-¿Cuándo comenzó a escribir El Loco Chávez?
-Con Horacio Altuna, que era el dibujante, nos enteramos que Clarín hacía una especie de concurso interno. Entonces preparamos un proyecto de un corresponsal argentino en Europa que iba a Londres a ver una filmación de Alfred Hitchcock, ese corresponsal era El "loco" Chavez. En el diario las vieron, les gustó y nos pidieron que hagamos una historia completa que dure dos meses. Nunca se habían hecho historietas que pasaban en Buenos Aires, en general uno estaba acostumbrado a leer historietas que pasaban en Inglaterra, o con cowboys, siempre nos daba la sensación que una aventura en Buenos Aires no era posible, porque aquí la gente no vuela, tiene problemas con la guita, el colectivo va lleno y hay olor a sobaco en el Subte. No existe Metrópolis, ni esas cosas que uno leía, entonces trajimos el personaje a Buenos Aires y ahí descubrimos que no había que contar la aventura como las historietas clásicas, sino contar charlas de bar, caminatas, miradas a las minas.
-¿Qué significó para usted esa tira?
-A mi me encanta hacer estas cosas, por empezar fue un trabajo. Uno hace las cosas con pasión pero siempre tiene sus límites que a veces son impuestos por los medios. En la página de chistes de Clarín atravesamos toda la etapa de la dictadura militar. Clemente, Teodoro & Cía, Diógenes y el Linyera, eran tiras que la gente leía más allá de lo que estaba escrito y me parece que eso tenía que ver con la censura. Había un lenguaje metafórico que el lector interpretaba. Yo recuerdo que alguna vez nos dijeron que éramos muy valientes, pero que yo recuerde nunca dijimos más que "las mandarinas están caras", no tuvimos ninguna actitud heroica. Antes de que estallara la guerra de las Malvinas, Altuna se fue a vivir a España y dejamos lista para publicar una historia de tres meses, de esa manera mientras él se instalaba la tira seguía saliendo. Nadie sabía nada de la guerra. Cuando comenzó, mucha gente me decía que estábamos hablando de ella porque contábamos un episodio en el que había un tipo con un nombre inglés que se quería quedar con todos los departamentos de un edificio. La gente buscaba todo aquello que no podía leer en otro lado, y lo encontraba porque querían encontrarlo, no porque realmente estuviera escrito.
-¿Cómo surgió el personaje de Cybersix y en qué lugares se publicó la historieta?
-Cybersix, nace de una noticia muy rara con unos embriones: había un matrimonio de chilenos muy ricos que no podían tener chicos, entonces en Australia, donde parece estar muy avanzado el tema de la clonación, consiguieron producir embriones que quedaron congelados en frascos porque no podían colocárselo a la mujer durante un período de tiempo. Entonces la pareja vuelve a Chile, tiene un accidente y se mueren. Se armó un escándalo internacional por los herederos de la pareja muerta. Se planteaba el problema de cómo funcionaba la legislación internacional a los efectos que esa criatura que todavía no existía terminara siendo el heredero universal de los muertos. Entonces todos los demás herederos se abalanzaron para tratar de destruir los embriones.
Me pareció muy atractiva esa historia, y de ahí salió Cybersix. Cuando apareció el tema de la clonación y la oveja Dolly, nos llamaron de todos los diarios italianos diciéndonos que nosotros éramos precursores porque habíamos creado a Cybersix, que era una especie de criatura de laboratorio. Tuvimos que inventar respuestas para responder sobre la clonación. Hoy llevamos hechas 6.000 páginas en una especie de folletín mensual que se publica desde el año 1991 en Italia, donde la historieta es muy popular, se venden casi 100 millones de ejemplares por año. Después la compró un editor francés que la publica en libros bien encuadernados y además muy caros.
-Algunas de sus historietas han sido adaptadas para cine o televisión ¿Cómo es la experiencia?
-En general lo que se hace en estos casos es cederle los derechos a una productora. En el caso de El Loco Chavez, les cedimos los derechos a una productora que hizo una serie que duró muy poco porque la prohibieron, tuvo un conflicto con los militares que decían que el Loco era un mal argentino porque no le hacía caso al jefe y le gustaban las mujeres. Con Cybersix también se cedieron los derechos, Carolina Peleritti se parecía mucho al dibujo pero es una actriz espantosa, hicieron un experimento rarísimo y les fue mal. Ahora están haciendo un dibujo animado con una productora canadiense. La única en la que colaboré en el guión fue en la película Las Puertitas del Señor López. Fischerman, el director, era una muy buen persona. No sé si fue una película maravillosa, pero yo le tengo mucho cariño.
-¿A qué se debe la elección de personajes femeninos como protagonistas de algunas de sus tiras?
-Es interesante trabajar con personajes femeninos, sobre todo cuando tenés dibujantes que dibujan lindas chicas, además lo editores te piden que les hagas historias con chicas. El Negro Blanco lo vendíamos en una revista italiana y también salía en Clarín, con lo cual no podíamos hacer escenas fuertes. Pero el editor italiano nos pedía que a las chicas de la tira las dibujáramos desnudas, porque decía que así las historias se vendían más.
-¿Qué puntos de contacto con la actualidad tiene Irish Coffee?
-Estamos contando cómo llega la Argentina al año 2000, pero como la bola de cristal no la tenemos para saber cómo vamos a llegar, estamos inventando una cosa que en general parece bastante negativa, es un futuro más bien catastrófico. Si vos contás un futuro maravilloso donde Buenos Aires está brillosa y la gente está feliz, primero no te lo creés ni vos y segundo el lector va a pensar que somos estúpidos.
-¿Cómo ve el mercado actual de la historieta?
-El mercado en Buenos Aires está terroríficamente decaído, nosotros en una época sacábamos algunas revistas, pero las tuvimos que cerrar porque no se vendían casi nada. Me parece que ya casi no hay revistas de historietas en los kioscos. En España también la situación es mala, se han cerrado algunas revistas. En Francia se los ve bien, ellos tiene un mercado raro, que es un mercado de librerías, en los kioscos no hay historietas, hay sólo en las librerías. En Italia como en Japón tienen un mercado popular monstruoso. Hay muchos historietistas que también están trabajando para el mercado de Estados Unidos. Tenemos la suerte de que el mercado del comic es internacional, entonces pese a que en Argentina el mercado está muy deprimido, siempre hay algo de trabajo por ahí.
Publicado originalmente en la revista Desde Adentro, en 1997.
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