De repente, cuando todo parecía perdido para el comic nacional, cuando los lectores se alejaban de las viejas fórmulas que se resistían a renovarse aunque estábanse cayendo a pedazos, apareció un grupo de autores cuyas obras señalaban un nuevo camino. Y detrás de la fulgurante revelación de Cazador, llegó Calvi. Apropiándose de los superhéroes de inspiración norteamericana y convirtiéndolos en personajes que cuentan pedazos de nuestra realidad. Como este sorprendente Bruno Helmet que se aproxima, con códigos de la narrativa de terror y de una manera que araña la metáfora, a uno de los personajes más siniestros de la historia argentina reciente, convertido aquí en el almirante de una armada infernal. Y entonces, los invulnerables, los tipos que vuelan, los muertos vivos, los aliens, los robots y las criaturas virtuales, tan ajenos para nosotros hasta hace un rato, empiezan por fin a hablar en argentino. No es, poco, ¿no?
(Texto para la edición argentina de Bruno Helmet, Buena Letra, 1998)
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