miércoles, 6 de junio de 2012

BASTA DE PRETEXTOS, POR FAVOR, por Carlos Trillo


En 1980, la revista El Tablero, editada por la Asociación de Dibujantes de Argentina, le pidió a Carlos Trillo que entrevistara a Horacio Altuna acerca del estado de la historieta por ese entonces.
Esta es la nota que entregó Trillo:

Horacio Altuna es mi más cercano compañero de trabajo desde hace cinco años. Desde julio de 1975, cuando apareció por primera vez El Loco Chávez en Clarín, compartimos dos o tres veces por semana largas tardes de café y ventana a Corrientes para desarrollar, juntos, las aventuras diarias de nuestro personaje, sus páginas quincenales y, desde hace algo menos de tiempo, los avatares que azotan la vida del pobre Señor López, y los silencios espesos del Charlie Moon, además de algunos proyectos que –la verdad- nunca nos faltan.
Sirva esta introducción entonces, para que quede claro que en todo este tiempo hemos hablado bastante de historietas. Sirva también para dejar sentado que nuestras opiniones, en general, coinciden totalmente.
Los dos pensamos que la temática de la historieta está estancada y dando vueltas sobre una infinita noria de héroes rutinarios y argumentos similares.
Creemos, también, que es importante cambiar algunas cosas, y hay que hacerlo desde el trabajo de todos los días.
Sabemos que esto no es un apostolado y que uno trabaja por dinero, y que vive de su trabajoy que no siempre se puede dar todo lo que se quiere. Pero tampoco hay que sumergirse por debajo de la línea de flotación con el pretexto de que “yo necesito comer todos los días”.
Ejemplos hay, aunque no abunden, de dibujantes y guionistas que realizan trabajos meritorios en editoriales famosas por lo rígido e inamovible de sus fórmulas.
Hasta aquí, lo que pensamos los dos de la historieta de hoy en la Argentina. De aquí en más, algunas cosas que Altuna dijo en reportajes por ahí y que me reafirmó en una charla que tuvimos cuando le dije que iba a hacer esta nota para El Tablero.

-Con las fuentes de trabajo existentes, que no son muchas, la situación general no puede ser muy brillante. Las dos editoriales que compran historietas en cantidad, Columba y Record, difieren en la forma pero no en el contenido.
Todo lo que se hace en ellas es apenas stándard, con algunas excepciones, que son como moscas blancas en la producción general.
A veces se dice que la culpa es de los editores y tal vez la proporción de las suyas sea mayor, pero dibujantes y guionistas aportan su granito de arena al ofrecer trabajos mediocres. Si los editores exigieran la mediocridad como norma, uno no vería nada bueno en las páginas de sus revistas. Y no es así. Hay cosas buenas. Incluso cosas muy buenas.
Siempre repito una frase que no es mía: “Para evitar el fracaso, nada mejor que una buena excusa”. Y con excusas, todos participamos de una inercia total que hace que todo sea rutina, que nada cambie, que no se vislumbre siquiera un camino a seguir que valga la pena en las grandes editoriales de historietas.
Todos los dibujantes y los guionistas de historietas tienen gustos cinematográficos o literarios. Y dicen que –por ejemplo- Fellini es bueno y Enrique Carreras es malo. Y no aceptan a Enrique Carreras, le critican su adocenamiento, su aburrida manera de apelar a los clichés para obtener un éxito de taquilla. Ahora, si uno justifica su trabajo “de batalla”, su repetición de recursos siempre iguales en las historietas que hace, también tiene que hjustificar lo que hace Migré por televisión, o lo que hace Palito Ortega con la música, o lo que hace Carreras con el cine. Ellos también tienen pretextos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario