viernes, 16 de marzo de 2012

TRILLO HABLA DE SASHA DESPIERTA, por Lautaro Ortiz

Artúculo publicado en Página/12 el 9 de abril de 2010.

La revista Fierro de este mes, que sale mañana junto a este diario, viene con sorpresa doble: por un lado, la entrega de las primeras doce figuritas que servirán para comenzar a completar el álbum “Chapitas de Fierro”, dedicado a los autores de la historieta argentina, y, por otro, el esperado regreso de la dupla Carlos Trillo (guión) y Lucas Varela (dibujo). Será con una nueva serie bautizada “Sasha despierta”, que narra la historia de Miranda, una adolescente de clase media que –sin recordarlo luego– por las noches se convierte en una joven “medio rara, drogona, bisexual, ávida e insaciable”, tal como la define el guionista. La doble personalidad de Miranda/Sasha pertenece claramente al universo que Trillo ha construido en sus anteriores obras: personajes oscuros que luchan con sus propios miedos y perversiones, tratando de encontrar sentido a sus vidas.
Si bien en “Sasha despierta” resuena el tantas veces transitado tema del “doble” (Doctor Jekyll y Mr. Hyde, de Stevenson, o William Wilson, de Edgar Allan Poe), Trillo ha sido capaz de abrir nuevas puertas y anclar la historia en el terreno local. En el primer capítulo, el lector se enfrentará al retrato de un Buenos Aires actual (una de las escenas transcurre en Villa 31 y otra en Constitución) y se dará cuenta de la importancia que tiene Internet en la vida de los personajes. Sin develar el nudo de la historia, Trillo cuenta algunos de los secretos de esta nueva serie, que durante cinco o seis meses va a atrapar a los lectores de Fierro.
-En un principio la historia tenía como título “El mundo según Sasha”. ¿Por qué se decidió por “Sasha despierta”?

-Porque Varela aseguraba que le recordaba demasiado un tema musical y a mí me recordaba a “El mundo según Garp”, de John Irving... Entonces, Varela hizo un brainstorming con sus amigos y me mandaron una lista. Y “Sasha despierta” me pareció buenísimo, porque Miranda está dormida, ha olvidado, esconde, tapa cosas muy feas que pasaron. Sasha aparece como la imagen de la venganza y de la justicia, obligando a Miranda a salir de su agujero. Hay que aclarar a los lectores que Sasha no existe, es una proyección de la personalidad de Miranda. Sasha es el demonio que lleva adentro una chica tímida, retraída y trabajadora.

-¿Cómo definiría a esta nueva historia?

-De alguna manera, tiene que ver con la memoria y su recuperación, en clave de relato negro con mucha ironía y algo de humor costumbrista. Hay charlas, caminatas, un hogar impecable y “de diseño” mientras que la cabeza del personaje es todo lo contrario. Sasha sabe todo de Miranda; Miranda no sabe nada de Sasha. Sólo tiene indicios, porque de repente se duerme y despierta en medio de una escena de lesbianismo feroz en la Villa 31. Me gustan los personajes que van a ir apareciendo: un oriental inseguro, una chinita furiosa de amor, la moza del bar de la esquina, la terapeuta que trata a Miranda. Y Miranda. Y Sasha. Esas dos caras de la misma persona.

-Ya desde el primer capítulo se vislumbra el retrato sin anestesia de Buenos Aires.

-Es que Buenos Aires está cada vez más fascinante: los pobres, los extranjeros de países limítrofes, la droga, las mafias, están cada vez más cerca de los reductos amables de la clase media más hipócrita. Hice en el pasado historietas con registros costumbristas, pero ya esta ciudad no es aquélla y hasta las divas de la televisión se sienten amenazadísimas cuando les matan al peluquero.

-El papel de Internet en la historia, ¿le sirve para profundizar en el tema del aislamiento del individuo que tantas veces abordan sus trabajos?

-Hoy, gran parte de nuestra vida pasa por Internet. Es necesaria para el trabajo, para ver películas sin pagarlas y para masturbarse mirando porno. Y sí, es cierto que he contado muchas, demasiadas historias de tipos o tipas encerrados en sus caparazones que creen indestructibles. Y no lo son, pobres, resultan ser unos desgraciados; la soledad termina siendo el peor de los castigos.

-¿Qué tipo de investigación realizó sobre la doble personalidad del personaje?

-Averigüé bastante. Es un tema fascinante que no es la primera vez que emprendo, aunque por ahí sí como caso clínico. Tengo un amigo muy cercano que vive en Roma, que es psiquiatra y trabajó analizando espías en la embajada norteamericana de Roma y vivió de cerca con el profesional que acuñó el término “asesino serial”. Con él hablamos mucho sobre la doble personalidad y me recomendó un libro muy viejo, casi literario, que es el Tratado de Psiquiatría de Henri Ey. Sé que está desactualizado, pero sus comentarios sobre las crisis de melancolía, las psicosis delirantes, los desequilibrios y las observaciones sobre cómo el medio genera locura, para mí, que soy un lego, resultan siempre material para inventar historias. Creo que se llama trastorno de identidad disociativo el que tienen aquellos que oyen hablar con frecuencia a otros de lo que han hecho pero no recuerdan. Son, a veces, otra persona, y suelen llamar a esa persona “él” y no “yo”. Y la guinda: mientras que, en general, la gente no puede recordar mucho acerca de sus primeros cinco años de vida, los que padecen de doble personalidad –llamémosla así– tampoco recuerdan lo ocurrido entre los 6 y los 12 años. Y, sí, buscando símbolos debajo del felpudo, se puede pensar que estamos hablando de esa pobre chica obligada a abrir los ojos ante la realidad que nos circunda.

-¿Cómo es el trabajo junto a Varela?

-Varela es de esa nueva generación de dibujantes que a mí, personalmente, me fascina. Son modernos, relatan muy bien y se diferencian claramente de la vieja escuela argentina de dibujo porque sus relatos tienen distancia y gran cantidad de información. Es un placer trabajar con Varela, porque es capaz de abordar temas de una sordidez sin fondo. Sus propias historias conversan con los clásicos desde el delirio más desaforado y, como se verá en “Sasha despierta”, también se acerca sin problemas a cosas de todos los días, aunque por abajo de esta historia también haya una enorme sordidez y un claro y profundo abuso del poder.

-¿Qué puntos de contacto encuentra entre ésta y “El síndrome Gustavino”, su anterior serie con Varela?

-No sé, Guastavino era una basura full time, su doble personalidad consistía en esconder lo que era en realidad a los ojos del mundo. Miranda no sabe, no contesta, no se acuerda, no vio nada de todo lo que vio. Y Sasha sale de adentro y muerde, pero Miranda no siente los mordiscos. Tiene que aparecer alguien del exterior para contárselo. Y como la historia está contada desde Miranda y no desde Sasha, todo lo que vemos de esta mina que le salió del alma es narrado por otros, filmado, fotografiado.

-¿Qué deberán esperar los lectores de Fierro de esta nueva serie?

-Espero que les guste, que funcione bien el “continuará”, que los deje todos los meses con un poco de ganas de saber cómo sigue. Ya hemos avanzado mucho y las cosas fluyen bien. Juro que por cinco o seis meses los va a inquietar. Después, por ahí, se nos desbarranca, pero no creo...

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