Cuando falleció Trillo, Andrés Valenzuela me pidió una columna para página 12. Tarde varias horas en decidirme sobre qué escribir. Finalmente decidí comenzar por el principio, contando como fue que lo conocí. Así comenzaba mi nota:
"Disculpame, escuché lo que decías... ¿vos hacés guiones de historietas?
–Trato –le dije tímidamente al señor morocho que se había acercado hasta nuestra mesa del restaurant Munich, en Flores. Era el otoño de 1998 y yo todavía andaba luchando en el nutritivo fango de la historieta independiente.
–Mi nombre es Enio, soy dibujante –me aclaró mientras anotaba un teléfono en una servilleta de papel—. Llamalo a Carlitos de mi parte. El te puede dar una mano.
–¿Carlos? ¿Qué Carlos? –pregunté temiendo recibir la respuesta correcta.
–Trillo –aclaró Enio.
Lo llamé titubeante por teléfono y en menos de un minuto de charla me invitó a pasar por su estudio de Talcahuano y Santa Fe. Cuando llegué, me encontré con decenas de originales de Cybersix que Carlos Meglia, su compañero de estudio en aquel momento, desparramaba por el piso. Al mismo tiempo, del fax brotaban varias páginas de Clara de Noche que le enviaba Jordi Bernet desde España. Y recuerdo que lo que más me apabulló fue una biblioteca entera sólo con libros de historieta de su autoría. Antes de sentarme a charlar por primera vez con Trillo en su escritorio, a mí ya no me cabían dudas: eso es lo que quería hacer por el resto de mi vida."
Desde entonces Trillo siempre fue mi consejero y también un poco padrino. En estos años de amistad, muchos consejos fueron explícitos. Lo he llamado más de una vez ante cuestiones prácticas que me desesperaban: "¡Trillo ayuda! Me piden de Francia un Certificado de Residencia Fiscal y no tengo idea de lo que es! ¡Help Trillo! En el contrato de Albin Michel me pusieron una cláusula de preferencia que me condena a trabajar con ellos para toda la eternidad, ¿qué hago? ¡Trillo, sálvame! Tengo este plot pero no me termina de cerrar y el dibujante me apura ¿qué te parece?. Y así, muchas veces.
Pero creo que la mayor parte de lo que aprendí de él fue compartiendo el día a día del trabajo de guionista. Nunca tardábamos demasiado en contarnos en qué andábamos vía mail o teléfono. Los archivos adjuntos iban y venían, más que nada con páginas de nuestros últimos trabajos o de algún nuevo dibujante que se presentaba pidiendo guión. Obviamente, los que le mandaban cosas a él eran muchos más de los que mandaban cosas a mí. Y muchas veces compartimos el horror ante un dibujante, que en un mal día, había arruinado alguno de nuestros maravillosos guiones.
Él también, de vez en cuando, me pedía consejo ante alguna situación puntual, qué hacer con tal o cual dibujante, con un editor díscolo, cosas prácticas en su mayoría. Pero siempre me quedaba la sensación de que lo hacía como para emparejar la cosa, como para hacerme sentir un poco más colega y no tan alumno. Yo le seguía la corriente. Definitivamente no le gustaban los chupamedias, y yo siempre me cuidé de no caer en eso, incluso aunque tuviera que reprimir algún elogio espontáneo.
A veces, nuestras reuniones eran temáticas. Recuerdo una vez que nos juntamos para hablar sobre "proyectos que nunca saldrán". Otra sobre "dibujantes malos". Con el tiempo aprendí a reconocer los elogios y las críticas de Trillo sobre mi trabajo, entre la maraña de sutilezas y sus formas de decir que muchas veces de tan simples parecían ingenuas, pero no lo eran en absoluto. Algo que también podía pasar con sus guiones. No éramos de andar elogiándonos ni criticándonos demasiado. Es como que no daba. La inmensa mayoría del diálogo se iba en cuestiones mundanas, prácticas, del día a día, editores, dibujantes, impuestos, derechos, viajes, premios. Por eso, son pocas las críticas suyas de mis libros, alguna de Bertold, alguna de Planeta Extra, poco más. No era lo que más importaba. Pero recuerdo puntualmente un día que me llamó a mi estudio de la calle Bogotá, cuando lo compartía con Baldó. El diálogo fue más o menos así. Yo era Agrimbau, él era Trillo. Nunca Diego, nunca Carlos:
-¿Hola Agrimbau?
-¡Trillo! ¿Qué tal?
-Leí El Asco.
-Ah... ¿y qué tal?
-Sos vivo, eh.
Es es una de las mejores críticas que me hicieron jamás.
Leo tebeos desde niño y desde que leí la primera historieta de Carlos Trillo, hace ya más de treinta años, me hice fan incondicional suyo. Creo que es uno de los mejores guionistas de comics que ha habido.
ResponderEliminarMe entristeció mucho la noticia de su muerte y me alegro un montón de esta iniciativa que espero nos ayude a conocerle más.
Estimado estoy totalmente de acuerdo con usted, Trillo ademas de ser el mejor guionista es un tipo que la tenia muy clara con la lengua castellana, no todos tienen esa capacidad, realmente fue único Trillo, innovó muchísimo en el noveno arte.
ResponderEliminarMe esta gustando muchisimo este blog, muy interesante Agrimbau esto que cuenta, pero me quede con ganas de leer mas je!!!!
Qué lujo que te has podido dar al haber tenido semejante camarada de armas...
ResponderEliminarQué lindo que hayan hecho este blog. Estaría bueno (digo yo) que subieran la mítica historieta de los soretes, para que todos sepan por qué el nombre. Yo la conozco, pero me supongo que debe haber varios desprevenidos a los que se les va a llenar el culo de preguntas.
De algun modo esta bueno que sigas la tradicion de maestro de guion, si hay algo que tenia Trillo era su generosidad con su capital creativo.
ResponderEliminarSi bien se que Agrimbau se pegaria un tiro en la rodilla antes de compararse con Trillo y probablemente me putee bajito por la asociación a mi me parece piola destacar que siento que no hay retención de experiencia cuando te habla y eso esta piola de destacar.
Y Trillo es Trillo. Yo prefiero tenerlo como un astro más del zodiaco de la historieta. Un tipo que sigue influyendo ya desde la mistica de lo que creo y tambien de lo que dejo en los corazones de sus cercanos. Al carecer de trato personal Carlos es una figura mitica, asi el dolor me llega sordo y me es más facil disfrutar de su figura inmortal generada por la desaparicion de su cuerpo físico.
PD: admito tener el upite lleno de preguntas como mencionaba el señor Zambrano. Me sumo al pedido de dicha historieta.