Séptima parte de una extensa entrevista realizada para Tebeósfera en 2002.
T: Ya que ha salido el sexo a colación, tu obra Tragaperras (Slot Machine en Argentina) muestra una especial apetencia por lo sexual, al parecer una asignatura pendiente. En la Argentina fuisteis criticados Altuna y tú por utilizar tanto sexo ¿podrías explicarnos por qué reaccionó así el público de su país?
CT: Tragaperras fue hecha, si no recuerdo mal, para Toutain Editor. En Argentina se publicó después y, la verdad, no recuerdo críticas importantes por utilizar el sexo en ese caso ni en otros de ese período. La única historieta que tuvo algunos encontronazos con los defensores del hogar y las buenas costumbres -con hasta una demanda judicial- fue Clara de Noche. En una provincia argentina, con gran predicamento de lo más reaccionario de la Iglesia, el periódico que la publica aquí, Página 12, debió afrontar una amenaza de juicio y hasta un problema de distribución.
Es una forma de censura como tantas y que se ha aplicado entre nosotros esta de negarse a distribuir una publicación en alguna parte del territorio. La Capital y la provincia de Buenos Aires, que son las cajas de resonancia más fuertes para este tipo de actos, tienen más cuidado en impedir la distribución de un culo bonito o de un artículo que denigra a su gobierno.
T: Siguiendo con esa obra, la historieta “Fantasmas”, que aparece allí, discurre por una línea que no entronca con el espíritu del álbum. ¿Sentiste esa necesidad de tratar allí el problema del caciquismo en Latinoamérica, como luego lo desarrollaste en la más cruda de tus obras en el acercamiento a la realidad latinoamericana, Cosecha Verde?
CT: Creo que si había un tema en esa historia de Tragaperras era la culpa que arrastra consigo un asesino impune. En Cosecha verde -o La gran patraña como se la conoció, poco, en España (editorial Ikusager)-, la culpa no existía. El dictador y su asesino personal no dejaban de dormir por andar torturando a la gente o por violar a sus indefensas sobrinas apenas adolescentes.
Cosecha verde y su continuación, Iguana, fueron realmente trabajos gratificantes. Con Mandrafina estábamos explorando el mundo de los boleros, los lugares comunes del realismo mágico. Ambos conocíamos muy bien el Tirano Banderas de Valle Inclán y la obra de Gabriel García Márquez. Y podíamos ironizar, ponernos serios, exagerar, ridiculizar a sus patéticos personajes. El episodio de la noche interminable, el escriba del dictador que convence a las masas que la sobrina violada es una virgen milagrosa, las cavilaciones de Donaldo Reynoso, la muerte del Iguana, el miedo caricaturesco de esas pobres gentes, toda la gestación de estas historias fue divertida, relajada, y con el fondo de esos boleros que se clavaban en el alma.
Cuando me hablas de “necesidad de tratar el problema del caciquismo, etcétera” me siento muy lejos de la pregunta. Uno tiene sus ideas, sus deseos, su ideología. Y hace historietas. Seguramente, por algún mecanismo que ni siquiera tiene que ser consciente, todos los ingredientes que llevamos adentro aparecen de alguna manera y dan lugar a estos interrogantes que no sé contestar con claridad. Trato de contar historias que me gusten evitando, en lo posible, las moralejas.
T: Bien, sigamos cronológicamente. En septiembre de 1984 La Urraca lanzó Fierro. Sasturain la mantuvo un lustro, hasta 1988. Para algunos representó la renovación de la historieta en la Argentina, pues fue indicada “para adultos” y entroncaba con lo underground ¿Qué opinas de aquellas premisas de partida y de sus pretensiones?
CT: Participé poco de Fierro aunque colaboré asiduamente allí. No escribí nunca una historieta especialmente para la revista, así que mis materiales estaban más bien en “la parte internacional” de la publicación. Es más, ni siquiera argentinizaban nuevamente los textos que habían sido “españolizados” por editores de tu país.
Fue, sin duda, una gran revista que ofreció posibilidades de publicación a muchos que estábamos haciendo nuestras cosas para mercados lejanos a casa. Y, sobre todo, permitió expresarse a una generación de nuevos autores. En aquellos años también las revistas de Toutain decían “para adultos”. El viejo prejuicio de que si es una historieta debe ser para niños hizo que en muchos países se agregara ese letrero para no tener problemas con las censuras que siempre tiene algo para decir. Juan Sasturain es un autor de enorme talento y un muy agudo editor. Creo que con Fierro llegó muy alto en esta segunda cualidad suya.
T: En los ochenta trabajaste mucho para el mercado europeo. Con el español Jordi Bernet desarrollas gran cantidad de trabajo: Custer, Light & Bold, Ivan Piire, Cicca Dum Dum. En todas ellas se observan trazas de erotismo o argumentos abiertamente dirigidos al mercado del cómic X. Bernet es un gran dibujante de minas, desde luego ¿qué tal tu trayectoria de colaboraciones con él en este sentido?
CT: Jordi es un dibujante descomunal, creativo, cambiante, fuerte. Indudablemente, los editores se han quedado con el “Jordi para adultos” aunque en algunos de sus dibujos hay una poesía, una lírica pasión por los temas poéticos que alguna vez, espero que pronto, pueda desarrollarse más integralmente.
Custer está muy alto entre las que prefiero de mi producción. Fue, en su momento, un trabajo de guión muy elaborado, con cruces y repeticiones que tenían sus dificultades a la hora de ser narrados. El tema no estaba de moda por entonces y lo que después se convirtió en un lugar común de la industria del espectáculo, era por entonces pura ciencia ficción. Y tenía, como trasfondo, una historia de amor y desencuentro.
Light & Bold tenía cierta poesía brutal en esa recreación de La Bella y la Bestia en clave de violenta historia de amor. Tenía un narrador en off, Light & Bold, que estaba asqueado de lo que se veía obligado a contar. Bold fue uno de los personajes más personales y diferentes que dibujó Bernet.
Ivan Piire nos gustó mucho. Y era nuevamente una historia de amor a través de los siglos, con ese clima gótico, ese pincel seco de Jordi en su plenitud. Y hasta aquí hemos enumerado 3 historias de amor en nuestra producción conjunta con Bernet. A la que podría sumarse Clara de noche, historia que arrancó cuando Gin, de El Jueves, nos encargó una historia de puta madre y no se nos ocurrió nada más genuflexo que presentarle los cuentos de una puta que es madre.
Cicca Dum Dum, de la que estamos promediando la cuarta historia de 64 páginas, está encuadrada más en esa categoría que dices, la del erotismo. Me siento siempre muy cómodo trabajando con Bernet. Es de esos raros dibujantes que te sorprende con los resultados, llenando de color los blancos y los negros como pocos.
T: En el caso de Custer, su argumento se anticipó a las prácticas de los medios audiovisuales en sacar partido del morbo de lo cotidiano, en despojar de intimidad al individuo ¿no has pensado en sacar partido de las productoras de programas televisivos como Big Brother o similares?
CT: Te decía recién: eso de “una cámara invade la intimidad de alguien” era ciencia ficción en 1985, antes de Big Brother y de Truman Show. Hay un productor italiano que está llevando adelante el intento de producir una miniserie de televisión con Custer. Los guiones están escritos por un grupo de jóvenes muy talentosos. Es curioso observar cómo lo ven ellos “después de Big Brother”, ficcionalizando algo que los reality shows ya han fatigado hasta el cansancio.
T: Con el dibujante Ernesto García Seijas trabajaste en El negro Blanco para Clarín durante casi una década, diariamente, hasta que de repente os echaron. ¿Se agotaron las ideas o cambió la política del periódico; qué pasó?
CT: Un día nos llamaron para pedirnos que termináramos en una cantidad de tiempo preciso (18 días, 22, algo así) porque iban a poner una nueva tira que les habían propuesto. Y allí se terminó a las apuradas y sorpresivamente El negro Blanco.
T: OK. Dejemos de lado los periódicos... ¿Qué opinión te merecen las jóvenes propuestas de los años ochenta Undercomix, Novacomix, El Tajo o Comic Magazine?
CT: Nunca había oído nombrar las dos primeras. El Tajo fue un intento fallido y mediocre del editor de Skorpio de hacerle sombra a Fierro, si mal no recuerdo. Comic Magazine fue una revista que me gustó. La hacían Javier Doeyo, Fernando García y Andrés Accorsi, gente que amaba las historietas y tenía muchas ganas de hablar de ellas.
T: Se ha dicho que entre 1985 y 1989 se fragmentó el público lector de historietas en la Argentina y fenecieron algunos modelos editoriales. Al final de la década de los ochenta cesó el éxito del cómic “para adultos” en Europa también, sufriendo en paralelo la crisis de las revistas seriadas, o de continuará, en España, Francia y Argentina. ¿Crees que la razón fue la misma en los tres casos? ¿Porqué y cómo crees que se produjo el proceso de crisis?
CT: Hubo un momento en que lo que proponían (proponíamos) autores y editores se fue alejando de las necesidades del público. Las revistas seriadas con muchos personajes en cada número se fueron debilitando y nadie atinó a pasarse al monográfico que, parece, es lo único que funciona en el mundo actualmente. En Argentina casi no existieron las revistas de personaje único. En cambio en Francia con los álbumes y en Italia con los títulos de extensas aventuras de un solo y único héroe, la historieta sigue bastante viva. Los editores, en general, se resisten a los cambios. Piensan: «mi revista vende cada vez menos, pero si la cambio tal vez venda aún menos, así que seguiré igual». Y piensan eso hasta el fin.
T: En torno a la crisis, el hecho de que fueran surgiendo más historietas para adolescentes, sobre drogas, con cierta pulsión por personajes con grandes tetas, superhéroes ¿es una consecuencia del avance de la globalización?
CT: Yo veo que sigue habiendo muchas historietas inteligentes, originales, bien trabajadas, sin grandes tetas, sin drogas y sin músculos anabolizados. En general, esas permanecen por más tiempo en el interés de los lectores. La globalización, espero, desaparecerá antes que esté totalmente globalizado el cómic. Es tan rico el mundo de los manga, de los héroes yanquis, de los relatos franceses, de las sagas populares italianas que: ¿por qué tratar de hacer uno solo con todo? Es como pretender que Schwarzenegger trabaje en una película iraní.
No, por favor. (mañana, la octava parte)
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