En 2010, con motivo de la edición en España de El Síndrome Guastavino (esta vez con el título La Herencia del Coronel, que es el que se usó también en Italia y Francia) el periodista Guillaume Fourmont entrevistó via e-mail a Carlos Trillo y Lucas Varela. Finalmente, algunos extractos de esas respuestas aparecieron en un artículo de Fourmont para el sitio web www.publico.es.
Acá tenemos para ofrecer la entrevista completa.
1.¿Cómo nació el proyecto? Cuéntenme un poco de su génesis.
Lucas: Carlos me tiró la idea sobre la mesa y yo caí como el ingenuo que soy. Después de "El Cuerno Escarlata", el primer álbum que hicimos juntos, yo quería que hiciéramos una historia más adulta y jugada.
Al principio la tomé como una comedia costumbrista condimentada con alguna crítica social. Pero a medida que me enviaba el guión noté que la historia se iba retorciendo y hundiéndose en la oscuridad cada vez más. Horrorizado, un día lo llamé y le pregunté qué estábamos haciendo, y que nos iban a venir a buscar con antorchas y rastrillos. Los editores de la Revista Fierro se asustaron al leerlo y no quisieron publicarla y preguntaron si teníamos otra cosa. Como era esto o nada al final accedieron a publicarla. Yo creo que Carlos contaba con que las hordas contra la decencia y la moral nos iban a linchar y así quedar en la historia como mártires de la historieta
nacional. Pero eso no pasó por la escasa repercusión que tienen las obras de historieta en los medios y porque hoy en día las hordas de la derecha reaccionaria están en retroceso.
Carlos: La idea de trabajar con un perverso, un onanista de las muñecas, un tipo ruin y repugnante, la tuve dándome vueltas bastante tiempo.
La posibilidad de hacer algo con Lucas después de una buena experiencia con EL CUERNO ESCARLATA me dijo que ahí estaba la solución a uno de los problemas principales: el dibujo realista, de eso estaba yo seguro, haría demasiado espantosa la historia. Se la conté a Varela, él supuso que como iba a transcurrir en Buenos Aires tendría tintes costumbristas y de comedia. No fue así, claro, y nos costó publicarla por primera vez. En la versión argentina, sin “traducción” al español, empezó por asustar al editor de la revista Fierro, que tardó en acostumbrarse a mirarla y a – finalmente – publicarla con un poco de resquemor. La historia, que aquí se llamó EL SINDROME GUASTAVINO, . En Francia y en Italia fue más sencilla de publicar que en la Argentina, y recibió menciones y consideración. Ahora, lentamente, se va abriendo camino en otros países.
2.¿Cómo ha trabajado usted, Carlos? Con qué material?
Carlos: Trabajé de memoria, claro. Y decidí hacer un corrimiento de la realidad argentina porque me pareció que las sensaciones que quedaban en mi memoria de aquellos años de plomo de la Argentina, eran mejores para un cuento opresivo, un caso de locura provocado, en parte, por la historia del protagonista, el heredero del coronel del que habla el titulo que ya usaron en Francia y en Italia.
3.Háblenme un poco del protagonista, Elvio Guastavino.
Carlos: Hijo de un monstruo, un torturador de la dictadura que se ejercitaba en casa con muñecas para hacer mejor su tarea, decidió olvidar, o mejor, justificar los actos miserables de su padre. Es un tipo gris, empleado de un ministerio que se insinúa tiene que ver con la casta militar, junta dinero para comprar una muñeca costosa. En su imaginación, esa muñeca está viva, pero ni siquiera sirve para hacerlo feliz: lo engaña, lo critica, lo menosprecia. Es decir, Guastavino no puede tener paz ni en sus sueños y su locura va agigantándose, siempre dentro de su pequeñez y mezquindad humanas.
4.¿Es Elvio una víctima más de la locura militar o de verdad es un verdugo? ¿Y la madre?
Lucas: Yo creo que Elvio no es ninguna víctima, sino el resultado de esa moral cristiano-reaccionaria que imperó en la sociedad argentina durante mucho tiempo. Lo que choca un poco es que el lector se ve obligadoa vivir sus locuras, las cuales son tan retorcidas que causan gracia y espanto a la vez. Para mí, el contexto post dictadura no es un tema tan importante en la historieta sino la asqueante locura en la que se hunde el personaje.
Carlos: La madre, igual que Elvio, ha silenciado cosas muy horrendas de aquel pasado. Sus propios actos de entonces Elvio los conoce cuando ya ella ha muerto (una muerte provocada por él mismo, después de todo).
5.¿Por qué retratar a la chica que quiere vengarse? ¿Qué representa ella?
Carlos: Me pareció que necesitaba un personaje que hablara desde la vereda opuesta a la de Guastavino, sus padres y tanto militar aún que sigue reinvindicando el terrorismo de estado, la tortura, la muerte. Elvio la recuerda distorsionadamente, se ha inventado una realidad para encajarla en ella.
6.¿Qué recuerdos personales de la dictadura tiene? Carlos, usted trabajaba en “Satiricón”, revista prohibida por los militares. Más allá del férreo control de la sociedad, cuéntame episodios de lo cotidiano que son importantes para entender su obra.
Carlos: Lentamente, desde finales del gobierno democrático que fue suprimido por los militares, empezamos a hablar menos de política en los sitios donde trabajábamos. Yo, que había participado de Satiricón, Mengano y otros experimentos humorísticos muy apegados a la realidad, debí refugiarme, para vivir, en agencias de publicidad. Era extraño: no hablábamos de política con los compañeros, nos íbamos enterando de amigos que desaparecían, la prensa hacía silencio o era cómplice de esa organización armada que había tomado el gobierno para aniquilar a tantos argentinos. Ahora, justamente, estoy empezando a desarrollar algunas historias de esos años, sin heroísmo, con miedo, con un protagonista, Juan, que vive su vida pequeña en esos años siniestros. Supongo que terminarán configurando un libro de cuentos breves sobre la vida en esa época. Que no fue muy larga, porque en 1978, con la revista Humor empezó un renacimiento de una suerte de humor de resistencia de la que participé bastante. Tenemos suerte: las historietas y el humor, en períodos así, pueden metaforizar sobre la realidad y no están obligados a contar exactamente lo que sucede, como los demás medios periodísticos. Y las metáforas los lectores se habitúan a encontrarlas aunque no estén allí. Algo así como una válvula para que la presión no se haga insoportable, supongo.
7.El lector entiende que, además de un trauma general de la sociedad,
los verdugos han dejado traumas en sus propias familias. ¿Cómo la sociedad y
las autoridades argentinas deberían tratar el tema de la memoria?
Carlos: en estos tiempos actuales, la Argentina está llevando finalmente adelante los juicios a los genocidas, está intentando recuperar hijos de desaparecidos para que sepan quienes son. Creo que después de años de confusión y de silenciamientos, la justicia está actuando. Y en ese contexto, las Abuelas de Plaza de Mayo, empeñadas en recuperar a sus nietos con denuedo, se merecerían ganar el Premio Nobel por su tarea ciclópea: encontrar esos desaparecidos que están vivos y no saben que son quienes son.
8.Una pregunta técnica para Lucas: Su dibujo es muy limpio, muy de cómic, hasta que se trate de retratar al Elvio loco, delirando. El dibujo es más sucio, casi como Crumb. ¿Por qué haber usado esta violencia? Por otra parte, ¿cuáles son sus influencias?
Lucas: Más allá de mis incapacidades para mantener una coherencia estilística, creo que la mugre va cubriendo la historia a medida que avanza la locura de Guastavino. No creo que un estilo más realista hubiese sido efectivo para contar esta historia, así que me moví por los parámetros del cartoon grotesco y la línea clara. Como apasionado del lenguaje de la historieta, mis influencias son infinitas. Creo que son un licuado de la escuela franco-belga de Bruselas, con la línea clara hergiana, con el comic
independiente norteamericano.
9.¿Considera que este libro participa en una labor de memoria necesaria?
Lucas: Nunca tuvimos ese objetivo en mente. En la Argentina, sacando los medios de derecha donde el libro ni siquiera salió nombrado, hemos sido criticados por no usar una mirada más testimonial de la dictadura. Yo creo que el tema "dictadura" se pierde entre los vericuetos retorcidos del guión y no es donde va la historia.
Carlos: uno, lo que quiere siempre, es contar una buena historia. El padre de Elvio podría haber sido un católico recalcitrante, con algunas desviaciones peligrosas. Pero, es cierto, un militar vinculado con la dictadura, subrayaba muchas cosas con tantísima mayor intensidad.
10.¿Qué opina de los juicios contra Videla que están empezando? ¿Por fin se hace justicia?
Lucas: Por mí no hay nada más satisfactorio que ver el avance de los derechos humanos que hace el actual gobierno. Nunca antes otro gobierno argentino había marcado un rumbo parecido. Si bien aun quedan asesinos sueltos y nietos por recuperar, hoy el debate en la sociedad se da en la participación civil en la monstruosa represión y sobre todo en la participación de los medios de comunicación dominantes, que son los principales reaccionarios a este modelo novedoso que propone el gobierno.
11.¿Qué opina de la “labor de memoria” de España?
Carlos: Es encomiable que se trate de avanzar en eso. Visto desde lejos y, seguramente, sin todos los elementos de juicio necesarios, luego del tan sonado episodio del Juez Garzón, se les ve presas de retrocesos. Pero me parece que la olla de los asesinatos desde el poder, de la prepotencia de quienes se sintieron dueños de vidas y de muertes, se ha destapado. No creo que España resista mucho más tiempo sin abrir causas a dictadores, colaboracionistas y desaparecedores de la dictadura que padecieron por tantos años y hace ya tantos años...
12.Comentario personal.
Carlos: Nuestro libro nos gusta. Los dibujos de Lucas, aunque él trata de poner distancia con ciertas atrocidades más que yo, tiene un desgarramiento descomunal. Ese personaje está vivo, su relato gráfico lo agiganta, lo hace posible porque lo distancia un poco de la realidad más fotográfica de otros dibujantes con los que suelo trabajar. Lucas me llamaba, recuerdo, cuando iba recibiendo tramos de guión y me decía: - ¿No podemos tener un poco de piedad? Y yo le decía que con semejante enfermo hijo de puta no, no se podía. Pero no era fácil, creo que el grotesco ayudó a poder llevarlo adelante.
Alguna vez que viaje a Buenos Aires traje algunas Fierro a Lima, Peru. Entre esas estaba el segundo episodio creo, de El Sindrome Guastavino.
ResponderEliminarSabia que era Trillo, un genio, no tenia idea por donde iba la historia, pero me daba ya mucha curiosidad, y ya habia visto algo de Varela que es un capo.
Un amigo luego me comento que la tenian en una libreria cercana, la compre y la devore. Tengo algun amigo argentino --no lector de historietas-- a quien se la quiero hacer leer en algun momento este libro, para que vea el poder y la fuerza que pueden darle a este genero una historia dura, cruda, grotesca e ironica, bien contada bien realizada por gente talentosa.
Y que entonces piense que hay mas cosas en el mundo que valen la pena mirar.
Gracias por compartir.
saludos!
Gustavo Vargas