martes, 28 de febrero de 2012

ENTREVISTA, por Laura Vazquez y Diego Agrimbau

Quinta parte de una extensa entrevista realizada a principios de 2002, mayoritariamente inédita.

6. Historia de la historieta Argentina: sus libros


- “Historia de la historieta Argentina” fue publicado por editorial Récord en 1980. En su prólogo Saccomanno y usted hablan de la “necesidad de una memoria gráfica” y del desafío que toman porque el libro es un “primer acercamiento a una historia incompleta”.
- Fue una experiencia importante e enriquecedora. Le presentamos el proyecto al editor y lo aprobó. Scutti era un comerciante pero también un apasionado, que entendía de historieta y de dibujo. El libro lo publicó en el ochenta, pero nosotros veníamos haciendo capítulos por entregas en Skorpio. En el ochenta se realizó la Gran Muestra del Festival De Lucca y ese año se iba a hacer un homenaje a la historieta argentina. A Scutti le pidieron que llevara un catálogo, pero él prefirió llevar un libro. Se fue con una pila de ejemplares a Italia y el resto los lanzó a la venta acá.

- Ya Masotta y Steimberg se habían interesado por la historieta como “género marginal” o “arte menor”. En Historia de la Historieta Argentina, sin embargo, pueden leerse marcas y efectos de sentido de los años de dictadura...

- En ese libro publicamos lo que queríamos decir. Ahora diría las mismas cosas. Nuestra posición política está clara en el libro y también nuestros gustos estéticos. “Columba es una basura”, dijimos más o menos literalmente. Esto nos gusta y esto no. No recuerdo donde pusimos la frase de Francois Truffaut “hablemos sólo de las cosas que nos gustan”. De esa manera ninguneábamos olimpícamente todo lo feo y nos hacíamos odiar. Disfruté haciendo ese libro y creí necesaria su publicación. Yo ya había hecho tres libritos sobre Historieta, Humor escrito y Humor Gráfico en la colección “Historia Popular” que sacó el Centro Editor de América Latina. ¡Pero no tomen a Historia de la Historieta como un libro trascendente! Es sólo recopilación desordenada e incompleta. Hace poco tiempo Judith Gociol y Diego Rosemberg escribieron un muy importante libro, excelentemente documentado. Judith vino con frecuencia a mi biblioteca, con una pilita de sanguches para pasar la tarde y convidar y se leía todo. ¡La cantidad de información que tiene esta historia de la historieta es mil veces mayor que la que juntamos con Saccomanno!

- Sin duda retomaron el desafío pendiente. ¿Podría contarnos más acerca de áquel reportaje mítico a Héctor Oesterheld publicado en el libro?

- Sí, claro. Las partes en donde Oesterheld hablaba de política fueron censuradas por Scutti. Se sacaron todas las declaraciones políticas e ideológicas de Oesterheld y se publicó sin eso. Eran declaraciones anteriores a su época montonera, pero para el editor eran dichos, por decirlo de alguna forma, “excesivamente humanistas”. Hablaba de cuestiones tan elementales e ingenuas como “¡Qué feo que haya pobres!”. No fue un reportaje ideologizado y sin embargo no cayó bien. Ese reportaje está en este momento por salir completo, sin censura, tal como lo desgrabamos en 1972.

7. La experiencia del Globo Editor

- Hablenos de Puertitas...

- Puertitas era una revista que armábamos los dibujantes, un diagramador amigo y yo. Compramos algún material, tuvimos una oferta del agente de Manara y publicamos SuperSexy. El agente de Manara se había peleado con la mujer de Cascioli porque decía que no les pagaba. Como yo conocía personalmente a Manara y a su agente, Luca Staletti, éste me llamó y me preguntó cuánto podía pagar por una historieta de Milo. Les dí un precio que no era muy alto –nuestra revista Puertitas era bastante modesta- e hicimos el trato. En Puertitas no podía ofrecer ese material así que sacamos una revista aparte. En el número 8 o 9 ya no teníamos más material de Manara, así que seguimos sacando material de un grupo de autores italianos, pero la cosa era cada vez más horrible. La editorial cerró cuando me empecé a dar cuenta que tenía que poner plata de mi bolsillo. Conclusión: no perdimos ni ganamos. Manteníamos una oficina, compramos una computadora y pagamos las colaboraciones. La editorial se llamaba “El Globo Editor”. Fue una cosa que me gustó hacer.

- ¿Y ya no sueña con ser un editor independiente?

- ¿Por qué no?. A mí me encanta la edición. Aunque es muy sacrificado.

- ¿Cuál fue la política editorial de El Globo Editor? ¿Cuál era el público de sus publicaciones?

- No sé si teníamos una política, o en todo caso, la política era “editar lo que hacemos nosotros”. Todo el material era guionado por Saccomanno y yo y comprábamos alguna cosa que nos gustaba o que nos parecía que nos permitiría vender algunos ejemplares más. Por ejemplo, compramos algunas cosas de Prado. O historias de Roberto Dal y de Alessandrini, que me encantan. Pero lo nuestro era más que nada un acto de vanidad. “Nadie conoce nuestras historietas, hagamos una revista”. Eso pensábamos.

- ¿Pero porqué no toma la posta de los editores ausentes?

- Por el sacrificio. Me gusta participar en proyectos pero no quiero ser “El” editor. Lidiar con el papelero, el distribuidor, controlar que no te caguen con los cheques...es un trabajo para el que no estoy preparado. Lo hago si hay que hacerlo, pero no me proporciona ningún placer. Es mejor escribir.

- ¿Cuál fue la repercusión que tuvo Puertitas?

- No lo sé. Nadie me hablaba de la revista Puertitas, todo el mundo me hablaba de la revista Hum®. El mejor estudio de mercado es el más barato: subir a un vagón de tren y ver qué lee la gente. Si ves a tres tipos leyendo Hum®, ya sabés que la revista es un éxito. Nunca ví a nadie leyendo Puertitas.

- Quizás su público no viajaba en tren...¿cuánto vendió el primer número?

-El primer número 17.000 ejemplares, con una campaña en medios e incluso un comercial en televisión. Fue un gran esfuerzo. La cerré vendiendo 4.500 ejemplares. Se equilibraban los costos con los reentapados. Era difícil mantenerse, había una inflación enorme, el papel te costaba cada vez más caro y era muy díficil calcular los costos. Como teníamos el depósito repleto de material le vendimos mucho a un distribuidor de España que nos pagó a su vez con otro material. Y entonces abrimos una librería de comics, Meridiana, que me permitió no tener que cerrar la SRL armada para hacer Puertitas. ¿Ustedes saben lo difícil que es sacarse de encima una SRL?. Tenés que pagar cinco años a un contador y después de no sé cuánto tiempo te dan de baja. Yo usé la SRL El Globo Editor para la librería. Hice una sociedad con Javier Doeyo, que acababa de cerrar su revista, “Cóctel”. Además pude reciclar a los dos empleados de la editorial, inclusive ahora trabajan en la librería. Por supuesto que mi parte la vendí en cuanto pude. Cuando comenzás el negocio de una librería de comics te das cuenta que es como tener un taxi, si lo manejas vos, ganas mil pesos por mes, si lo maneja otro, ganas trescientos. Encontré a un tipo que se dedicaba a vender figuritas y quería una parte del negocio, al tipo le dicen “el Bicho”, pero se llama Fernando García... todavía está. A veces me pregunto: ¿para qué quería una librería?. Y me alegra haberme deshecho de ella...no me interesaba para nada.

8. Cuero, Tinta, Literatura Dibujada
- ¿Puede darnos su impresión de la revista Cuero?

- Tiras de Cuero y Don eran dos revistas para las que me convocó Oscar Steimberg. Yo hice una historia: “El Husmeante”, que salió en todos los números que salieron de la revista Don. El dibujo de mi historia lo hizo Mandrafina. Poco después de la aparición de Don, que era una especie de Playboy con chicas argentinas en las fotos, tuvieron la posibilidad de sacar Tiras de Cuero. Allí hice algunos guiones más, una historieta que se llamaba “Matando el tiempo” y dibujaba Felix Saborido, algunas cosas que dibujó Sanyú, y algo más, no sé. Entre los colaboradores circulaba la leyenda que decía que el editor, cuyo nombre la verdad, no me acuerdo, había fundado la editorial para promocionar a las chicas que trabajaban para él en locales nocturnos. La revista Don era, así, una rara mezcla entre ese catálogo de mujeres tentadoras y alcanzables y los inteligentes desarrollos que proponía Oscar Steimberg. Esta revista, y también Tiras de Cuero, tenían artículos realmente complejos e interesantes. Por fin, la aventura fracasó. Es una lástima. Para Steimberg (semiólogo, investigador del cómic, gran poeta) hacer una revista de historietas era un sitio de experimentación con el que podría haber llegado muy lejos, recuérdese que él fue uno de los que trabajaron en la legendaria LD, a fines de los años ´60.

-¿Literatura Dibujada? ¿Tinta?. Le preguntamos por estas publicaciones porque, en cierta forma, salen de los estereotipos del género.

- Esta bien, pero no tienen nada que ver entre sí. Literatura Dibujada era una revista que recuperaba materiales ya existentes y además ofrecía análisis que en algunos casos son muy interesantes, escritos por Oscar Masotta y por Oscar Steimberg. No estoy muy de acuerdo con el título, no se puede decir que la historieta sea literatura. Me gustaría más Narrativa Dibujada... pero ya Colihue se apropió de este nombre en su colección. ¿En qué estábamos?. Ah, bueno, Tinta. Esta es una revista de los dibujantes rosarinos, de Sergio Kern, Fontanarrosa y algunos más. La revista de los “dibujantes solitarios”, se autodenominaban. Literatura Dibujada era un proyecto intelectual de gran envergadura, que quería decirles a los académicos: “ojo, la historieta es un mundo para investigar”. Tinta es un proyecto artístico. Interesante. Pero muy diferente. Sería bueno que ahora existieran revistas de esa naturaleza, pero el mercado parece no estar preparado para ello. (mañana, la última parte)

No hay comentarios:

Publicar un comentario