miércoles, 8 de febrero de 2012

ENTREVISTA, por Luca Lorenzon

Octava parte de una extensa entrevista realizada a principios de 2011 para el blog Che Cosa Sono le Nuvole.

LL: Volvemos a tu trabajo en Eura. Para 1992, se anunciaron con bombos y platillos cuatro series nuevas, dos dramáticas y dos humorísticas. Tres de las cuatro eran obras tuyas. Enseguida vamos a la dramática, pero primero te quería preguntar por las humorísticas, Pino Sauro y Tantan, dibujadas por Félix Saborido. Parece que la editorial le apostaba fuerte a esos personajes, pero el público no los terminó de aceptar. ¿Qué recordás de esa experiencia?

CT: En la Eura sabían que yo hacía algunos trabajos humorísticos en Buenos Aires, conocían Puertitas y las páginas humorísticas que dibujaban Peni, Marín y otros. Tuvieron esa idea y, con la ayuda de Maicas, con quien yo ya colaboraba en Clara de Noche, llevamos adelante esos personajes. También colaboró en los guiones Marín, un muy buen humorista y dibujante. Y no solo Saborido dibujó las historias porque eran demasiadas páginas para su estilo meticuloso. En el dibujo colaboraron otras manos (creo que se notaba bastante). Te diría que, a la distancia, y aplicando un poco de autocrítica, tendríamos que haber dicho que no a la propuesta.

LL: ¿Recordás quiénes eran los asistentes de Saborido? ¿Eran dibujantes conocidos?

CT: Saborido trabajaba con los hermanos Saavedra, que en Argentina hacían dibujo animado, pero en el exterior no eran conocidos. También colaboraron también con Meglia, en algún momento de Cybersix.

LL: Las dos series dramáticas de 1992 fueron Martin Hel, de Robin Wood y Lito Fernández, y tu Cybersix, dibujada por Carlos Meglia. ¿Fue un proyecto gestado desde la editorial, o era algo que vos venías madurando junto a Meglia y la Eura simplemente aceptó publicarlo?

CT: Como en otros casos, la Eura fue el primer editor del mundo de Cybersix. Que era una idea que teníamos bosquejada con Meglia y que, al principio, se iba a llamar Dark Girl. La Eura nos posibilitó hacerla porque todavía, en ese tiempo, tenían precios aceptables para los colaboradores. Pero inmediatamente contactamos a Vents d´Ouest, de Francia, que sacó doce libros de gran cantidad de páginas y, a partir de allí, empezó a moverse la producción audiovisual: Cybersix tuvo una serie semanal en vivo, con actores, en la Argentina y una serie de dibujos animados de impecable producción japonesa-canadiense.

LL: Vos dijiste varias veces que no te gusta la ciencia-ficción, pero en Cybersix había varios conceptos en esa línea, empezando por el de la clonación...

CT: Antes de Cybersix se hablaba ya de clonación, se intentaba guardar esperma de muertos para el futuro, no era ya una fantasía. Los millonarios chilenos existieron como tantos otros casos menos notables de inseminación de mujeres con semen anónimo congelado en la heladera. No me gusta la ciencia ficción y siempre que hago alguna historia del género me escapo de las naves espaciales y los monstruos de cara fea. Los monstruos, como le dije una vez a Toutain cuando quería que Custer pasara en el espacio alienígena, pueden estar dentro de nosotros. La cita no era mía sino de ese genio que se llamó J. G. Ballard, que había inventado lo que él llamaba “ciencia ficción interior”. Funcionó. La revista 1984 de España, que estaba llena de gentes con dos cabezas y embarcaciones que surcaban el espacio, publicó una historia que solo presentaba un corrimiento de la realidad y permitía, tantos años antes, el Gran Hermano que vino después. Cybersix era un ser humano siendo una criatura de laboratorio. Y eran monstruos otros que habían salido de vientre de madre. El tema de los diferentes, de los discriminados, ya formaba parte de la literatura del siglo XIX, después de todo, con sus Hyde y sus Frankensteins.

LL: Cybersix logró un éxito enorme en la Skorpio semanal y –al igual que Dago y Martin Hel- obtuvo su propia colección de libritos con 96 páginas por mes, con sagas completas e inéditas. Eso debe haber requerido un volúmen enorme de trabajo, y sé que muchas veces te asistió Viviana Centol. ¿Cómo fue eso de producir una historieta tuya, pero con varios autores?

CT: En Cybersix, y yo lo hacía constar cuando enviábamos cada álbum, trabajaba más gente que Meglia y yo. Viviana Centol hizo una buena cantidad de episodios y hubo otros autores, como Fernando Calvi, que hicieron aportes muy interesantes. En el dibujo trabajaron Santana, Saborido, Domingues, Vitacca, Emiliano Parmiggiani, los hermanos Saavedra, Armando Da Col, Sergio Gadea y otros. Lo que se intentaba era que los trabajos se parecieran a los de Meglia, no como hace Bonelli en cuyas series se ve la impronta y la originalidad de cada dibujante. En la Eura, en un momento, por confusiones con la numeración, empezaron a aparecer cambiados los nombres de quienes efectivamente habían colaborado en ese número y eso era muy difícil de corregir porque recibíamos las revistas muchos meses después. Con Meglia nos gustaba pensar que la verdadera cronología fue la que hicimos para Vents d´Ouest, en la que la historia se ve mucho más coherente. Coniglio Editore ha propuesto tres álbumes de esa cronología con traducciones fieles y bien hechas, sin las censuras que la Eura aplicaba a los textos por vaya uno a saber qué problemas de no irritar a un público fiel al que conocían muy bien. O por lo cerca que tienen ustedes al Vaticano, vaya a saber.

LL: ¿En qué consistía la censura a Cybersix? ¿Fue en algún episodio con referencias a la religión?

CT: La Eura censuraba muchas cosas. No te las puedo señalar con precisión porque nos mandaban las revistas y los libros muy de vez en cuando. Pero recuerdo varias cosas que censuraron en Cybersix, referidas al sexo, a alusiones religiosas, a la bisexualidad...
Por suerte la edición de Coniglio respeta rigurosamente la edición francesa, que respetaba la nuestra, entonces se puede cotejar con la de Eura.
Y no sé si por censura o por ineptitud, hubo un tomo de 96 páginas que nunca se publicó. Pero recordemos que mientras Eura todavía estaba publicando Cybersix, yo inicié dos causas judiciales contra ellos, una por El Loco Chávez y la otra por la propia Cybersix, así que en un momento se enjaron y dejaron de hablarme.
Me acuerdo que en uno de los capítulos aparecía como personaje Umberto Eco. Yo justo estaba en Italia cuando lo estaban por mandar a la imprenta y me dicen que le iban a cambiar el nombre al personaje, no se iba a llamar Umberto Eco. Ahí pedí una reunión urgente con los jefes y los convencí de que lo dejaran como estaba. Menos mal, porque si no, en vez de Umberto Eco se habría llamado Gianfranco Rossi, o algo así...

LL: En Italia, los tomos mensuales de Cybersix no fueron un gran éxito, de hecho pasaron a bimestrales para evitar que dieran pérdida. La idea de la Eura era claramente competir con los productos de Bonelli, pero el lector italiano, que compra historietas para leer en el tren, terminó por elegir el material de Bonelli (mucho más liviano en sus exigencias para el lector). Por otro lado, Cybersix triunfó en Francia, donde ningún editor logró nunca imponer ni el formato ni la forma de pensar la historieta típica de Bonelli. ¿Por dónde creés vos que vino esa desconexión?

CT: Sergio Bonelli es un editor gigantesco. Ha educado el gusto de su público en la lectura del fumetto italiano que conocemos. Los franceses también toman trenes y sin embargo no leen Tex, leen Tintin o Asterix. Es decir, han sido educados en el consumo de otro tipo de producto.
Ese comentario de los editores franceses apunta a considerar menor lo que hace Bonelli y lo único menor que tienen sus revistas es el precio. Y es probable que no se puedan proponer como álbumes en Francia porque no están pensados para ser eso. Es un lindo tema para reflexionar, me parece.
Es probable que Cybersix, pensado por una cabeza no italiana, se haya apartado de las reglas del fumetto bonelliano. Y haya estado más cerca de la bande dessinee francesa. Se podrían apuntar razones, muchas. A mi se me ocurren algunas: de las historietas italianas, las que mejor han funcionado en Francia son el Corto Maltese y algunas cosas de Milo Manara. Ninguno de los dos autores, ni Manara ni Pratt, son bonellianos. Nuestra escuela argentina de historietas es probable que se aproxime mucho a lo que hacía Pratt, tan amado en nuestro país, junto con Oesterheld. Y Oesterheld, como guionista, es el maestro del Pratt guionista. Y de los productos argentinos habría que diferenciar la línea Editorial Frontera-Ediciones Record de la línea Editorial Columba. Columba, creo, es más bonelliana en las fórmulas del relato, más clásica, más conformista. Y Oesterheld-Pratt-Breccia-Solano López (nuestros, mis maestros) jugaron siempre mucho más con los límites del relato clásico, intentaron muchas veces romperlo. Quién sabe. Los fracasos siempre es fácil explicarlos después que sucedieron, ¿no?

LL: En Cybersix aparecieron cientos de personajes, pero estos rara vez volvían, o se sumaban al elenco de los personajes recurrentes de la serie. ¿Esto era una imposición de la editorial, que quería evitar que se le acumulara a Cybersix una continuidad compleja, que pudiera ahuyentar al lector ocasional?

CT: La Eura, editorial con la que, por otro lado tuve grandes problemas con largos encontronazos judiciales incluídos, siempre tuvo una gran generosidad y una notable confianza por el trabajo de sus autores. Las cosas tenían una medida porque las revistas de historietas las tienen, pero el contenido era poco objetado por quienes hacían el editing. Confiaban en los profesionales que trabajaban para ellos.

LL: ¿Cómo fue la experiencia en Francia? Me contabas que respetaron la numeración que crearon vos y Meglia y sé que las ediciones fueron lujosas...

CT: Sí, hicieron doce volúmenes con dos episodios cada uno, lo que es mucho. Si bien no agotaron la serie pudimos elegir las cosas que más nos gustaban para proponerlas en Francia. Anduvieron bien, están completamente agotados, con la viuda de Meglia esperamos que caigan los derechos de Vents d´Ouest para proponerlo en francés en otros formatos. (el viernes, la novena parte)

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