miércoles, 12 de septiembre de 2012

ANTOINE DOINEL, por Diego Agrimbau

Un día, luego de que yo le contara sobre un proyecto colectivo que estábamos encarando con varios compinches, Trillo me escribió:

“Yo también estoy avanzando con un proyecto colectivo, con muchos dibujantes. Se me ocurrió cuando vi LA PREMIERE FOIS de Delcourt, un libro con una guionista y varios dibujantes que cuentan cosas de la primera vez. Tengo que definir un tema: la separación, una especie de Antoine Doinel de Truffaut, con un personaje que vive sus historias de chico, de adolescente, de adulto, de viejo, cada episodio interpretado por un dibujante distinto. O un colectivo sobre, por ejemplo, leyendas urbanas. Estoy pensando un cacho y luego veo cuantos dibujantes necesito. No faltarán Túnica y Varela, ni Mandrafina, ni Alberto Pagliaro, ni algunos otros. Veámonos pronto, un abrazo,
Carlos”

Carlos tenía devoción por el cine de François Truffaut, especialmente por la maravillosa saga de Antoine Doinel que comienza con “Los 400 Golpes”, ese clásico del ´59 que hace explotar a la nouvelle vague. Una de sus continuaciones es “Besos Robados”, y con Trillo coincidíamos en que era la mejor película de la saga. Él siempre recordaba un momento en que Doinel consigue trabajo de detective privado, para una agencia de investigaciones. El primer cliente que le asignan es un zapatero que quiere averiguar porque nadie lo quiere. La razón era obvia: el zapatero era un hijo de puta.
A Trillo le fascinaba esa idea. Tenía la misma ingenuidad patética y perversa que puede apreciarse en muchos personajes de Carlos. Por alguna razón sus últimas obras son muy truffautianas: ideas simples y efectivas, largos diálogos entre los personajes, problemas personales de todo calibre, mucha crueldad y desamor. Incluso llegó a contarme alguna vez, sobre un sueño que había tenido, en el que mientras paseaba por Roma con el editor Francesco Coniglio, se enteraba de que François Truffaut había muerto. Y poco después, le advertían que por única vez se proyectaba, muy cerca de ahí “la última película de Truffaut”, un film secreto que continuaba la famosa saga de Antoine Doinel, que ya a estas alturas, era un señor mayor.
Obviamente tal película no existía afuera de los sueños de Trillo. Pero él estaba muy entusiasmado con hacer una historieta sobre aquella película que había soñado y que podía recordar perfectamente.

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