viernes, 30 de marzo de 2012

ALVAR MAYOR, por Fran G. Lara

Obra del genial guionista argentino Carlos Trillo y del dibujante Enrique Breccia, hijo del también ilustrador Alberto Breccia, Alvar Mayor parte del relato de aventuras con héroe justiciero en perpétuo viaje en socorro de los débiles y desvalidos, para mutar en una suerte de Las Mil y Una Noches indiana ambientada en un Imperio Español en las Américas, mitológico y de leyenda, poblado de sueños y seres de fantasía.
Alvar Mayor, el personaje que da nombre a la obra, es un aventurero que camina incesantemente a la busca de algo que jamás llega a encontrar y que en ningún momento se explicita. El lector sospecha que lo que Alvar Mayor busca es a sí mismo. Su propia entidad como persona y una idea mítica de la felicidad. La misma idealización de la existencia que persigue el hombre de hoy. La sospecha de que la vida tiene que ser otra cosa diferente a esto que vivimos.
En sus viajes el protagonista se encontrará con una pléyade de secundarios esperpénticos que, como en un grand guignol, exponen las miserias y los anhelos humanos. Los autores disponen de estos estereotipos como medio para contar una historia que reflexiona sobre la condición humana. Ciudades perdidas, tesoros escondidos, dioses olvidados, damas encantadas, monstruos amenazantes, villanos depravados, amores imposibles, nativos orgullosos. Todos desfilan ante el lector en un entorno de ensoñación onírica y de cuento fantástico de tradición oral.
El estilo de Breccia es de un expresionismo impactante, realista y feista al mismo tiempo, de rasgos exagerados. A lo largo de cada episodio el maestro demuestra su dominio de la anatomía y su maestría con el juego de luces. Una iluminación rotunda, en un blanco y negro durísimo, sin matices de grises. Donde mejor se luce el dibujante es en el despliegue de escenarios. Desde junglas exóticas a ciudades coloniales, de paisajes de caminos polvorientos a cielos extrañamente bellos y extraterrenos. Pero es en sus caracteres de pieles ajadas y resecas, con ropas harapientas, bocas desdentadas y uñas como garras, donde da la medida de su excelencia.
Se le puede achacar a Breccia un dibujo algo estático, que se manifiesta en la rigidez de las escenas de lucha, muy mal llevadas a base de primerísimos planos. Pero es que ni al dibujante ni al guionista le interesan esos combates, muchas veces grotescos, si no ridículos. El objetivo de los autores es mostrar el absurdo que lleva a estas luchas y, sobre todo, las consecuencias de las mismas, la estupidez inherente al ser humano.
El tono de los relatos irá evolucionando hasta transmutar al protagonista en antihéroe, mientras que las damas paulatinamente irán acercándose a las princesas de los cuentos. Guionista y dibujante se aseguran de marcar un contrapunto siempre desmitificador. Cuando Alvar Mayor ejerce de héroe clásico, la dama se representa como una Aldonza Lorenzo, que pasa a convertirse en Dulcinea según Alvar Mayor va alejándose de sus papel de benefactor justiciero y pasa a ser espectador de sucesos cuasi surreales. Una extraña obra maestra, clásica, obligatoria y necesaria recopilada por Norma Editorial en cuatro tomitos. A must.

Publicado originalmente en el blog Sigue al Conejo Blanco, en Junio de 2011.

1 comentario:

  1. Realmente una obra maestra de ambos autores (creo que la primera en sociedad). Breccia la rompe, y creo que lo de los primeros planos de las luchas, no es una flaqueza de él, sino un estilo que sugiere, más de lo que muestra. La poética de esta obra es alucinante, para recomendar a quienes no han tenido la oportunidad de leerla.

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