ferré fue un gran aprendizaje. Yo en 1966 tenía un programa de radio en lo que entonces se llamaba Radio Municipal, que era la encargada de las transmisiones del Colón y pasaba mucha música clásica. Pero en los huecos de esa programación metía audiciones experimentales, conversaciones literarias, cosas así con alguna elasticidad. Allí con Carlos Marcucci, Eduardo Belgrano Rawson, Alberto Broccoli, participé en varias cosas. Una era un espacio semanal de media hora donde se hacían reportajes. Primero le hice uno, el primero, a Oesterheld. Y después se me ocurrió ir a golpear la puerta en Producciones García Ferré, pedí hablar con él y le propuse una lista de preguntas para que contestara Hijitus con esa voz medio electrónica que le habían inventado. Lo divirtieron las preguntas y me ofreció trabajo. Me puso bajo la supervisión de Alberto Heredia, jefe de redacción y factótum de un mensuario de historietas que se llamaba Antifaz, que aprovechaba los personajes secundarios de Anteojito como héroes de aventuras más o menos infantiles. Heredia, tipo sabio, paciente y didáctico me enseñó a construir un guión y, sobre todo, a trabajar para la editorial. Escribí pues guiones de Antifaz y Zanzibar Joe, de La Familia Panconara, del Topo Gigio, de Súper Hijitus, ¡y hasta inventé un personaje para el Club de Hijitus de Canal 9 que se llamaba Patíbula e interpretaba Chela Ruiz!
No me parece que me haya despegado de ninguna de las cosas que decís. La publicidad tiene comerciales en los que uno tiene que contar una historia en 40 segundos, cosa útil para no irse por las ramas. Y una historieta infantil es una historieta, para qué me la voy a despegar, ni que fuera una leprosa...
Marcelo: ¿Qué guionistas de la actualidad reconoce y cree que tienen meritos propios? ¿En qué se parecen y diferencian de su trayectoria?
CT: Guionistas que me gustan mucho hay varios. Los italianos Tiziano Sclavi y Alfredo Castelli. Los franceses Pierre Christin, que está cada vez mejor, y la banda de Joann Sfar, Trondheim, Christophe Blain, Manu Larcenet, todos autores integrales que están haciendo una revolución en la historieta europea. Otra que es notable y también escribe y dibuja es la israelí Rutu Modan. Y acá, para mí, De Santis es Gardel.
Francisco López: Quisiera saber su opinión, sobre la historieta argentina en estos momentos y su proyección.
CT: Esta sí que no la sé, Francisco. No tengo opinión ni conozco la proyección. Hay cosas que me gustan mucho, como los guiones de Pablo De Santis, los dibujos de Max Cachimba, las ideas de Diego Agrimbau y de Luciano Saracino, la iluminada cabeza de Rep, el mundo que va organizando Minaverry, los extraños señores con bigote de Decur, las tiras de Liniers. Eso, todo sumado, crea una proyección, por ahí, si te parece. (Mañana, la cuarta parte)
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