Tal como estaba previsto, hoy es el último día de Soretes Azules. De los 366 días de 2012, subimos contenidos 317 días, lo cual no está nada mal. Y es todo material que queda en la web, para que los interesados en la obra de Carlos Trillo puedan disfrutarlo cuando quieran. Hay mucho más, por supuesto. La obra de Trillo es mucho más vasta de lo que se puede llegar a cubrir en un año de blog, pero bueno, hasta acá llegamos.
No podemos cerrar este espacio sin agradecer, en primer lugar, a la familia de Carlos, que vio con buenos ojos la creación de este blog. Si ellos decían “no”, o “sí, pero”, esto no se podía hacer. En segundo lugar, a los artistas cuyas historietas compartimos. Por supuesto, a los escribas que colaboraron con sus textos, muy especialmente a Juan Carlos Massa (trillólogo de primera línea), Gabriel Zárate y Andrés Valenzuela. También a los invitados ilustres que hicieron su aporte (Risso, Mandrafina, Alcatena, Nine, Calvi, Domingues, Rustemagic, etc.) y obviamente a quienes nos acompañaron y leyeron a lo largo de este año.
Para mí, en lo personal, fue una experiencia sumamente enriquecedora, no sólo por el placer que significa compartir un proyecto con amigos talentosos como Laura Vázquez, Diego Agrimbau, Lucas Varela y Pablo Túnica, sino porque además me permitió adentrarme más en la obra de Trillo y estudiarla desde nuevas ópticas. La posibilidad de leer varios guiones tal como Carlos se los entregaba a los dibujantes, por ejemplo, me parece que nos aportó muchísimo a todos los que seguimos con atención la obra del guionista. Y los que se divierten ensuciándose las manos en busca de revistas viejas en puestos callejeros o antiguas casas de canje, seguramente atesorarán la información detallada y precisa de qué historietas de Trillo aparecen en cada número de revistas legendarias como Skorpio, Fierro, SuperHum® o Puertitas.
Ojalá todo el material que subimos al blog (que, repito, es apenas la punta del iceberg) sirva para que muchos más fans salgan a buscar las obras de Trillo, para que más editores argentinos se animen a publicarlas (este año, lamentablemente, se editaron apenas dos libros de su autoría) y para que los estudiosos de la centenaria historieta argentina tengan a un sólo click de distancia un tapiz bastante ecléctico pero a la vez bastante revelador de lo que fue la carrera profesional de uno de los más grandes guionistas que tuvo nuestro país, y el habla hispana en general.
La historia reciente dice que Carlos Trillo nos dejó en Mayo de 2011. Sus fans y sus amigos sabemos que no es así, que Trillo va a estar con nosotros siempre. Soretes Azules fue la forma que se nos ocurrió de dar testimonio de esa presencia siempre aguda, siempre creativa, siempre magistral. Siempre.
lunes, 31 de diciembre de 2012
domingo, 30 de diciembre de 2012
sábado, 29 de diciembre de 2012
CARLOS TRILLO, TALENTO DE NUNCA ACABAR, por Andrés Accorsi
A fines de 2005, cuando estábamos planificando el tercer especial de Comiqueando que editaría Domus,se nos ocurrió llevar adelante un bizarro experimento cuya génesis podría abreviarse de esta manera:
Yo tenía ganas de publicar material inédito de Carlos Trillo, algo realizado pensando directamente en el público de Comiqueando. Martín Casanova (editor de esa etapa de la revista) quería resucitar de alguna manera la idea de El Comic de Nunca Acabar, aquella mítica sección de la Comiqueando Clásica que terminó por originar el one-shot La Noche del Apocalipsis. Juntamos ambas ideas y se nos ocurrió esta: un comic escrito por Trillo y dibujado por distintos autores.
Lo charlamos con Carlos (y con Lucas Varela, que no podía faltar) y a él le encantó el proyecto. Enseguida decidió la duración: 12 páginas (“más de 12, va a ser una pesadilla”, pronosticó con preclara certeza), estableció que el guión tenía que justificar explicitamente los cambios de dibujante y además confeccionó una lista de unos 18 artistas con los que -por distintos motivos- tenía ganas de colaborar.
Cuando Carlos tuvo listo el guión, aparecieron los personajes... nuevos y clásicos! Ahí estaban Burnsutti y Muñithers (los editores que protagonizan Casting, de los que ya vimos otras aventuras acá en el blog), pero también el Eternauta, Sónoman, Lukas y Nekrodamus! Y además el guión exigía la presencia de tres autores que no estaban en la lista original. De los once elegidos por Trillo, todos aceptaron participar de inmediato, con una sóla excepción, que permanecerá en el anonimato y cuya página fue rápidamente cubierta por otro miembro del Dream Team.
Y después, a esperar que cada uno entregara lo suyo... tarea ardua y traumática, en la que Lucas Varela fue fundamental para ayudarme a coordinar el bolonki. Y finalmente, con Trillo de viaje por Europa, la historieta más multiestelar de la historia del comic argentino estuvo lista para integrarse a ese número de Comiqueando.
Homenaje, parodia, guiño cómplice, pero sobre todo, el inmenso placer de ver a tanto talento reunido en una sóla historieta. Eso es lo que transmite Casting. Eso es lo que hicieron posible el gigantesco Carlos Trillo y estos once gladiadores del dibujo que se sumaron a otro de nuestros engendros mutantes para que ustedes se diviertan un rato.
A Trillo, ni hace falta presentarlo. Es el más grande y punto, se acabó. Los once dibujantes (por orden de aparición) fueron:
Lucas Varela (pags.1 y 12)
Francisco Solano López (pag.2)
Quique Alcatena (pag.3)
Gustavo Sala (pag.4)
Rep (pag.5)
Oswal (pag.6)
Dante Ginevra (pag.7)
César Da Col (pag.8)
Horacio Lalia (pag.9)
Fernando Calvi (pag.10)
Pablo Sapia (pag.11)
Mañana cerramos la sección de historietas de Soretes Azules con 12 páginas mortales.
Yo tenía ganas de publicar material inédito de Carlos Trillo, algo realizado pensando directamente en el público de Comiqueando. Martín Casanova (editor de esa etapa de la revista) quería resucitar de alguna manera la idea de El Comic de Nunca Acabar, aquella mítica sección de la Comiqueando Clásica que terminó por originar el one-shot La Noche del Apocalipsis. Juntamos ambas ideas y se nos ocurrió esta: un comic escrito por Trillo y dibujado por distintos autores.
Lo charlamos con Carlos (y con Lucas Varela, que no podía faltar) y a él le encantó el proyecto. Enseguida decidió la duración: 12 páginas (“más de 12, va a ser una pesadilla”, pronosticó con preclara certeza), estableció que el guión tenía que justificar explicitamente los cambios de dibujante y además confeccionó una lista de unos 18 artistas con los que -por distintos motivos- tenía ganas de colaborar.
Cuando Carlos tuvo listo el guión, aparecieron los personajes... nuevos y clásicos! Ahí estaban Burnsutti y Muñithers (los editores que protagonizan Casting, de los que ya vimos otras aventuras acá en el blog), pero también el Eternauta, Sónoman, Lukas y Nekrodamus! Y además el guión exigía la presencia de tres autores que no estaban en la lista original. De los once elegidos por Trillo, todos aceptaron participar de inmediato, con una sóla excepción, que permanecerá en el anonimato y cuya página fue rápidamente cubierta por otro miembro del Dream Team.
Y después, a esperar que cada uno entregara lo suyo... tarea ardua y traumática, en la que Lucas Varela fue fundamental para ayudarme a coordinar el bolonki. Y finalmente, con Trillo de viaje por Europa, la historieta más multiestelar de la historia del comic argentino estuvo lista para integrarse a ese número de Comiqueando.
Homenaje, parodia, guiño cómplice, pero sobre todo, el inmenso placer de ver a tanto talento reunido en una sóla historieta. Eso es lo que transmite Casting. Eso es lo que hicieron posible el gigantesco Carlos Trillo y estos once gladiadores del dibujo que se sumaron a otro de nuestros engendros mutantes para que ustedes se diviertan un rato.
A Trillo, ni hace falta presentarlo. Es el más grande y punto, se acabó. Los once dibujantes (por orden de aparición) fueron:
Lucas Varela (pags.1 y 12)
Francisco Solano López (pag.2)
Quique Alcatena (pag.3)
Gustavo Sala (pag.4)
Rep (pag.5)
Oswal (pag.6)
Dante Ginevra (pag.7)
César Da Col (pag.8)
Horacio Lalia (pag.9)
Fernando Calvi (pag.10)
Pablo Sapia (pag.11)
Mañana cerramos la sección de historietas de Soretes Azules con 12 páginas mortales.
viernes, 28 de diciembre de 2012
REPORTAJE A CARLOS TRILLO, por Andrés Accorsi
Ya cerca del final, hoy tenemos para compartir la entrevista que me brindó Trillo a principios de 1994, publicada originalmente en el n° 1 de la revista Comiqueando, en Mayo de ese año.
Hombre sereno, simpatico, inteligente y sensible, Carlos Trillo es una de esas personas con las que da gusto sentarse a charlar. En este dialogo, el creador de tantas obras maestras del comic argentino cuenta verdades, opiniones y primicias con la lucidez que lo caracteriza. Un lujo.
AA: ¿Por qué no empieza contándome de qué se trata Cybersix y qué novedades tiene respecto de este personaje?
CT: Cybersix es un personaje que empezamos a producir con Carlos Meglia hace ya tres años, a pedido de la Eura, una editorial italiana. La idea del editor era armar un producto del que se pudiera hacer con una calidad aproximadamente buena, una historieta semanal autoconclusiva de 12 páginas. Empezamos a hacerlo, el personaje se convirtió en un éxito dentro de la revista... la Skorpio italiana... de modo tal que se independizó y comenzó a salir con ese formato italiano tan particular, el de Dylan Dog, Martin Mystére, Tex... en historias mensuales de 96 páginas. Una especie de libro monográfico con una sóla historia larguísima, por lo menos para nosotros, que nunca hacemos historias de 96 páginas. La revista independiente empezó a salir en forma mensual en Diciembre y, simultáneamente, seguimos con la semanal para la Skorpio hasta Julio de este año.
AA: ¿Cómo hace para tener tantas ideas y tantas historias con un sólo personaje?
CT: Todo se puede hacer...y se hace.¿Cómo hacen para hacer Dylan Dog o Tex hace cien años?
AA: Si, pero Tex es una porquería...
CT: Sabés que si les decís eso a los italianos, se ofenden. Para ellos es un gran clásico... es como Superman para los yankis. Ahora, si uno lo agarra en frío, sin ninguna historia personal... para uno es un western malo. Cybersix parece mejor porque es más moderno, no? Si con el tiempo, Dios lo quiera, Cybersix llega a ser como Tex, en duración, en éxito y eso, seguramente dentro de 40 años, un tipo de tu edad que lo mire va a decir "Esto es una cagada". Todo depende del momento, de qué recuerdos te trae. Si uno mira ahora... qué sé yo, las que leía yo de pibe, Hora Cero, Misterix... vistas ahora son de una ingenuidad tal, que si las mira un chico acostumbrado a las mecánicas del comic actual, diría "Mirá las pelotudeces que leían los viejos". Pero para uno, esas cosas eran Gardel. Creo que uno las carga con su propia historia, también.
AA: Mas alla del mercado italiano...¿qué novedades hay para el público argentino, para el que conoció a Cybersix en esos tres números de Puertitas?
CT: Ahora estamos haciendo un número monográfico especial, dividido en tres partes de 32 páginas y lo vamos a sacar acá en un comic-book a color, con todos los chiches, coloreado por computadora por Meglia, muy lindo. Quedó un trabajo muy interesante... y vamos a probar. Para nosotros es un mercado nuevo. En realidad, hacemos todos estos experimentos con el comic en la Argentina porque los materiales ya los tenemos. Yo creo que iniciar una aventura de sacar revistas de historietas basadas en el mercado local hoy por hoy es algo muy arduo. Las tiradas son muy chicas y...
AA: Lo pueden hacer los dos o tres que tienen una muy buena facturación en el exterior...
CT: Mmm, no sé... más que una buena facturación, una cantidad de material propio que ya tengas hecho. Si te tenés que sentar a producir el material y le calculás el costo por página, es muy difícil que puedas hacerlo sólo para una revistita que sale en Buenos Aires y vende 3000 ejemplares. La ecuación venta/ público/ autor/ costos y todo eso no te da nunca. Tenés que trabajar con costos muy bajos y te quedan revistas de una producción muy económica pero feas de ver... qué sé yo, El Tony, no es una revista linda de ver, a mi entender... o te ponés a hacer las cosas bien y no te alcanza el tiempo para parar la olla, no?
AA: Ahora que mencionó a El Tony... últimamente vi muchas cosas suyas en las revistas de Columba... ¿Cómo es eso?
CT: Eso es porque les vendemos por una sóla publicación. Es material que tenemos por ahí, que hemos hecho para editores europeos y que están inéditos, que nunca pudimos publicar en Puertitas porque la revista es muy chica. Además, para lo que es el mercado, nos ofrecieron un precio muy razonable. Lo que yo no le vendería nunca ni a Columba ni a nadie es una cesión de derechos. Eso lo hemos hecho, con triste suerte, con Scutti, que se cansó de vender material al exterior y nunca pagó un mango. Esas cosas son tristes y uno, en definitiva, las hace por necesidad. ¿Tenés hambre? Entre eso y nada, mejor eso. Pero si podés elegir...
AA: ¿Vio el look renovado de las revistas de Columba?
CT: Si.
AA: ¿Qué le parece?
CT: No sé. No me parece nada. No sigo las revistas de Columba. No me parece que hayan cambiado mucho... ¿o si?
AA: Si, cambiaron mucho. Casi demasiado. Tanto que el público, que está acostumbrado a otra cosa, se resiste a los cambios y les ha dado palos en las cartas de lectores con una violencia desmedida.
CT: Y, bueno... es razonable, no? Esto pasa siempre. Cuando sacás una revista, desarrollás una fórmula, que dura un tiempo que cada vez es más corto. Adoptás una fórmula y la seguís. Con el tiempo, mucha gente se aburre y se va. Entonces empezás vendiendo 300.000 ejemplares y un día te encontrás vendiendo 20.000. ¿Qué hacés? ¿Cambiás para conseguir nuevos mercados, en cuyo caso vas a perder a los 20.000 que evidentemente quieren leer eso que les estás dando, o te quedás con los 20.000 que al año siguiente van a ser 19, después 15, después 10 y terminás desapareciendo...? Y, es una disyuntiva muy difícil. Me parece que siempre se acuerdan tarde de hacer esas cosas, de tratar de seducir al lector. Al lector hay que seducirlo todos los meses, si no se desinteresa.
AA: Cambiando de tema... ¿Cómo fue el fin del Negro Blanco? No me cuente el final de la obra, sino la rosca ejecutiva del asunto.
CT: Nos echaron.
AA: ¿Por qué? ¿Salía muy caro hacer El Negro Blanco?
CT: No. Salía mucho más barato que lo que hay ahora.
AA: ¿Y cuál es la lógica, entonces, para cortar una tira relativamente barata y que tenía tanto gancho con el público?
CT: No sé. Eso tiene que ver con la jerarquía del diario. A mí me dijeron que no iba más y pasamos por caja. Así de fácil.
AA: ¿Le gusta la tira de Altuna?
CT: No sé, no la leo. Yo leía Clarín sólo por la tira, así que ahora que no sale más, leo Página/12. No estoy muy enterado.
AA: Parece que ahora que la editorial de Doeyo publica Buscavidas, empieza una serie de revival de sus clásicos ochentescos...
CT: Si, van a publicar también El Husmeante.
AA: ¿Están conversando por alguna otra?
CT: No, pero ahora sale, y espero que llegue a Buenos Aires, un libro de un editor vasco que publica completa Cosecha Verde. Cosecha Verde fue hecha para salir en un libro de 124 páginas, no para salir publicada como lo hicimos en Puertitas, en entregas de 8 páginas durante un año y pico. No tiene gollete. Nadie entendió nada. Creo que nadie la leyó, siquiera. Al ser tan largo, cuesta seguirlo. Y es una historia que no tiene pensados chistes de "continuará". Uno, cuando hace una historieta con continuará, de alguna manera hace que al final de cada capítulo al tipo le caiga una bomba en la cabeza, como diciendo "No te pierdas el próximo número o lo lamentarás durante años!" (risas). Ese viejo truco se sigue haciendo.
AA: ¿Qué otras cosas suyas le gustaría ver recopiladas?
CT: Custer. Cuando hice Custer fue algo muy gracioso porque yo no sé hacer ciencia-ficción. Esa ciencia-ficción a la Alien o Flash Gordon, con cohetes, viajes espacieles y esas cosas, no me salen, no las siento para nada. Y Toutain, en su momento, quería que Bernet y yo hiciéramos juntos una historieta espacial. Al final hicimos Custer, que no tiene nada que ver. Bernet decía "Yo tampoco sé dibujar cohetes". O sea que si le hacíamos caso al editor, íbamos a hacer una porquería. Pero eso de que el editor te diga "Haceme una del Oeste" o "Necesito una con minas, una con tetas", sigue funcionando. Para un autor de historietas es muy difícil elegir qué querés hacer en cada momento. Excepto que estés en una situación privilegiada de Gran Estrella del Comic en algún mercadito de estos, no podés elegir mucho.
AA: Hablando de mercados y mercaditos... ¿Por qué cree que a un trabajo como el suyo le cuesta tanto cuajar en el mercado yanki?
CT: Y... ofrecimos poco y nada. Publicaron un par de cosas... Alvar Mayor, Light & Bold... hemos vendido poco. Yo creo que el norteamericano es un mercado que se autoabastece. Un enorme mercado lleno de artistas personales que trabajan de cara a ese mercado. Tampoco ven películas europeas, allá. De lo que viene de afuera no ven casi nada. Y debe pasar lo mismo con el comic, no?
AA: El manga, por ejemplo, tiene muy buena entrada en EEUU...
CT: Pero los dos son imperios en acción. Los japoneses y los yankis se cagan a autazos y ya que estamos, a historietazos (risas). Se tiran con todo. Son imperios expansivos. Los demás no son imperios expansivos. ¿Qué haces trabajando en Viamonte y Maipú para llegar a la 5ta. Avenida? Es difícil.
Hombre sereno, simpatico, inteligente y sensible, Carlos Trillo es una de esas personas con las que da gusto sentarse a charlar. En este dialogo, el creador de tantas obras maestras del comic argentino cuenta verdades, opiniones y primicias con la lucidez que lo caracteriza. Un lujo.
AA: ¿Por qué no empieza contándome de qué se trata Cybersix y qué novedades tiene respecto de este personaje?
CT: Cybersix es un personaje que empezamos a producir con Carlos Meglia hace ya tres años, a pedido de la Eura, una editorial italiana. La idea del editor era armar un producto del que se pudiera hacer con una calidad aproximadamente buena, una historieta semanal autoconclusiva de 12 páginas. Empezamos a hacerlo, el personaje se convirtió en un éxito dentro de la revista... la Skorpio italiana... de modo tal que se independizó y comenzó a salir con ese formato italiano tan particular, el de Dylan Dog, Martin Mystére, Tex... en historias mensuales de 96 páginas. Una especie de libro monográfico con una sóla historia larguísima, por lo menos para nosotros, que nunca hacemos historias de 96 páginas. La revista independiente empezó a salir en forma mensual en Diciembre y, simultáneamente, seguimos con la semanal para la Skorpio hasta Julio de este año.
AA: ¿Cómo hace para tener tantas ideas y tantas historias con un sólo personaje?
CT: Todo se puede hacer...y se hace.¿Cómo hacen para hacer Dylan Dog o Tex hace cien años?
AA: Si, pero Tex es una porquería...
CT: Sabés que si les decís eso a los italianos, se ofenden. Para ellos es un gran clásico... es como Superman para los yankis. Ahora, si uno lo agarra en frío, sin ninguna historia personal... para uno es un western malo. Cybersix parece mejor porque es más moderno, no? Si con el tiempo, Dios lo quiera, Cybersix llega a ser como Tex, en duración, en éxito y eso, seguramente dentro de 40 años, un tipo de tu edad que lo mire va a decir "Esto es una cagada". Todo depende del momento, de qué recuerdos te trae. Si uno mira ahora... qué sé yo, las que leía yo de pibe, Hora Cero, Misterix... vistas ahora son de una ingenuidad tal, que si las mira un chico acostumbrado a las mecánicas del comic actual, diría "Mirá las pelotudeces que leían los viejos". Pero para uno, esas cosas eran Gardel. Creo que uno las carga con su propia historia, también.
AA: Mas alla del mercado italiano...¿qué novedades hay para el público argentino, para el que conoció a Cybersix en esos tres números de Puertitas?
CT: Ahora estamos haciendo un número monográfico especial, dividido en tres partes de 32 páginas y lo vamos a sacar acá en un comic-book a color, con todos los chiches, coloreado por computadora por Meglia, muy lindo. Quedó un trabajo muy interesante... y vamos a probar. Para nosotros es un mercado nuevo. En realidad, hacemos todos estos experimentos con el comic en la Argentina porque los materiales ya los tenemos. Yo creo que iniciar una aventura de sacar revistas de historietas basadas en el mercado local hoy por hoy es algo muy arduo. Las tiradas son muy chicas y...
AA: Lo pueden hacer los dos o tres que tienen una muy buena facturación en el exterior...
CT: Mmm, no sé... más que una buena facturación, una cantidad de material propio que ya tengas hecho. Si te tenés que sentar a producir el material y le calculás el costo por página, es muy difícil que puedas hacerlo sólo para una revistita que sale en Buenos Aires y vende 3000 ejemplares. La ecuación venta/ público/ autor/ costos y todo eso no te da nunca. Tenés que trabajar con costos muy bajos y te quedan revistas de una producción muy económica pero feas de ver... qué sé yo, El Tony, no es una revista linda de ver, a mi entender... o te ponés a hacer las cosas bien y no te alcanza el tiempo para parar la olla, no?
AA: Ahora que mencionó a El Tony... últimamente vi muchas cosas suyas en las revistas de Columba... ¿Cómo es eso?
CT: Eso es porque les vendemos por una sóla publicación. Es material que tenemos por ahí, que hemos hecho para editores europeos y que están inéditos, que nunca pudimos publicar en Puertitas porque la revista es muy chica. Además, para lo que es el mercado, nos ofrecieron un precio muy razonable. Lo que yo no le vendería nunca ni a Columba ni a nadie es una cesión de derechos. Eso lo hemos hecho, con triste suerte, con Scutti, que se cansó de vender material al exterior y nunca pagó un mango. Esas cosas son tristes y uno, en definitiva, las hace por necesidad. ¿Tenés hambre? Entre eso y nada, mejor eso. Pero si podés elegir...
AA: ¿Vio el look renovado de las revistas de Columba?
CT: Si.
AA: ¿Qué le parece?
CT: No sé. No me parece nada. No sigo las revistas de Columba. No me parece que hayan cambiado mucho... ¿o si?
AA: Si, cambiaron mucho. Casi demasiado. Tanto que el público, que está acostumbrado a otra cosa, se resiste a los cambios y les ha dado palos en las cartas de lectores con una violencia desmedida.
CT: Y, bueno... es razonable, no? Esto pasa siempre. Cuando sacás una revista, desarrollás una fórmula, que dura un tiempo que cada vez es más corto. Adoptás una fórmula y la seguís. Con el tiempo, mucha gente se aburre y se va. Entonces empezás vendiendo 300.000 ejemplares y un día te encontrás vendiendo 20.000. ¿Qué hacés? ¿Cambiás para conseguir nuevos mercados, en cuyo caso vas a perder a los 20.000 que evidentemente quieren leer eso que les estás dando, o te quedás con los 20.000 que al año siguiente van a ser 19, después 15, después 10 y terminás desapareciendo...? Y, es una disyuntiva muy difícil. Me parece que siempre se acuerdan tarde de hacer esas cosas, de tratar de seducir al lector. Al lector hay que seducirlo todos los meses, si no se desinteresa.
AA: Cambiando de tema... ¿Cómo fue el fin del Negro Blanco? No me cuente el final de la obra, sino la rosca ejecutiva del asunto.
CT: Nos echaron.
AA: ¿Por qué? ¿Salía muy caro hacer El Negro Blanco?
CT: No. Salía mucho más barato que lo que hay ahora.
AA: ¿Y cuál es la lógica, entonces, para cortar una tira relativamente barata y que tenía tanto gancho con el público?
CT: No sé. Eso tiene que ver con la jerarquía del diario. A mí me dijeron que no iba más y pasamos por caja. Así de fácil.
AA: ¿Le gusta la tira de Altuna?
CT: No sé, no la leo. Yo leía Clarín sólo por la tira, así que ahora que no sale más, leo Página/12. No estoy muy enterado.
AA: Parece que ahora que la editorial de Doeyo publica Buscavidas, empieza una serie de revival de sus clásicos ochentescos...
CT: Si, van a publicar también El Husmeante.
AA: ¿Están conversando por alguna otra?
CT: No, pero ahora sale, y espero que llegue a Buenos Aires, un libro de un editor vasco que publica completa Cosecha Verde. Cosecha Verde fue hecha para salir en un libro de 124 páginas, no para salir publicada como lo hicimos en Puertitas, en entregas de 8 páginas durante un año y pico. No tiene gollete. Nadie entendió nada. Creo que nadie la leyó, siquiera. Al ser tan largo, cuesta seguirlo. Y es una historia que no tiene pensados chistes de "continuará". Uno, cuando hace una historieta con continuará, de alguna manera hace que al final de cada capítulo al tipo le caiga una bomba en la cabeza, como diciendo "No te pierdas el próximo número o lo lamentarás durante años!" (risas). Ese viejo truco se sigue haciendo.
AA: ¿Qué otras cosas suyas le gustaría ver recopiladas?
CT: Custer. Cuando hice Custer fue algo muy gracioso porque yo no sé hacer ciencia-ficción. Esa ciencia-ficción a la Alien o Flash Gordon, con cohetes, viajes espacieles y esas cosas, no me salen, no las siento para nada. Y Toutain, en su momento, quería que Bernet y yo hiciéramos juntos una historieta espacial. Al final hicimos Custer, que no tiene nada que ver. Bernet decía "Yo tampoco sé dibujar cohetes". O sea que si le hacíamos caso al editor, íbamos a hacer una porquería. Pero eso de que el editor te diga "Haceme una del Oeste" o "Necesito una con minas, una con tetas", sigue funcionando. Para un autor de historietas es muy difícil elegir qué querés hacer en cada momento. Excepto que estés en una situación privilegiada de Gran Estrella del Comic en algún mercadito de estos, no podés elegir mucho.
AA: Hablando de mercados y mercaditos... ¿Por qué cree que a un trabajo como el suyo le cuesta tanto cuajar en el mercado yanki?
CT: Y... ofrecimos poco y nada. Publicaron un par de cosas... Alvar Mayor, Light & Bold... hemos vendido poco. Yo creo que el norteamericano es un mercado que se autoabastece. Un enorme mercado lleno de artistas personales que trabajan de cara a ese mercado. Tampoco ven películas europeas, allá. De lo que viene de afuera no ven casi nada. Y debe pasar lo mismo con el comic, no?
AA: El manga, por ejemplo, tiene muy buena entrada en EEUU...
CT: Pero los dos son imperios en acción. Los japoneses y los yankis se cagan a autazos y ya que estamos, a historietazos (risas). Se tiran con todo. Son imperios expansivos. Los demás no son imperios expansivos. ¿Qué haces trabajando en Viamonte y Maipú para llegar a la 5ta. Avenida? Es difícil.
jueves, 27 de diciembre de 2012
LA MEMORIA, por Fernando Calvi
A ver cómo funciona la memoria.
Hace muchos años, unos veinte, llegué a Buenos Aires con la decisión de volverme un historietista profesional. Eso significaba, para no complicarnos con demasiados matices, ver mis historietas publicadas en papel y cobrar lo suficiente para subsistir.
No quiero aburrir con anécdotas y peripecias que quizás sólo tienen peso y sentido para mí, pero al tiempo de llegar (y tras algunos traspiés) me encontré en la oficina de Carlos Trillo. En esa época yo no estaba dibujando (producto de la desagradable experiencia en un estudio de dibujos animados) pero seguía amando la historieta y estaba interesado en convertirme en guionista profesional.
Le llevé unos guiones a Trillo, le gustaron, me pidió unos guiones de prueba para Cybersix, los hice, le gustaron. Y me encontré con mi primer encargo en historieta. Un guión de 96 páginas de Cybersix, podía hacer lo que quisiera, siempre y cuando respetara cierto tono de la serie y arrancara en el lugar por el que andaban los personajes.
Lo hice, y así empezó mi relación profesional con Carlos. Que pronto se llenó de matices, Carlos me daba consejos, me pedía más laburo, me invitaba a comer, me hacía chistes por mis cortes de pelo, me peleaba, me festejaba ideas, me rebotaba ideas, me prestaba guita, me retaba si laburaba gratis, se enojaba si laburaba con alguien que le caía mal, y así pasaron unos años.
Y yo escribía mucho, muchísimo, sin casi poder ponerme a pensar. Me contaba en qué andaban los personajes, le contaba qué quería hacer yo, en general me decía: “Y bueno, dale…” y yo seguía escribiendo.
Creo que en el camino nos hicimos amigos, o algo así. Las relaciones humanas son muy extrañas, mutantes, inmanejables. Pero nos vimos mucho, hablamos mucho, me contó mil anécdotas, me mostró la cocina, me enseñó un montón de cosas, discutimos un montón.
La experiencia de escribir con personajes de otro es muy particular. Todos los que escribieron novelas de Doc Savage o The Shadow o Tarzán, o dibujaron y escribieron las aventuras de Batman hasta los 60 lo saben. Pero se aprende, de eso no hay duda, no sólo se aprende del oficio, se aprende de la vida. Uno sale de ahí más musculoso, con alguna cicatriz y varias anclas tatuadas. No, las anclas las guardamos para otro tipo de relaciones.
Cuando Carlos dejó de producir toneladas de historietas para los italianos y se concentró en hacer libros más cortos y cuidados para los franceses fue hora de partir para mí. Recuerdo la frase de ese último almuerzo.
Me dijo: “Calvin, no le sigas echando tuco al raviol de tu pasado”.
Sí, me decía Calvin, por el personaje de Calvin & Hobbes. Bueno, eso, partí en busca de nuevos hosrizontes. Volví a dibujar. Inventé algunos personajes, y uno de esos, Bruno Helmet, tuvo su corta, accidentada, intoxicante, andadura en los ´90.
Cada tanto hablaba con Carlos. Me decía que largue el dibujo, que yo no era un dibujante, que me dedicara a escribir, esas cosas. Un poco para llevarle la contra, un poco para darme el gusto, le pedí un guión para una historieta de Bruno.
Y lo escribió. Tardó. Un montón. Un día me llamó, lo tenía, pero tenía que ir a buscarlo a Vicente López. Charlamos, tomamos Coca Cola light. Me dio el guión, lo leí ahí, y fue de lo más raro que me ha pasado (y me han pasado cosas raras). Era Bruno, claro, pero no el mío. Era otro personaje. El guión hablaba de otras cosas. Era, además, un guión claramente de Carlos. Su tono, su humor, sus frases.
Me lo llevé a casa. Aturdido. Contento. Extrañado.
Cambié totalmente el estilo para dibujarlo. Tardé. Lo iba a editar Accorsi, que estaba impaciente. (Ya había hecho una de Bruno Helmet dibujada a cuatro manos con Quique Alcatena y había en proceso un guión a medias con Carlos Albiac, que nunca llegamos a terminar.)
Dibujar un guión de otro es raro, porque por mucho que uno cambie lo que el guión indica en cuanto a imágenes, montaje, diseño, tiempos, personajes, etc, hay algo que no se toca (para mí al menos) y son los textos, lo dicho, las palabras.
Terminé la historieta, se la llevé, la miró. Los originales, los iba pasando. Algunas cosas le gustaban, otras no. A mí medio lo mismo, pero no las mismas cosas.
Después charlamos de cualquier otra cosa. Del fin del mundo, del cambio de siglo, de Frank Miller, los editores franceses.
Cuando me iba me dijo: “Le faltó un poco de texto, tendría que haber escrito más. El final quedó como alargado”.
Cuando me enteré del fallecimiento de Carlos fue tan raro... Pensé en un montón de cosas, me acordé de un montón de cosas, pero no de esta historieta.
Hace poco hice una nueva historieta de Bruno, pero no revisé el viejo material. La hice “de memoria”.
Y así, de memoria escribo esto ahora. Y me doy cuenta, me hago cargo que no tiene mucha forma, que la parábola dramática no termina de cerrar, que falta la anécdota jugosa o el momento emotivo.
Pero así funciona la memoria.
Hace muchos años, unos veinte, llegué a Buenos Aires con la decisión de volverme un historietista profesional. Eso significaba, para no complicarnos con demasiados matices, ver mis historietas publicadas en papel y cobrar lo suficiente para subsistir.
No quiero aburrir con anécdotas y peripecias que quizás sólo tienen peso y sentido para mí, pero al tiempo de llegar (y tras algunos traspiés) me encontré en la oficina de Carlos Trillo. En esa época yo no estaba dibujando (producto de la desagradable experiencia en un estudio de dibujos animados) pero seguía amando la historieta y estaba interesado en convertirme en guionista profesional.
Le llevé unos guiones a Trillo, le gustaron, me pidió unos guiones de prueba para Cybersix, los hice, le gustaron. Y me encontré con mi primer encargo en historieta. Un guión de 96 páginas de Cybersix, podía hacer lo que quisiera, siempre y cuando respetara cierto tono de la serie y arrancara en el lugar por el que andaban los personajes.
Lo hice, y así empezó mi relación profesional con Carlos. Que pronto se llenó de matices, Carlos me daba consejos, me pedía más laburo, me invitaba a comer, me hacía chistes por mis cortes de pelo, me peleaba, me festejaba ideas, me rebotaba ideas, me prestaba guita, me retaba si laburaba gratis, se enojaba si laburaba con alguien que le caía mal, y así pasaron unos años.
Y yo escribía mucho, muchísimo, sin casi poder ponerme a pensar. Me contaba en qué andaban los personajes, le contaba qué quería hacer yo, en general me decía: “Y bueno, dale…” y yo seguía escribiendo.
Creo que en el camino nos hicimos amigos, o algo así. Las relaciones humanas son muy extrañas, mutantes, inmanejables. Pero nos vimos mucho, hablamos mucho, me contó mil anécdotas, me mostró la cocina, me enseñó un montón de cosas, discutimos un montón.
La experiencia de escribir con personajes de otro es muy particular. Todos los que escribieron novelas de Doc Savage o The Shadow o Tarzán, o dibujaron y escribieron las aventuras de Batman hasta los 60 lo saben. Pero se aprende, de eso no hay duda, no sólo se aprende del oficio, se aprende de la vida. Uno sale de ahí más musculoso, con alguna cicatriz y varias anclas tatuadas. No, las anclas las guardamos para otro tipo de relaciones.
Cuando Carlos dejó de producir toneladas de historietas para los italianos y se concentró en hacer libros más cortos y cuidados para los franceses fue hora de partir para mí. Recuerdo la frase de ese último almuerzo.
Me dijo: “Calvin, no le sigas echando tuco al raviol de tu pasado”.
Sí, me decía Calvin, por el personaje de Calvin & Hobbes. Bueno, eso, partí en busca de nuevos hosrizontes. Volví a dibujar. Inventé algunos personajes, y uno de esos, Bruno Helmet, tuvo su corta, accidentada, intoxicante, andadura en los ´90.
Cada tanto hablaba con Carlos. Me decía que largue el dibujo, que yo no era un dibujante, que me dedicara a escribir, esas cosas. Un poco para llevarle la contra, un poco para darme el gusto, le pedí un guión para una historieta de Bruno.
Y lo escribió. Tardó. Un montón. Un día me llamó, lo tenía, pero tenía que ir a buscarlo a Vicente López. Charlamos, tomamos Coca Cola light. Me dio el guión, lo leí ahí, y fue de lo más raro que me ha pasado (y me han pasado cosas raras). Era Bruno, claro, pero no el mío. Era otro personaje. El guión hablaba de otras cosas. Era, además, un guión claramente de Carlos. Su tono, su humor, sus frases.
Me lo llevé a casa. Aturdido. Contento. Extrañado.
Cambié totalmente el estilo para dibujarlo. Tardé. Lo iba a editar Accorsi, que estaba impaciente. (Ya había hecho una de Bruno Helmet dibujada a cuatro manos con Quique Alcatena y había en proceso un guión a medias con Carlos Albiac, que nunca llegamos a terminar.)
Dibujar un guión de otro es raro, porque por mucho que uno cambie lo que el guión indica en cuanto a imágenes, montaje, diseño, tiempos, personajes, etc, hay algo que no se toca (para mí al menos) y son los textos, lo dicho, las palabras.
Terminé la historieta, se la llevé, la miró. Los originales, los iba pasando. Algunas cosas le gustaban, otras no. A mí medio lo mismo, pero no las mismas cosas.
Después charlamos de cualquier otra cosa. Del fin del mundo, del cambio de siglo, de Frank Miller, los editores franceses.
Cuando me iba me dijo: “Le faltó un poco de texto, tendría que haber escrito más. El final quedó como alargado”.
Cuando me enteré del fallecimiento de Carlos fue tan raro... Pensé en un montón de cosas, me acordé de un montón de cosas, pero no de esta historieta.
Hace poco hice una nueva historieta de Bruno, pero no revisé el viejo material. La hice “de memoria”.
Y así, de memoria escribo esto ahora. Y me doy cuenta, me hago cargo que no tiene mucha forma, que la parábola dramática no termina de cerrar, que falta la anécdota jugosa o el momento emotivo.
Pero así funciona la memoria.
miércoles, 26 de diciembre de 2012
PINO SAURO, por Trillo y Saborido
Hoy tenemos para compartir una historieta que nunca se publicó en nuestro idioma. Es un episodio de Pino Sauro, una serie escrita por Carlos Trillo y dibujada por Félix Saborido que debutó en Italia al mismo tiempo que Cybersix y se publicó en LancioStory entre 1992 y 1993. En total se realizaron 71 episodios, todos de 8 páginas con el mismo formato: cada página remata con un chiste pero la situación se resuelve en la octava y última.
Este episodio fue tomado del Nº 42 de LancioStory, del 26 de Octubre de 1992. La traducción y el rotulado están hecho exclusivamente para este blog.
Este episodio fue tomado del Nº 42 de LancioStory, del 26 de Octubre de 1992. La traducción y el rotulado están hecho exclusivamente para este blog.
martes, 25 de diciembre de 2012
UN PESADO, por Trillo y Mandrafina
Esta historieta se publicó en nuestro idioma una sóla vez, en el Nº 110 de la revista Skorpio, de Marzo de 1985. Pero indudablemente fue escrita y dibujada mucho antes de esa fecha, quizás varios años antes.
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