Hace unos años, yo había conseguido que unos productores de Hollywood se interesaran por convertir a Chicanos, la historieta de Carlos Trillo y Eduardo Risso, en una serie de televisión. Los productores sabían que Edward James Olmos era fanático de esta historieta y ponían como condición para darle luz verde a la serie que Olmos fuera parte del elenco. Al actor le entusiasmaba la idea e incluso su hijo, que es un consagrado director, quería dirigir la serie, pero teníamos dos problemas: por un lado, Olmos integraba el elenco de Battlestar Galactica y no estaría disponible para participar de todos los episodios de Chicanos. Por el otro, había que inventar un personaje que en la historieta no existía para que Olmos pudiera interpretarlo.
A los guionistas de TV se les ocurrió una idea: Olmos sería un tío de la protagonista, Alejandrina Jalisco, que cada tanto viene de México a ayudarla a resolver algún caso. Cuando me lo propusieron, yo pedí cautela: “Déjenme que lo consulte con Carlos y Eduardo, a ver qué dicen ellos”. Y me comprometí a traer la respuesta de Carlos en pocas semanas, ya que teníamos agendado un encuentro en Roma.
Carlos viajaba una vez por año a Roma y yo, que vivo en Eslovenia, manejaba hasta Trieste y me tomaba un avión hasta Roma que tarda apenas 40 minutos. Una vez allá, ambos nos hospedábamos en el Hotel Imperiale y almorzábamos juntos todos los días en una trattoría chiquita, muy familiar. En uno de los almuerzos con Carlos, le cuento la idea que habían propuesto los guionistas para integrar a Edward James Olmos al elenco de Chicanos. Para mí sorpresa, Carlos enseguida respondió “Sí, claro, es una muy buena idea, me parece perfecto y Eduardo no va a tener ninguna objeción. Deciles que sí, que estamos de acuerdo y que lo hagan”.
A la mañana siguiente, en el salón del hotel donde nos servían el desayuno, yo estaba eligiendo mis medialunas y sirviéndome el café y de pronto entra Carlos, con los pelos parados, ojeroso, con un aspecto casi de zombie. “¿Qué te pasó?”, le dije alarmado. “Nada –me respondió- No pude dormir en toda la noche pensando cómo carajo no se me ocurrió a mí lo de ponerle a Jalisco un tío mexicano que aparece cada tanto para ayudarla en algunos casos”.
Finalmente la serie no se realizó, pero esa anécdota me quedó para siempre. Son tantos los buenos recuerdos de aquellos encuentros con Carlos que desde que él nos dejó no pude volver a entrar al Hotel Imperiale...
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